MINES
Termino de tomar desayuno, esta mañana me he levantado más temprano de lo normal, por alguna razón, he despertado más temprano que de costumbre. Pero siendo sincero, siento que realmente no dormí en toda la noche, yo cerraba mis ojos, y veía al pesado de Lukman. Anoche, logró sacarme de mi personalidad, y le dije algo que de verdad no sentía, ya que no soy de esas personas que sacan sus títulos en frente de los demás. Pero no importa, ya está hecho, aun que siento un vacío en mi estómago, tal vez debería pedirle disculpas a Lukman, después de todo, es un príncipe, y le he faltado el respeto. Me he decidido, voy a decirle que lo siento, aunque después me arrepienta, pero prefiero hacer eso, a sentirme mal conmigo mismo, por haber tratado pésimo a alguien.
Termino de comerme mi manzana verde, y le doy el permiso a Yenut para que retire la bandeja, y se vaya a la cocina real, él como siempre, me obedece con una sonrisa acompañando su rostro. Yo se la regreso, y salgo de mi habitación, aún es temprano para ir donde el trono del rey, pero tal vez mi Padre sea menos duro si me ve levantado a esta hora.
Con mucha energía, camino hacia el altar, entro y con una sonrisa camino mientras el anunciador grita mi nombre.
- Buenos días mi soberano – le digo, haciendo una reverencia.
- Por el mismo Dios RA, estas muy temprano por aquí – dice el Rey sorprendido.
- Si – respondo – he decido hoy madrugar –
- Bien me parece – dice – te diré lo que necesito de las obras, una vez llegue tu acompañante –
- ¿Acompañante? – le pregunto confundido, siempre voy a las obras de los esclavos solo con los guardias.
- Si... ya debe estar por llegar, también en buena madrugando – dice, lo miro con preocupación y ansiedad, no necesito voltearme, para escuchar la puerta gigante detrás de mí abrirse, el anunciador grita a toda voz:
- Ante su alteza Klalid, el Rey de Egipto y dueño de todas las tierras que nos rodean, se presenta el Príncipe Lukman – No, ¿Qué hace aquí? Me pregunto, me gusta ir solo a las obras. Lukman camina el largo trayecto de la puerta hasta el frente del trono, le hace una reverencia al rey, y mi Padre habla. Lukman ni me ha mirado, de seguro debe estar molesto, y lo entiendo.
- Bien, Mines – dice el Rey – Hoy Lukman va a acompañarte a las obras, quiero que le enseñes lo necesario para que sea un buen Arquitecto, no tengo que decirte el porqué de esta decisión, Lukman y yo ya hemos hablado, pero de todos modos, te informo Mines, que luego de que se termine de construir éste templo, crearemos dos estatuas... – lo que me dice, me deja perplejo, ¿Dos estatuas? Les dije a los esclavos que trataría de enviarlos a un lugar mejor, y construir estatuas lleva cientos, no... miles de lunas para su término, es algo horrible lo que me ha dicho el Rey. Me preocupare después de aquello, el Rey sigue hablando, y no estoy prestando atención - ...y eso es lo necesario para Lukman – Oh No! No escuche el resto de lo que dijo, jamás me atrevería a pedirle que me lo repita, espero no haya sido algo importante.
- ¿Eso es todo mi Señor? – pregunto.
- Si – responde, con su tono de voz firme y frío. Yo hago la reverencia para retirarme, y me volteo para salir, Lukman también hace una reverencia, y le dice a mi Padre:
- Que tenga un buen día mi señor, que el Dios HORUS lo favorezca hoy –
- Ten un buen día igual Lukman – dice mi Padre, con un tono de voz amable y cortes, también enseñando una pequeña sonrisa, ¿Por qué a mí no me trata así de bien? Mi Padre es tan duro conmigo y mi hermana.
Camino hasta la puerta, los guardias la abren, Lukman sale junto conmigo, las puertas las cierran, y sin pensarlo dos veces, tomo lo primero que encuentro, creo que era un florero, y lo lanzo contra la muralla con rabia. No puedo creer que mi Padre sea tan ambicioso, Egipto no necesita más estatuas o templos, necesita un Rey justo, alguien que se preocupe de Palacio, y de los Esclavos, mi Padre no es así, y si algún día ocurre un cambio, eso significa la muerte de él mismo, pero, no puedo desear la propia muerte de HORUS Vivo, o sea, mi Padre.
