En un abrir y cerrar de ojos, ya era un nuevo día. América se frotó los ojos y miró el reloj que tenía junto a su cama. Diez de la mañana. Era un domingo tan domingo, tan aburrido.
Hasta que recordó la carta.
El día anterior apenas había podido leerla sin caer dormida. Pero ahora le prestó más atención.
Su número.
Quería hablarle.
Y ella a él.
¿Cómo le había dejado esa carta? ¿Y cuándo?
No importaba la manera. Lo había hecho. Antes de olvidarse, agendó el contacto de Josh en su teléfono y tiró la carta a la basura. Ya de nada servía, además Isabelle podía encontrarla en su escritorio y haría una escena sobre ello.
Hablando de Isabelle, fue ella quien entró en la habitación de América sin tocar la puerta, y con una sonrisa acusadora.
-Bueno, ¿por dónde empezar?
-Sí, buen día también, Issy
-¿Cómo estás tan amarga? Escucha, sé que no quieres mi sermón- dijo la amiga mayor mientras se sentaba en el borde de la cama y miraba a su compañera fijamente-, pero en serio vi algo en Joshua. Algo que me convenció, que no había visto antes. Y lo digo en serio. Lo conozco desde muy pequeños y creo que realmente tiene algo contigo que yo no pude conseguir que sintiera. Zorra afortunada.
América no pudo evitar reír.
-No quiero ilusionarme, y tampoco puedo olvidar lo que me dijiste al principio: cómo te trataba, lo que piensa sobre las mujeres y las relaciones, su personalidad...
-Pero no viste nada de eso mientras estaba contigo. Es raro. Le haces cambiar... no sé. No sé cómo expresarlo.
-Te entiendo. Sé que me quieres ver con alguien, pero no voy a lanzarme al primero que demuestre interés.
-¿Interés?- dijo sospechosamente mientras miraba el tacho de basura de su amiga.
América miró hacia donde miraba su amiga y enseguida se puso colorada. Ambas veían la carta rota en la basura.
-¿Te dio una carta?- preguntó Issy con emoción y curiosidad a la vez- Jamás me escribió una sola palabra, jamás. Vaya, lo tienes, nena.
Ambas sonrieron. Isabelle fue a buscar la carta y la leyó en voz baja. América analizaba sus expresiones faciales, deduciendo lo que diría.
-¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?! ¡Por favor, dime que lo agendaste! ¡Que le hablaste y son novios! ¡Dímelo antes de que le hable por ti!
-Lo agendé. No le hablé y no creo hacerlo. Y justamente tiré la carta para que no la vieras y no pudieras hacer escándalo.
-¿Para qué lo agendas si no vas a hablarle?- fue lo único que contestó Issy.
América lo pensó por unos segundos, pero se rindió.
-Está bien, sí iba a hablarle, pero no hoy. Parecería muy desesperada.
-Qué desesperada ni tres pepinos. Le vas a hablar ahora, tal vez tengas transporte para que te lleve mañana a la Universidad.
La compañera menor se imaginó la escena y sonrió.
-Sería lindo, pero no.
-A la mierda, América. Háblale o le diré que te gusta tanto que no te atreves a hacerlo.
-¿Ahora? Ugh, te odio muchísimo.
Rendida, América tomó su teléfono y fue a whatsapp.
-Te dejaré sola para que hables tranquila. Y te doy un dato: no se hace esperar. Contesta rapidísimo.
Isabelle dejó a su amiga en el cuarto, la cual se tiró a su cama boca abajo para prepararse.
¿Qué le iba a decir? ¿"Hola, soy una de las muchas chicas a las cuales has querido tirarte"?
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Enamoré a Joshua Dun.
Roman d'amourEl típico chico mujeriego, la típica chica buena, pero no la típica historia. Así se enamoró América Coxon de uno de los peores galanes que conoció en sus 21 años de vida.