7 "Aislado"

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MINES

Los guardias reales, que ésta mañana salieron junto a mí, acompañándome y con la intención de protegerme, ahora, me llevan hacia palacio, como si yo fuera un criminal. Todo el mundo me ve, se deben estar preguntando, ¿Qué ha hecho el príncipe? Pero para mí, lo que hice no fue nada malo. Ya estoy cansado del abuso que tienen los egipcios contra los esclavos. Hoy mientras regresaba a la obras, un guardia estaba azotando a uno de los esclavos, simplemente por beber un poco más de agua. No dudé por ningún momento en ordenar que azotaran y castigaran a aquel guardia. Pero no esperaba la visita del Rey, ni menos esperaba que reaccionara ante esa forma conmigo. Él es el Rey, pero también es mi Padre, tiene que comprender aquello de una vez por todas.

Las puertas de Palacio se abren, y me llevan directamente al salón del trono, el Rey toma asiento, y estoy únicamente acompañado por los guardias que me traían a la fuerza, y mi Padre.

- Lo que hiciste fue imperdonable – me grita.

- Solo hice justicia – digo sin miedo.

- ¿Justicia? ¿Para un esclavo? Te das cuenta, que ahora por tu culpa, el orden cósmico está desordenado –

- Es su trabajo poner todo en orden de nuevo ¿No? –

- Si – me responde – Mines! Eres el próximo heredero al trono, pero ese título no te saca de la situación en la que estamos –

- No estoy intentando escapar, el castigo que usted me ordene, lo cumpliré – digo con firmeza – no hice nada malo! Mi Rey –

- Basta! – grita furioso, él se pone de pie, humedece sus labios, y comienza a gritar mi castigo – Puedes ser ahorcado, lanzado a los cocodrilos, he incluso ser acusado de traición! Y ser expulsado de Egipto! –

- Va a matarme – susurro para mí en silencio, no puedo creer que mi Padre esté pensando en aquellos castigos para su propio hijo.

- Por el orden y poder que me confieren los dioses. Yo! El Rey Klalid, amado y escogido por el dios RA! Te sentencio, al aislamiento –

- ¿Qué? – Grito furioso - ¿Me vas a encerrar? ¿Hasta cuándo? –

- Hasta que yo sienta que fue suficiente! – Mi padre señala a los guardias y les dice – Pueden llevárselo – Ellos obedecen y me toman de los brazos, no voy a pelear, ni menos a estar en contra de esta situación. Pero si me entristece mucho estar aislado, ya que no voy a estar en mi habitación habitual. Si no, que me llevaran a una celda, una fría celda que está al final de Palacio, solo personas con títulos pueden acercarse a los aislados, príncipes, princesas, reyes o reinas. Pero nadie más.

- Puede entrar príncipe – me dice uno de los guardias, cuando llegamos a mi celda. Yo empujo la fea y gastada puerta de madera. Adentro, no es como yo me imaginaba todo esto. Es una cueva, fría y mojada.

- Esto es horrible – digo para mí mismo, una vez que los guardias me han dejado solo y han puesto el seguro en la puerta. Yo rodeo la enorme cueva, jamás he estado solo, todo el tiempo en mi vida he estado acompañado por personas que viven en Palacio. El Aislamiento es el peor castigo que pudieron haberme dado.

- Su comida príncipe – dice un guardia distinto al que me trajo aquí hace un momento. Yo me acerco a la puerta para recibir lo que me traen, un vaso con agua, y un pan duro.

- ¿Es una broma? – pregunto.

- No – me dice el guardia – Y le aconsejo que no se coma todo ahora, ya que no le dan de comer a los aislados hasta mañana a la misma hora.

- ¿Qué? – pregunto indignado y triste. Pero hablando no voy a solucionar nada, así que recibo lo que me ofrece el guardia. Lo dejo a un lado cuando aquel hombre salé de mi nueva habitación.

Normalmente tengo que ir a las obras, luego me encargo de hacer cosas junto a Yenut, me gusta ir a enseñarle a Tayler cuáles son los colores que me gustan en los collares y pulseras. Al cocinero real, le pido a veces que me deje preparar comida, y juego todo el día con los cientos de condimentos y esencias que hay en la enorme cocina real. Pero ahora, no tengo nada más que hacer, que sentarme en un rincón de está estúpida y fea cueva, y esperar que el Rey quiera dejarme en libertad.

Un largo tiempo después, miro por una pequeña ventana que hay en la cueva, la cual está para que la luz del día llegue a la celda. Pero ahora, está entrando la noche, y estoy quedando completamente a oscuras, lo cual me asusta. Le tengo miedo a la oscuridad, y es un miedo que nadie a mí alrededor lo conoce.

Un ruido en la puerta me distrae por un momento, con la esperanza de que sean buenas noticias, recibo a mi hermana.

- Por los dioses hermano, esto es horrible – me dice ella mientras me abraza.

- Lo sé – responde – pero, ¿Qué haces aquí? –

- Vine a ver como estabas –

- Estoy bien – tengo hambre y frío, pero prefiero no preocuparla – no deberías estar aquí, nuestro Padre está furioso y puede castigarte a ti igual –

- Lo dudo mucho – me dice ella – Mañana hay una cena especial por mi compromiso con Rein -

- Lo había olvidado – susurro con nostalgia, yo si quería ir a aquella cena, y ver qué tal va todo el asunto de la boda.

- Bueno... me tengo que ir – dice, me vuelve a abrazar, y yo me despido de ella, cuando se va, vuelvo a sentarme en aquel rincón que está debajo de la pequeña ventana de piedra. No quiero estar tan cerca de la oscuridad.

Cada vez está más oscuro, y la falta de velas aquí se hace presente. Comienzo a creer que esto es aún peor de lo que había imaginado en un comienzo. Trato de cerrar mis ojos, para apartar mis miedos, hasta que otro ruido en la puerta me distrae. Trato de enfocar mi mirada a través de la oscuridad, pero aun apenas viendo con claridad, puedo notar, que aquella persona que está en la puerta de mi cueva, es Lukman.

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A Escondidas Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora