No soy yo. Es ella.

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Un día nuevo. Otro de los tantos. Pero lo que mantenía firme a América era saber que volvería a ver a Josh. Se había repetido mil veces que nada pasaría con el baterista, que sólo serían amigos, pero no podía creerlo. No quería. Lo que quería era que el reloj apuntara a las 11 am. Pero eran las ocho y estaba en el autobús que la llevaba a la universidad.

Todo fue normal y aburrido. Las mismas caras, la misma rutina. Escuchar al profesor, copiar en su cuaderno y todo otra vez.

Nueve, diez, once.

Fue al espejo para mirarse por última vez. Esta vez, haber usado maquillaje y tacos había sido una gran opción, así finalmente estaría a la altura de Joshua. Se dijo a sí misma que debía tranquilizarse y salió por la puerta.

Allí estaba Josh. Tan sólo imagínenlo apoyado en su auto, esperándola. América sintió que iba a desmayarse.

-Hola- lo saludó.

-Hola. Qué linda estás- contestó él con una sonrisa ¿tímida?

América le sonrió y Josh le abrió la puerta del copiloto para que entrase, y luego subió en su asiento.

-Entonces ¿cómo te fue hoy?- le preguntó el baterista mientras ponía el auto en marcha 

-Decir que fue aburrido es poco.

-¿Es tan malo?

-Lo es. Las horas se pasan súper lento.

Josh dio un suspiro.

-Me haces tensar a mí y ni siquiera fui a la universidad.

-¿Cómo..? Ah, claro. La banda. Afortunado.

Ambos rieron, y antes de darse cuenta ya estaban en Taco Bell.

Después de una larga pelea por quién pagaría, América fue a sentarse indignada porque Josh había ganado.

-Vamos, no te enojes- decía él, riendo.

Ella no pudo evitar sonreír también mientras rodaba los ojos.

-Te la dejaré pasar sólo por esta vez.

Entre bromas, historias y risas, América no podía evitar observar que varias chicas se le quedaban viendo a Josh. Probablemente no era sólo porque era el baterista de una banda famosa; la razón principal era que él era muy apuesto, tal vez demasiado al lado de ella. Y ese pensamiento le hizo mal. Muy mal.

-Voy al baño. No devores mi comida.

-¿Yo? Por favor, ¿por quién me estás tomando?

-Issy me contó que lo hacías.

-Mierda.

Volvieron a reír mientras ella hacía su camino al baño. Se miró al espejo y se dijo que no estaba tan mal. Que era linda. Que las demás sólo tenían envidia sana. Se lo repitió algunas veces hasta que finalmente salió del baño con su autoestima recompuesto.

Y ese tal autoestima volvió a caer cuando vio su asiento ocupado por otra persona. Y no era cualquiera. Era una colorada/rubia plástica de ojos avellana súper linda, que en ese momento estaba haciendo reír mucho a Josh.

¿Tan rápido la había reemplazado?


Enamoré a Joshua Dun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora