Capitulo 4

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— ¿Te gusta vivir en la ciudad? —Nikolai preguntó más tarde. La cena ya había acabado hacia tiempo, y se habían sentado para tener una amena conversación, sencillamente, juntos bajo los débiles rayos de la luna y las estrellas.
— A veces. Aunque no soy originaria de este lugar.
— ¿Ah no? ¿Entonces de dónde eres?
— Pennsylvania. Crecí en una granja cerca de allí, es un lugar completamente diferente, te lo puedo asegurar. La verdad casi sufrí por el choque de culturas cuando llegue por primera vez aquí. Siempre quise vivir en una gran ciudad, pero no estaba preparada para como de grande podría llegar a ser. Todo lleno de desconocidos y sitios extraños.
— ¿Pero querías vivir aquí? ¿Planeabas hacerlo? —Los ojos de Nikolai se agrandaron estupefactos cuando ella afirmo con su cabeza.— Pero, ¿por qué? —Su voz sonó incrédula.
— Bueno, crecí en una pequeña ciudad. Y cuando era joven, soñaba que con trasladarme a la ciudad, me haría alguien importante, eso creía. No estoy segura que fue lo que pensé, me parece que ha pasado tanto tiempo. — Se escucho mientras lo pensaba para si misma.
— ¿Y si pudieras elegir de nuevo? ¿Vivirías en la granja o en la ciudad? —Él pareció muy interesado en su respuesta.
— En la granja —contestó rápidamente. Esta era una pregunta que a menudo se había preguntaba durante todos estos años.— No me entiendas mal —se apresuró a seguir— No es que sea exactamente infeliz aquí. Me gusta ir a clase, y el Señor sabe que he trabajado mucho para poder conseguirlo. Pero hay momentos en los que hecho de menos el verdor del pasto, los árboles y el cielo abierto. La simpleza, esa belleza, en esta parte del país no se puede encontrar, ni siquiera en los parques. Realmente lo extraño a veces, ¿Sabes? Aquella soledad tranquilizaba a una.
— Sí. Sólo he estado aquí una semana y ya hecho de menos el silencio y el aislamiento de mi tierra, también. Esto es demasiado... demasiado lleno de movimiento, ruidos y los olores son asquerosos. —Hizo una pausa durante un largo momento, perdido profundamente en sus pensamientos.— Pero, vas a regresar algún día a tu granja. ¿Después de qué tu educación finalice? ¿No tienes familia allí?
— No. Mis padres murieron hace algunos años. En un principio fue la razón por la cual me vine a vivir aquí. Y por lo que tuve que vender la granja para liquidar todas sus deudas —admitió ella pesarosa.— Tengo algo de familia todavía por allí, primos, tías y tíos, pero nadie a los que realmente considere cercanos. No he tenido tiempo en estos últimos años para hacerles una visita.
— Lamento escuchar que estas tan sola. —Su voz fue baja y triste cuando lo dijo.
— No estoy sola. ¿Cómo se puede estar sola entre tantas personas en una ciudad como esta? —Julia desecho ese tema y rápidamente cambio a otro.— ¿Entonces como es tu casa? Cuéntame más cosas sobre ella. ¿Tienes familia allí, además de tu primo y su esposa?
Nikolai sacudió su melena hacia atrás y se rió, permitiendo que ese momento de tristeza entre ellos pasara como si nunca hubiera existido.
— A veces creo que tengo demasiada familia allí. Ellos siempre me están persiguiendo. Pero los amo y los protegería con mi vida. Y mi tierra... ¡Siento que no puedas verla Julia! Te gustaría aquello. Mi pueblo está en medio de un viejo bosque en crecimiento, rodeado por millas de árboles de los más grandes que alguna vez hayas visto. Hay montañas alrededor nuestro, hasta alcanzar el alto cielo, y nieva tan a menudo, que es como una pintura con un blanco brillante. Y el aire es tan limpio, tan puro, que casi hace estallar los pulmones en los días helados.
— Parece encantador. Pero tengo que preguntar. ¿Cómo es un viejo bosque en crecimiento?
— Los árboles son centenarios, algunos milenarios, muchos enterrados con piedras. Algunos de los árboles más viejos de la Tierra los puedes encontrar allí. Es por eso que ahora son gigantes; han tenido bastante tiempo para crecer. ¡Alguno son tan grandes que hacen pequeños a los edificios que nos rodean!
Julia se maravilló que eso pudiera ser posible. Gigantescos árboles milenarios tan altos como uno de esos edificios. Parecía algo ultrajante, aunque ella vagamente recordaba haber escuchado que había bosques en el Estado de Washington que también tenían esa edad.
— Es asombroso. No puedo creerme que vivas en un lugar así. Apuesto a que es absolutamente magnífico.
— Lo es. No hay ningún otro lugar sobre la Tierra que puede comparase con su belleza, y soy imparcial. Veo todo esto, y cuando regrese lo valoraré más todavía, después de haber visto este lugar tan frío, este lugar gris que es esta ciudad.
Cayeron en un silencio amistoso, cada uno sumergido en sus pensamientos. Entonces Julia comprendió que debería de ser muy tarde, miró su reloj y casi jadeó al ver que habían pasado las tres de la mañana.
— ¡Dios bendito! Que tarde es, el tiempo pasa volando. —Ella se levanto de su silla y Nikolai estuvo al momento a su lado, aunque ella casi no lo vio moverse.
— ¿Te tienes que ir? —preguntó con voz sosegada.
El cuerpo de Julia vibró por el timbre tan íntimo de sus palabras y del repentino, feroz resplandor de sus ojos. Estaba tan cerca de él que podría ver como se habían dilatado sus pupilas con un fuego azul plateado en sus ojos.
— No quiero mantenerte despierto hasta tan tarde. Debes de ocuparte de algún negocio mañana temprano. —Julia sabía que era una excusa tonta, pero no sabía como introducir cualquier tema con las palabras él y su cama, ya que si tenía en cuenta la mirada que había en sus ojos, sabía exactamente el lugar donde él quería que ella fuera.
— ¿Y que pasa contigo? ¿Tienes que trabajar por la mañana? —preguntó él, con la intención de conseguir una respuesta.
— N-no. No tengo nada programado hasta mañana por la tarde. —Estaba de repente sin aliento.
— Entonces quédate. —Pareció gruñir las palabras y el sonido se instalo como una ola gigante en la garganta de ella, barriendo hacia ella desde las oscuras profundidades de un mar con una pasión imposible de ocultarlas.— Quédate —repitió él con un susurro gutural.
— No puedo —cuando lo dijo, se odió por ello. Aquí estaba el momento que había estado esperando, la oportunidad de sentir a alguien cerca aunque solo fuera por unas cortas horas. Pero, a pesar de su necesidad profunda y del deseo por este hombre, sabía que esto cambiaria su destino si cedía. No había ninguna manera en la que podría saborear, una noche con este hombre y lo tendría en su mente para siempre preguntándose que había sido de él. Era demasiado fascinante, y también le parecía observar que él sentía lo mismo hacia ella. Si no hubiera alguna posibilidad de que su corazón se complicara, no habría vacilado... pero el instinto de conservación era una fuerza poderosa que le impedía dar ese paso. Aunque lo quería... tuvo que decir no.
O era el riesgo de tener un corazón magullado cuando tuviera que abandonarlo con la salida del sol.
— No te defraudare. Solo te daré placer, te lo prometo —juró con ojos ardientes.
¡Oh, si sólo pudiera creerle! Pero él no tenía ninguna idea de como la afectaría relacionarse sexualmente con él. La haría cambiar para lo bueno y lo malo.
— Lo siento. —Su voz se escuchó ahogada por las lágrimas no derramadas.
Algo llameó en lo más profundo de sus ojos, algo peligroso y salvaje, y Julia sintió miedo. Sus ojos brillaban con ferocidad descontrolada y con un veloz movimiento sus manos se extendieron y la agarraron apretándola entre sus brazos.
— No tienes ninguna necesidad de temerme, hermosa Julia. Sé que apenas nos conocemos... pero si te arriesgaras en esto te tratare como mereces, Prometo no decepcionarte. —La sacudió un poco, aturdiéndola con la fuerza y pasión que había mostrado en sus palabras.— Puedo volverte al revés por el placer y me gritarías pidiendo más, ¡Lo juro! Nunca conocerás una liberación como la que puedo darte. Confía en mí para amarte y nunca querrás estar lejos de mis brazos.
