-Bueno...
-No, no tiene. - interrumpió Issy firme, y América la reto con la mirada.
-¿Tú sí? - se animó a preguntarle al baterista, el cual rió.
-No de momento. - pareció querer agregar algo más, pero se mantuvo callado.
Luego de un incómodo silencio, Issy sugirió que era mejor que volvieran a su casa ya que se estaba haciendo de noche.
-¿Por qué no vamos a cenar a Taco Bell y luego las llevamos a su casa? Así no gastan dinero en taxis- sugirió Tyler, y a todos les pareció buena idea.
Las chicas esperaron a que el dueto se cambiara para salir, y quince minutos después estaban en Taco Bell pidiendo cualquier pavada.
Se sentaron a comer apartados de la gente, en caso de que alguien reconociera a la banda y no los dejaran comer en paz.
Debido a que América estaba sentada en frente de Josh, podía notar cómo éste movía su pie de manera continua, y comenzó a ponerla nerviosa a ella también. Quiso alejarse, pero le parecía bien estar bastante cerca del baterista. Ya comenzaba a creer que estaba loca.
Pasaron dos horas hablando de sus vidas, de lo que estudiaban y lo que querían ser de grandes. Las chicas eran quienes más hablaban, ya que los miembros de la banda tenían determinadas sus carreras. Increíblemente, Issy notaba un interés de Josh a América cuando ella hablaba, y él jamas le había prestado tal atención. Comenzaba a creer que el terco baterista podía cambiar, amar a alguien más que a él mismo.
Terminaron de comer, y fueron en busca del auto de Josh, que era más moderno. A su lado iba Tyler, y atrás el dúo dinámico de chicas, las cuales estaban cayendo dormidas. Una vez que llegaron a la casa, ambas se despidieron de los chicos, les agradecieron y entraron al departamento.
-Tengo mucho sueño para comentar el día- comenzó Issy -, pero mañana hablaremos de esto.
América rió y asintió en acuerdo. Se sacó el abrigo y entró directo a su habitación. A la par que tomó su teléfono del bolsillo, un papel cayó.
No sé por qué estoy escribiendo esto, pero me gustaría conocerte más y viceversa. Si estás de acuerdo, te dejo mi número. Háblame cuando quieras. Y no le cuentes a la chusma (Isabelle); siento mi muerte.
Jøsh.
América dejó el papel en un cajón. Debía decidir si ignorarlo o continuar. No estaba lista para meterse en problemas.
Porque eso era meterse con Josh Dun.
Era meterse en serios problemas.
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Enamoré a Joshua Dun.
Любовные романыEl típico chico mujeriego, la típica chica buena, pero no la típica historia. Así se enamoró América Coxon de uno de los peores galanes que conoció en sus 21 años de vida.