Enamoré a Joshua Dun.

¿Era amor o deseo?

-Joshua, te quiero- dijo Isabelle, besando los labios de "su novio". Pero él se apartó susurrando un "no me comprometas". Issy sintió su corazón derrumbarse;  sabía la clase de chico que era Josh y lo adoraba, en cambio, él no sentía lo mismo... por ninguna mujer, aunque había perdido la cuenta sobre con cuántas había salido ese mes. -¿Crees que algún día llegarás a decir "yo también"?

-Isabelle, basta. Sabes cómo soy respecto a ese tema - dijo lo suficientemente serio como para que Issy callara sus pensamientos.

Joshua admiraba a grandes escalas a Isabelle: ella era su compañera de clases desde los seis años, y luego continuaron hablando, hasta el punto en que ella se había vuelto la zorra que Josh llamaba cada vez que necesitaba pasarla bien. No había otra definición más que decir que ella era otra más del montón del famoso baterista.

Luego de que Isabelle se vistiera, despidió a Josh con un beso no correspondido. Triste caminó a su departamento, y triste entró a saludar a su compañera de habitación, América. En verdad no se llevaban muy bien, pero sus madres habían sido muy amigas de pequeñas y decidieron que llevar a convivir a sus hijas a un departamento sería una buena forma de comenzar un lazo de amistad.

Issy y América se saludaron con un vago gesto de manos. Issy fue al baño a tomar una ducha mientras América estaba en su laptop terminando un trabajo de la Universidad. En cuanto Isabelle salió del baño, América escuchó sus llantos. Debatía mentalmente si tratar de ayudarla o quedarse callada, pero obviamente el instinto curioso que llevaba dentro salió a la luz. Fue hacia el cuarto de su compañera y tocó la puerta.

-No es un buen momento, América.

-Lo sé, ¿puedo pasar?

Esperó unos tres minutos hasta que Isabelle abrió la puerta, tratando de disimular su llanto.

-Sabes, espero que me cuentes qué pasó hoy - dijo América, segura - hace unos días estoy viendo un cambio... no quieres comer, no hablas conmigo, te pasas todo el día afuera y debo mentirle a tu mamá cuando llama para ver cómo estás porque ni yo sé dónde decirle que estás.

-Es... es cierto, perdón pero no puedo decirte, no está en mi poder aunque quiera.

-¿Qué? - preguntó confundida la amiga menor.

-Lo siento- dijo Issy mientras cerraba la puerta en su cara.

Pero América abrió la puerta de un golpazo que ni ella se esperaba. Pasó 45 minutos a reloj tratando de convencer a Isabelle, más por curiosidad que por preocupación del bienestar de su compañera.

-Prometeme que no le dirás a nadie. A NADIE, AMÉRICA. - ella asintió, e Isabelle prosiguió - Bueno. Hay un chico de una banda, no importa cuál. Lo conozco desde pequeña, y últimamente hemos estado hablando para encontrarnos, ya sabes, para eso...

-Bueno, no veo ningún mal en eso. Tienes 25, aún puedes cometer bobadas.

-No termina ahí. Es muy lindo y lo quiero, increíblemente lo quiero. Pero su personalidad es... peculiar. Es decir, puede andar de acá para allá con tres mujeres en una noche.

-Oh, así que es mujeriego.

-Y despreciativo. No siente amor por nadie más que por él mismo, y he estado intentando cambiar eso, pero parece estar muy decidido en comportarse así. No se qué hacer, América. - dijo colocando sus manos en su cara mientras se sentaba en la cama.

América se sentó junto a ella y la abrazó, esta vez no fue un abrazo falso como los que solían darse, sino uno de compasión.

-Entonces le daremos una cucharada de su propia medicina - susurró América malévola - ¿Qué tal si hacemos una fiesta con nuestros amigos, invitas a este chico que me dices y también a Gian?

Isabelle se emocionó ante la idea de reunirse con su ex novio y su "novio" actual, y entendía el plan de América. Pero era arriesgado.

-¿Crees que le dará celos verme con Gian?

-Oh nena, creo que verá lo que se está perdiendo.

Ambas sonrieron ampliamente y comenzaron con los preparativos.