— ¡Suéltame! —ordenó alarmada después de despertarse de la pasión que la había aturdido.
— No lo entiendes... déjame que te lo demuestre. —dijo esto último, un segundo antes de que sus labios se acercaran a los suyos.
Él tenía los labios más suaves, sedosos, llenos de magia y maravillosos. Ella sabía solamente al mirarlos que habían sido creados para ser besados, pero no había adivinado lo perfectamente que se amoldarían a los suyos, como si hubieran sido hechos para unirse como lo hicieron. De repente era dulce y picante, totalmente masculino. A pesar de su estado de obvia confusión él no devastó su boca, de tal manera ella podría haber sido capaz de resistirse, luchar contra sus deseos, en cambio, la saboreó y jugueteo, estimulando y despertándola hasta que estuvo flácida contra él y dejándole hacer sus deseos.
La sosegada caricia cedió dando paso a unos mordiscos juguetones y Julia se sintió indefensa para impedir que sus brazos se elevaran hasta colocarse alrededor de su fuerte cuello. La percepción de su cabello fue toda una tentación, esa suavidad de puro satén que la pedía que enterrara sus manos profundamente dentro de él, cosa que al momento hizo. Sus músculos se movieron contra ella, cada seductora ondulación que pareció un tanto extraña como maravillosa al mismo tiempo, y se presionaron juntos en un abrazo. Las manos de Nikolai se movieron por sus brazos con sumo cuidado colocándolas sobre su cabeza para hacerla girar hacia él, para profundizar aún más el beso.
Un lametón fugaz con sus labios fue toda la advertencia que tuvo antes de que investigara más profundamente dentro de su boca. La besaba con tanto deseo que parecía que la quería devorar entera, como si fuera un entremés antes de la comida. Su lengua acariciaba intensamente su boca, llenándose de su sabor. Ella suspiró, enardecida, dichosamente y él respiro su cálido aliento sin poderlo remediar. Gruñó contra ella, haciendo vibrar sus hinchados labios con vida propia.
Sus manos se volvieron más urgentes, más exigentes. Tirando de su cabello, aflojando luego la presión hasta moverlas hacia su nuca y espalda. Julia sólo pudo soltar un pequeño gemido sobre la boca errante de Nikolai cuando este la levantó contra él, hasta tener sus pies colgados a solo unos milímetros del piso. La mantuvo alzada sin ningún esfuerzo, demostrándole su impresionante fuerza y Julia casi se desmayó por ese arrebato. Perdiendo incluso su buen juicio comenzó a hundirse más en el abrazo.
Lo besó con toda la pasión que había reprimido durante todos los años. Donde antes él había sido el agresor, ahora fue ella la que tomó el mando del beso. Cuando su lengua instigadora se retiró de su boca, la suya enseguida cogió su relevo para investigar la dulzura de la suya. Con sus lenguas enredadas, en un baile de puro erotismo, gimieron en respuesta. Sus manos vagabundeaban a los largo de sus espaldas, deleitándose al sentir la ondulación de sus músculos bajo la ropa.
Las manos de Nikolai agarraron con fuerza su espalda, moviéndose con un pequeño paso hacia la silla que ella acababa de desocupar. Posando un pie sobre el asiento, colocándola a horcajadas sobre su rodilla. Julia jadeó contra su boca e hizo un intento de retirarse, pero ahora que su peso descansaba sobre su inclinada rodilla, las manos de Nikolai estaban otra vez libres para moverse. Él fijo sus labios contra los suyos, colocando una mano en su mandíbula, impidiéndole así mover su cabeza nada más que unos preciosos milímetros. Su otra mano se movió hacia abajo, apretando la carne de su nalga, causando una ondulación instintiva contra la fuerte columna de su muslo. Caliente, el deseo líquido se reunió entre sus piernas casi inmediatamente y ella se agarró a él con desesperación para intentar resistir la tormenta de sentimiento que la arrastró en ese momento.
