Descubrimientos

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Indra se puso delante de Klark. Heda miraba a su ayudante con verdadero odio. Indra se mantuvo en su sitio, era consciente de que en ese instante la única que estaba pensando era ella.

-Roan te está esperando Heda- Le decía mientras colocaba nuevamente la mordaza a la rubia.

-Que espere. Ahora mismo tengo algo más importante que hacer- El puñal lo tenía en la mano, con el otro brazo alejó a Indra de la prisionera- Klark sintió al ver la furia que Heda tenia reflejada en sus ojos que probablemente no vería un nuevo amanecer.

-Piensa un momento lo que vas a hacer- Lexa giró la cabeza, sus ojos desprendían fuego- Sería una declaración de guerra no solo con Azgeda sino con el resto de los clanes. Te has pasado la vida intentando lograr la paz ¿merece la pena perder todo lo que has logrado?

-Quiero que la encadenéis, mantened la mordaza – Guardó el puñal. Klark no le quitaba la vista de encima. Se tensó cuando sintió la boca de Lexa pegada a su oído- Iré hablar con el príncipe y luego tú y yo tendremos todo el tiempo del mundo para que decida qué hacer contigo. Klark tragó en seco, la frialdad que Lexa había usado para hablarle hicieron que su miedo creciese.

Lexa no pudo dirigirse de inmediato a su tienda. Estaba demasiado nerviosa. Puede que exteriormente hubiese dado la sensación de dureza pero su interior estaba desgarrado. La chica que le había salvado la vida, por la que llevaba días enteros preocupada. La misma que lograba sacarla de quicio en decimas de segundos era la Princesa de Azgeda.

Se preguntaba cómo nadie le había nunca hablado de la princesa, ¿cómo había sido posible que Nia ocultase que tenía más de un heredero al trono? Roan y Klark ambos herederos del trono de su máxima rival.

Durante algunos minutos estuvo sentada junto a los árboles que rodeaban TonDc, intentando calmar sus nervios y su corazón. Ahora más que nunca necesitaba demostrar que era la Commander de los 12 clanes.

-Tú dirás, Roan de Azgeda el motivo de tu visita- todos los presentes se giraron al escuchar la voz de Heda.

-Heda – Saludó con un leve movimiento de cabeza. Lexa tomó asiento en su trono de campaña- He oído hablar de cierta muchacha – Roan miró a Lexa esperando ver algún tipo de reacción por su parte- Por los caminos se habla de una joven rubia de grandes ojos azules, de la cual no se conoce su origen.

-¿Qué quieres saber? – Preguntó Lexa cortando al príncipe.

-¿Quiero saber si está aquí?

-¿Por qué tanto interés? – Se puso en pie y se acercó hasta Roan.

-Digamos que Nia me ha mandado para que averigüe su paradero – Lexa sintió como su cuerpo se tensaba al escuchar ese nombre.

-Insisto ¿Por qué ese interés? – Roan sabía que Heda no pararía hasta obtener una respuesta que le satisficiera.

-Hace años Nia logró alzarse con el trono de Azgeda tras derrocar al viejo Rey Jak – Lexa conocía un poco la historia- Jak fue un Rey justo, querido por todo su pueblo. Nia era su, digámoslo de forma suave, querida. Le calentaba la cama ante la imposibilidad de su Reina de concederle un heredero. Nia pensaba que finalmente el Rey expulsaría a su esposa y entonces ella ascendería al trono y yo me convertiría en el heredero. Pero lo que sucedió fue que finamente la Reina quedó embarazada- Lexa supo desde ese instante lo que Roan le terminaría contando.

DIECIOCHO AÑOS ATRÁS

Nia descubrió pronto como todo había cambiado para ella con el anuncio del embarazo de la reina. Nia pasó de favorita a proscrita. Casi en el mismo instante en el que el Jak se enteró de su futura paternidad mandó prender a la que había sido su favorita.

Conocedor del deseo de Nia de adquirir poder, quiso poner su mujer y a su futuro heredero a salvo. Para ello encerró a la favorita en la mazmorra más alejada de la capital que hubo. Eso con el tiempo se vio que fue un gran error.