- ¿Pero qué te pasa? – me pregunta Lukman, sorprendido por mi momento de rabia -. ¿Tanto te ha molestado que tenga que acompañarte a las obras? –
- ¿Qué? – Exclamo – No! No es eso –
- ¿Entonces qué? –
- Solo... solo olvídalo, ¿Si? – le digo, el asiente – Vamos, quiero regresar temprano a Palacio – Lukman me sigue, sin decir ninguna palabra, llegamos a la entrada de palacio, y los guardias nos siguen hasta afuera de este. Esta vez, voy con el doble de guardias, esto me incomoda ahora mucho más.
Camino sin mirar hacia atrás, no tengo idea si Lukman me sigue o no, aun no me olvido de que necesito decirle que lo siento por lo de ayer, pero ahora no lo voy a hacer, tengo algo más grande por lo que preocuparme.
Después de un largo camino, llego a las obras del templo, me encuentro de inmediato con el capataz y el jefe de los esclavos. Saludo cordialmente al capataz, y dejo que Lukman se presente él solo. Lukman y Enrik se quedan conversando sobre lo increíble que serán las obras una vez que estén terminadas, yo paso por al lado de ellos, no me importa realmente lo que estén opinando. Voy donde José, el jefe de los esclavos, él si me agrada.
- José, buenos días – le digo con una sonrisa – y buenos días a todos ustedes – digo, refiriéndome a tres esclavos que están detrás de él.
- Príncipe, que bueno verlo por aquí – dice José. Yo sonrío.
- José, tengo... tengo una noticia que darte, pero necesito hablar en privado contigo, sin ofenderlos a ustedes, por supuesto – digo, mirando a los esclavos del fondo, ellos asienten con una pequeña sonrisa, y se retiran. Quedo a solas con José.
- ¿Qué es lo que pasa mi príncipe? – dice José.
- El Rey... después de ésta obra, quiere hacer dos estatuas más –
- ¿Qué? No puede ser, mis hombres... ellos están agotados – dice, con un rostro que expresa mucha, mucha, mucha tristeza.
- Lo sé, voy a hacer todo lo que esté a mi alcance, para que no sean ustedes los que vayan a trabajar hasta allí, pero no te puedo prometer nada –
- Está bien Príncipe, Usted se preocupa ya más de lo que debería por nosotros –
- Me gustaría que no comentaras lo que te he dicho, al menos por ahora –
- Por supuesto príncipe – me dice, el resto de la conversación, solo fueron preguntas y respuestas, siempre necesito saber, si las horas para beber agua y comer se respetan, a veces los guardias de las obras, abusan de los esclavos, y detesto eso.
José termina de informarme de que todo está bien, y me despido de él. Hablando con José, me he olvidado, de que había venido con Lukman, el cual está dando vueltas por todos lados, mirando con asco a los esclavos. Otra razón más para detestar a esté príncipe, y yo que al conocerlo, pensé que podría ser amigo de él, pero con esta actitud, jamás va a pasar. Me acerco hacia el lugar donde está Lukman, lo llamo para que se dé la vuelta y me mire, le indico que ya nos vamos.
- Perfecto – me responde – no quiero estar ningún otro momento en este sucio lugar – Por los dioses! Lukman es detestable, pero, con todo esto de las nuevas estatuas, no tengo ganas de pelear, así que solo mantengo mi rostro de manera neutra, y comienzo a caminar hasta la salida, los guardias me siguen a mí y a Lukman, el cual camina a mi lado, y mientras pasamos por el centro de Egipcio, donde está todo el pueblo, Lukman camina, moviendo sus brazos con lentitud y con la mirada seria, mientras que yo camino con tranquilidad, y le sonrió a cada persona que cruce mirada conmigo. Él y yo somos tan distintos, supongo que jamás nos llevaremos lo suficientemente bien como para lograr algún tipo de amistad, y eso, por alguna razón que no conozco, me entristece.
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Holaa Amigos! Bueno... Gracias por leer, pueden votar y comentar por favor :) siempre les agradezco por qur esten aquí y... Bueno, nos vemos pronto :) Amor Y Paz jajajja
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A Escondidas Del Rey
FanfictionMines, un príncipe de Egipto, y heredero del trono del rey Klalid, es el consentido del reino. Pero es uno de los príncipes mas humildes que puedan existir, preocupado por los esclavos, los siervos y todo el resto de palacio. Siempre acompañado d...