La mano de Nikolai permaneció en su mandíbula, con cuidado pero firme, manteniéndola cautiva, sus labios se apartaron de los suyos después de lo que pareció una eternidad, dejándola narcotizada. Despacio, tranquilamente, retirando su boca de la suya, bajando por su barbilla y garganta. Olisqueando por donde pasaba, soltando diminutos besos calientes a lo largo de su cuello hasta que ella dejo caer su cabeza ofreciéndole su piel débil y frágil. Julia oyó la respiración desigual cuando él inhaló profundamente su olor. Parecía disfrutar del olor y el gusto de ella, si ese gemido estrangulado era algún tipo de indicación.
— Julia, mi Julia —decía respirando contra su piel. Sus manos la apretaron y luego él la levantó a cierta distancia de él. Ella podría haber gritado por la decepción que había sentido en ese instante, al sentir su caliente músculo pero eso fue antes de que ella viera lo que él tenía pensado hacer después.
Nikolai la coloco sobre sus pies, cuidando de estabilizarla ya que ella se habría caído sobre sus débiles rodillas. Al momento se inclinó, sin retirar su cara del hueco de su garganta, gruñendo y murmurando incoherencias en su lengua natal. Sus manos se acercaron a los botones de su blusa y sorprendentemente en pocos segundos la había descubierto desde el cuello hasta el ombligo. Lo único qué permaneció en su sitio fue el rosado sostén, la última barrera que había entre ellos. Sus manos vagaron, acariciando su suave carne del vientre, y su cara bajó hasta el valle de entre sus pechos donde de repente se calmo, respirando profundamente.
Con un movimiento lleno de gracia que la asustó, fue demasiado fluido para un hombre de su masa y estatura, se arrodilló ante ella. Incluso en su estado de aturdimiento Julia podría ver como sus manos temblaban cuando estas se elevaron para acoger el peso de sus pechos. La sostuvo cuidadosamente, amorosamente, como si temiera que pudieran romperse, y sintió como su boca apresaba suavemente su prieto pezón con la boca. Ella gimió y se maravilló por que ese roto sonido hubiera salido de su propia boca. Sus rodillas temblaban y sus bragas se empaparon con la evidencia de su feroz deseo. Nunca había sentido este despertar a la pasión, estaba tan preparada para el baile en la unión entre un macho y su hembra.
La boca de Nikolai llamó su atención una vez más, cuando él la desplazo hacia abajo, olisqueando el hueco bajo de sus pechos. Sintiendo la apacible mordedura de sus dientes y luego de inmediato su suave lengua, aliviando el pequeño escozor. Él se movió todavía más abajo, colocándose sobre sus rodillas ahora, y enterrado su cara contra la suavidad de su vientre. Allí respiro otra vez profundamente, soltando un gruñido desde dentro de su pecho y garganta. Parecía estar en un estado animal, demasiado peligroso para pertenecer a una garganta humana y la habría alarmado si hubiera estado consciente, sin el calor del momento. Enterrando su cara más profundamente contra ella, agarrándola contra si casi desesperadamente, gruñó otra vez.
Con un rápido movimiento la empujó fuera de su alcance, mientras se balanceaba. Y en lo que lleva un parpadeo de un ojo él había puesto distancia en el balcón entre ellos, enterrándose profundamente dentro de las sombras para que ella no pudiera verlo claramente.
— Vete, Julia. Te libraras de mí por esta noche. —Su voz ronca y pesada se acentuó ahora, completamente cambiando la cadencia y su tono, diferente a la calidad musical que había mostrado en cada momento de la noche. El sonido que la acobardaba en extremo y el sentimiento del miedo que había sentido en varias ocasiones esta noche, volvió con un rugido de advertencia para su persona.
Con manos temblorosas torpemente arregló su ropa, sin saber como reaccionar ante el repentino cambio de humor de Nikolai. A ella pareció llevarle demasiado tiempo su incertidumbre, por lo que Nikolai gruñó otra vez y casi rugió sus últimas palabras.
— ¡Vete ahora, mujer! Querías marcharte, hazlo ahora. Por el amor de Dios, acomoda tu ropa una vez que estés a salvo en el pasillo. —Su voz sonó ahogada en el silencio de la habitación, resonado sus palabras entre ellos.