Nia acrecentaba su odio a medida que las semanas y meses pasaban. Encontró la forma de lograr su libertad. Tan solo tuvo que volver a hacer lo que siempre había hecho, entregar su cuerpo a un hombre. Sexo a cambio de libertad. En eso era una experta.

Todos los hombres que habían pasado por su cama le habían entregado algo a cambio, todos menos el primero. Aquel no le dio nada sólo le arrebató su inocencia. Del padre de Roan logró el poder y la lealtad de una parte del ejercito.
Cuando regresase a la capital sería la hora de hacer que éste se levantase en armas contra el Rey.

Llegó a Debnam salvaguardada por la luna nueva. La ciudad estaba en fiesta, la heredera del trono había nacido. Por un segundo pensó que de fallar su plan, tal vez Roan se podría convertir en Rey haciendo suya a esa pequeña.

Conocía todas las entradas al edifico real. Los subterráneos eran lo mejor para evitar a la guardia. Por muchas veces que ella le indicó a Jak la falta de seguridad en los mismos, éste nunca le había hecho caso.

-Gracias, viejo rey por ignorar mis consejos- Su mano estaba ya posada en la puerta que daba acceso a la cámara dónde dormía la reina. Caminó acercándose hasta el borde de la cama. Tomó la daga y con un rápido movimiento de muñeca rajó la garganta. Con la otra mano había tapado la boca de la reina así que la muerte de ésta fue totalmente silenciosa. Miró por la habitación esperando encontrar al bebé, pero allí no estaba.

-Ahora lo importante es el viejo- Ya se ocuparía más adelante del bebé. Su prioridad era terminar con la vida del monarca de la nación del hielo.

Decidió arriesgar, y salió al balcón de la habitación de la difunta reina. Pasaría de balcón en balcón hasta llegar al de los aposentos de Jak. Al saltar al tercero pudo ver como su hijo Roan tenía entre sus brazos un bebé. Cuando iba a entrar comprobó cómo junto a los niños se encontraba la que supuso sería la nodriza del bebé, así que decidió continuar su camino.

-Debiste terminar con mi vida – Jak la miraba con total sorpresa. Había saltado sobre él cuando éste había intentado salir a la terraza. Ahora le tenía bajo su cuerpo y su daga estaba clavada en el estomago del rey- Tu mujer también se ha sorprendido – Jak intentó moverse pero con ello lo único que logró fue que la hoja del cuchillo se le clavase más aun- Mi hijo tiene entre sus brazos a tu hija. Será hermoso cuando la desflore y la convierta en su puta. Yu gonplei ste odon – Fue lo último que dijo cuando clavó el puñal hasta la empuñadura.

ACTUALIDAD

Lexa había escuchado el relato. El rechazo que siempre había sentido hacia Nia se había visto aumentado.

-No eres el heredero legítimo, porque Nia ni siquiera es la verdadera reina. No sois nada. Nadie se atrevería a ir en mi contra si terminase con vosotros.

-Puede que al principio no fuésemos nada como bien dices, pero han pasado casi veinte años. Y ahora Nia es la Reina, nadie osa decir lo contrario.

-Pero por temor, no por lealtad. No es lo mismo ser temida que ser querida- Se preguntaba qué hacer ahora, que sabía todo eso, con Klark- Y la ¿princesa?

-Klark. Se convertirá en mi esposa tan pronto regrese a Azgeda- Ahora todo cobraba sentido. Lexa entendía todo. Uniendo a su hijo con la verdadera heredera al trono nadie osaría nunca ir contra Roan.

-Muy conveniente. Así nadie podrá decir nunca que no eres el verdadero rey. Y la princesa ¿sabe lo que les hicisteis a sus padres?

-Yo no le hice nada. La cuidé como si fuese mi hermana- Lexa miró a Roan y descubrió algo de aquello que Luna siempre le había dicho, había aun algo de bondad en él.

-Siento decirte que la joven que buscas se marchó hace dos días- Estaba decidido no entregaría a Klark, le sería mucho más útil si la mantenía a su lado- Si hubiese sabido que la buscabais y sobre todo quien era la hubiese retenido.

Roan miró a Lexa, nada en su lenguaje corporal le hacía pensar que ella le estuviese engañando- Si regresa – Lexa le hizo callar.

-Si la princesa de Azgeda regresa, te la mandaré de regreso a Azgeda con escolta para evitar los peligros.

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora