Prologo

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Ivan Basileus posó su mano sobre la redondez firme del estómago muy embarazado de su esposa. Expresó con un gruñido bajo en su garganta, su profunda satisfacción y contento, cuando sintió a su niño que habitaba con toda seguridad bajo su mano. Brianna, su esposa y su consorte de toda la vida, sonrío y colocó su mano encima de ella entrelazando sus dedos para fortalecer su lazo. Él no podía resistir el atractivo de su cercanía. Se inclinó y la besó fervientemente en la curva de su cuello y en el hombro, maravillándose nuevamente de lo afortunado que era al haber encontrado a la compañera perfecta para su alma en ella. La amaba muchísimo.
El aliento de Brianna aumentó audiblemente y sus ojos ardieron despertando su deseo cuando se giró a mirarle. Pero ella recordaba algo que él no, tenían una reunión, con su grupo en la casa. Así es que ahuyentó sus atenciones con una pequeña sonrisa y un susurro prometiéndole que habría tiempo para un juego más serio después de la reunión. Ivan a regañadientes dio marcha atrás, sus ojos ardiendo a fuego lento, pero la mantuvo cerca, dentro del círculo protector de sus brazos.
Reunidos alrededor de ellos en la habitación débilmente iluminada por el fuego, estaban los miembros adultos de su numerosa familia. Primos, tíos, tías, sobrinas, y sobrinos... todos estaban pendientes. Ivan estaba agradecido con todos y cada uno de ellos, como sabía que su esposa lo estaba. Brianna tenía siete meses de embarazo, y estaba pesada con la nueva vida que crecía dentro de ella. Había emigrado de los Estados Unidos menos de un año antes para ser su consorte, su esposa, sacrificando mucho para estar a su lado en la salvaje tierra que era su hogar natal. Pero ella había dejado un asunto sin resolver detrás, en su país de nacimiento, asuntos comerciales con la compañía de su tío, la cuál había heredado a su muerte. Esta reunión entre su familia y sus compañeros debía decidir el resultado de alguno de esos asuntos.
La madre de Ivan, Servina, aclaró su garganta y se dirigió al grupo en general. Ella habló en inglés en favor de Brianna, quien apenas había comenzado a aprender su lengua natal rusa. — Es obvio que Brianna no puede ir. Su tiempo esta demasiado cerca. ¿Qué ocurre si su bebe adelanta su nacimiento? No podemos permitir que un doctor humano atienda el nacimiento de uno de los nuestros. Debe quedarse aquí, a fin de que podamos ocuparnos de su cuidado correctamente, como solo los de nuestra clase conocen. —El orgulloso tono ruso de su voz, no permitió ningún argumento.
— Sí Mama, yo estoy de acuerdo contigo. ¿Pero qué podemos hacer? ¿A quién podemos enviar que se ocupe de este negocio con su empresa? Los miembros del consejo del grupo de conservación Living Forest pidieron que fuera en persona para esta nueva propuesta que tienen. Tomará mucha persuasión dejarlos aceptar a alguien más en su lugar. ¿Y quién entre nosotros podría actuar con la autoridad que será necesaria entre los profesionales de Nueva York? —Argumentó Ivan sintiendo la futilidad de la situación.
— De todas maneras ella no puede ir. No hasta después del nacimiento de su cachorro, de todos modos —dijo Servinaa.
— Podría ir únicamente por un par de días. Entenderán que no puedo quedarme más tiempo, después de firmar los documentos de identificación necesarios —dijo Brianna.
— No. —Desde la oscura esquina del cuarto provino una dictatorial y seria voz masculina.
Hubo una oleada de movimiento y una cara apareció entre las sombras. Nikolai se movió gradualmente hacia donde alumbraba el fuego en la habitación. Sus movimientos tenían una gracia extraña, llena de peligro, misterio y sobre todo, poder. De hecho no era extraño que él fuera el más respetado y temido de su raza. El Wawkalak, el Bodark, el hombre lobo.
Todo el mundo en el cuarto se mantuvo en silencio. No era a menudo que veían a Nikolai de ese modo. Él estaba usualmente fuera, en la salvaje tierra, ocupándose de la protección y seguridad del pueblo y la gente que vivía dentro de él. Era un lobo solitario, un protector de su familia y su forma de vida. Era el alfa Bodark... el líder del grupo.
— No. Brianna, te quedarás dentro de la seguridad de nuestras fronteras. No podemos arriesgarte a ti o al niño que llevas. —La voz de Nikolai fue firme e inquebrantable.
— ¿Entonces qué haremos, Nikolai? Su gente necesita de su aprobación firmada para que continúen sus esfuerzos salvando los antiguos bosques americanos. No debemos estorbar un empeño tan noble. Es nuestro deber cuidar de la madre Tierra, ya sea en nuestras fronteras o cruzando el mar.
— Tiene razón, Ivan. Estos documentos legales deben ser firmados. Los bosques antiguos del mundo deben ser salvados —Nikolai estuvo de acuerdo en forma sombría.
— Pero la junta no me enviará los documentos a firmar. Quieren que alguien esté allí en persona, escuche la propuesta y resuelva el resto de los asuntos pendientes de mi tío dentro de la compañía. Lo he postergado por tanto tiempo que no aceptarán ninguna excusa esta vez. Tengo que ir —Apuntó Brianna.
— No irás, y esto es el final. —Nikolai esperó un largo momento antes de hablar otra vez. Parecía que estaba librando alguna batalla interna antes de expresar las palabras— Iré yo. —Se escuchó un suspiro colectivo ante su declaración.
— ¡No! Tú no nos debes dejar —intervino un hombre, un primo segundo de Ivan.— Eres nuestro alfa Bodark, nuestro líder. No nos puedes dejar sin protección.
— Cálmate, Dimitri. —Nikolai dirigió una dura mirada al hombre y Dimitri inmediatamente se echó hacia atrás. Lenta y cautelosamente, retrocediendo a las sombras, obedeciendo la compulsión en el tono de Nikolai y mostrando su obediencia hacia su líder. — El grupo no estará sin protección. Ivan y Hugh son los varones betas del grupo, mis segundos. Ellos se ocuparán de las cosas mientras estoy ausente.
— Te daré representación legal para este proyecto, y trataré de convencer a la junta para dejar que firmes en mi lugar. Si les hace sentirse más seguros, entonces puedo prometer asistir a las reuniones de la junta a través del teléfono con altavoz, mientras estas en Nueva York. Tendré que hacer algunos arreglos, pero seguramente entenderán la necesidad en este caso —Dijo Brianna, ansiosa por encontrar alguna resolución para el problema.
— Telefonea a tu gente. Déjalos saber que iré —El tono de Nikolai fue terminante.
Su palabra era la ley.
* * * * *

— Algo te molesta, Niki.
Nikolai cambió de dirección con una exhalación suave de respiración y sonrió a su abuela, Elizabeth. Ella se había dirigido a él, en su lengua nativa, el ruso y respondió del mismo modo. — Me conoces demasiado bien, Abuela. Pero no estoy agobiado así es que, no preocupes a tu mente con eso.
Elizabet se hundió al lado de él en la roca gigante que estaba sobre su pueblo. Aunque tenía ochenta y cuatro años de edad, todavía poseía la destreza atlética de su raza, y tuvo el gusto de notar que sus huesos sólo rechinaron un poco cuando se sentó. Se envolvió en sus brazos y suspiró.
Desde la edad de doce años, cuando salvó a sus dos hermanos menores de la muerte por obra de unos cazadores y se había convertido en un hombre adulto, Nikolai había sido una silenciosa fuerza que cuidaba a la gente de su pueblo. No era a menudo que él necesitara de su guía. Estaba un tanto preocupada, así como complacida de que él pareciese necesitarla ahora, independientemente de que quisiera admitir su necesidad o no.
— Dime lo que te tiene aquí empollando —urgió ella con una pequeña sonrisa.
— Es difícil de explicar... incluso a mi mismo. No estoy seguro exactamente de que tenga necesidad de "empollar" como lo llamas —dijo con una pequeña sonrisita ahogada, atrayéndola más cerca. — Dejaré este lugar por primera vez en mi vida. No he dejado el grupo desde que me hice alfa y estoy intranquilo —admitió quedamente. — Hay una inquietud desconocida en mi corazón y no sé la causa. Quizá sea la luna y nada más. —Ambos dirigieron su vista al cielo iluminado por las estrellas y a la luna nueva que, aun sin ser vista todavía, tiraba de ellos.
— ¿Temes, quizás que Ivan y Hugh no puedan proteger el pueblo?
— No. Ellos son mis segundos en línea, por derecho de fuerza y astucia. No fallarán a nuestra gente, o a mí. Eso no es lo que me preocupa, estoy tranquilo en ese aspecto. —Sus palabras fueron firmes, como si la sugerencia de que Ivan o Hugh fallaran en sus deberes fuera inaceptable.
Quedaron en silencio por un largo momento, observando las luces parpadeantes en las casas de tronco abajo, desde la elevada altura donde se encontraban.
— ¿Por qué vas a ir, Niki? ¿Por qué sientes la necesidad de ir a esa ciudad americana extraña que esta llena de tantos humanos? No es solamente por ayudar a Brianna y a su bebé. Todo eso lo puedo ver.
Nikolai pareció meditar sus palabras cuidadosamente antes de responder.— Siento que estoy siendo dirigido por un poder que está más allá de mí. He tenido sueños. Visiones. Las he tenido de un tiempo a esta parte, pero sólo recientemente me han molestado frecuentemente. Me pongo cada vez más inquieto con cada noche que pasa, y los sueños son los culpables, estoy seguro de ello. Estos sueños me dicen que vaya a América y encuentre lo que el destino tiene reservado para mí allí. Tengo que ir. No podré descansar hasta que lo haga.
— Si has tenido visiones desde luego que no tienes alternativa y debes ir a donde te dirigen. Como el alfa, tienes un gran don, el del ojo que ve el futuro de nuestro grupo. ¿Pero que piensas que encontrarás en América? ¿Qué podría aguardarte allí, si no solo pena en medio de tantos desconocidos? ¿Tantos humanos? ¿Te han dicho tus sueños algo de eso?
— No sé lo que encontraré. Pero debo dejar este lugar y lo debo dejar pronto. Siento que algo me está esperando, al otro lado del mar. Ha estado esperando por mucho tiempo y debo ir a encontrarlo. —Su voz era casi un susurro, pero firme en su resolución.
Elizabeth nunca había visto a su nieto tan decidido. Él estaba siempre seguro de sí mismo, y quizá más que un poco arrogante como el alfa masculino de su grupo. Pero esto era algo por completo diferente. Sonrió y besó su cabello ligeramente. — Harás lo que tengas que hacer, como siempre lo has hecho. Pero ten cuidado, hijo. Tú mismo has admitido que desconoces lo que te está esperando a través del mar. Ten cuidado del peligro por todos lados, Nikolai. El mundo no es a menudo amable, especialmente para los seres como nosotros. Ten cuidado con las fases de la luna; actúa como un humano, pero no olvides quién eres y lo que eres. Regresa a nosotros pronto.
— Lo haré abuela —prometió. Sus ojos azul claro brillaron intensa y peligrosamente a la luz de la luna.— Muy pronto. Te lo prometo.


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