Julia sintió alzarse su mal humor ante sus palabras. ¡Por el desafío cuando él ladraba órdenes como si ella fuera una criada! Él había sido quién la había perseguido después de su primera retirada. Él era el que la había sepultado en un abrazo que había obnubilado sus sentidos y la había hecho anhelar más, no a la inversa.
— Bien, me iré. Es lo que quería, de todos modos —mintió.— Y la próxima vez no finjas estar impaciente por follar, cuando es obvio que no lo estas. —Ella salió del balcón y se dirigió por la habitación hacia la puerta. Las habitaciones estaban a oscuras. Nikolai debía de haberlas apagado todas excepto la luz del dormitorio, que había servido para iluminar la cena en el balcón, cuando había recogido la bandeja que el servicio de habitaciones había llevado.
— ¡Ebat'-kopat'! ¿Es eso lo que piensas? ¿Qué estaba fingiendo que te deseaba?
Julia saltó por ese frío rugido. Nikolai había dicho esas palabras directamente en su oído, pero ella no sabía que la había seguido, mucho menos que estuviera tan cerca suyo. Se dio la vuelta y vio una forma difusa pero con el ceño fruncido.
— No voy a llevar esta conversación más lejos. Me has aclarado tus intenciones, ahora que me has visto medio desnuda, estoy segura que ha sido una gran decepción para ti, es obvio que no quieres nada conmigo. —Ella habló atropelladamente, saliendo rápidamente. Nunca había estado tan avergonzada y estuvo agradecida por la oscuridad que la ayudó a ocultar su rubor por la vergüenza que sentía. Sintió el dolor de su rechazo como un cuchillo clavado en su corazón, pero agradeciendo, al menos, que él la hubiera rechazado antes de que él se hubiera acostado con ella.
— No daré nombre a tus absurdas declaraciones, cuando eres lo mas hermoso por lo menos "medio desnuda" que podría haberme imaginado. Pero te tienes que ir. Me siento... enfermo... de repente. Soy tan brusco contigo porque no quiero que me veas de esta manera después de la tarde tan perfecta que hemos tenido.
Parecía tan honesto, tan creíble que su corazón inmediatamente se ablandó por el perdón.
— ¿Fue algo que comiste? ¿Necesitas algún medicamento? ¿Deberías de descansar en cama?
— Quizás fue algún alimento. No lo sé. Por favor, Julia, vete antes de que haga aun más el tonto. Siento si te he estropeado la velada. Siento si te he asustado. ¿Puedo verte mañana por la noche después del trabajo?
Julia pensó en ello y afirmo antes de que supiera lo que significaba. Entonces recordó lo sinuoso que era e hizo un intento de hablar, pero Nikolai coloco una mano sobre su espalda, abrió la puerta para ella y con cuidado le indico que saliera por ella.
— Te veré mañana por la noche, entonces. Felices Sueños, hermosa Julia.
La puerta se cerro firmemente detrás suyo antes de que pudiera contestar y exhaló, exasperada por como había resultado la tarde. Nunca entendería a los hombres mientras viviera. ¡Eran tan confusos!
Solo le tomó unos minutos hacer el trayecto hasta el área de recepción donde, juntó con su bloc de dibujo y bolso, llamó a un taxi para que la recogiera. Por suerte Nora estaría en algún sitio en el momento en que llegó, si no habría sido detenida para mil y una preguntas de lo ocurrido. De forma inexplicable una congoja se instalo en su garganta al pensar en ir a su apartamento vacío, pero rápidamente cambio sus pensamientos a algo más feliz. Acababa de tener una maravillosa cena, sin haber tenido la necesidad de pagarla, y había sido besada por el espécimen más sexual que alguna vez hubiera visto. ¿Qué más podía querer una muchacha, realmente?
Julia camino hasta el taxi que la esperaba, su cabeza se giro por la mordedura repentina del viento que azotaba su cabello cuando pasaba entre los altos edificios que la rodearon. Dio un paso para entrar en el taxi, justo en el momento antes de que cerrara la puerta y el conductor arrancara el motor, podría haber jurado que escucho un sonido que no tenía lugar en los estériles límites de la gran ciudad.
El largo y triste lamento de un lobo.

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