¿Algo comienza a cambiar?

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Clarke no sentía sus brazos, llevaba demasiado tiempo con ellos estirados y apresadas sus muñecas por los grilletes. Sus gritos, no pidiendo auxilio sino clamando venganza, quedaban silenciados por el grosor de los muros de las mazmorras.

No quería pero no era capaz de lograr mantener las lágrimas encerradas en sus azules ojos. Su cerebro se empeñaba en crearle dudas. Su corazón, fiel a Azgeda, le decía que todo lo dicho por Leksa tan solo podía ser una treta para lograr desquebrajar su lealtad a la Reina Nía.

Del mismo modo que el corazón le gritaba que Lexa tan solo quería confundirla, su cerebro le susurraba que tal vez, debería analizar cada palabra dicha por la Heda de los Trikru. Su mente le traída recuerdos de años atrás. Algunas palabras escuchadas a escondidas en el palacio de Nia. Algunos susurros cuando la princesa paseaba por las calles de la capital. Y sobre todo le traía algunas frases dichas por Costia. La joven le susurraba que su vida carecía de valor, que lo importante era mantener en este mundo a los jóvenes que vivían en la noche.

Ahora parecía que la bruma comenzaba a alejarse de su mente y cada minuto que pasaba le llegaban nuevas imágenes, nuevas frases y con ellas las lágrimas continuaban escapando de sus ojos.

Unía algunas palabras. Recordaba imágenes de Roan peleándose con la reina. Nia gritando que su deber era someter a la joven. Y ahora Clarke se preguntaba si la joven sería ella.

-Creo que deberías pasar a ocupar una habitación- Clarke mantuvo su cabeza agachada, no quería que la persona que estaba frente a ella en aquella mazmorra viese sus lágrimas- A fin de cuentas eres la Princesa de Azgeda.

-Mi sitio es éste – Logró que su voz sonase con fuerza y libre de sentimientos.

-No lo creo. Nunca he creído que los prisioneros deban estar en las mazmorras, si no suponen un grave peligro. Y por lo que me has demostrado desde que nuestros caminos se cruzaron, no eres un peligro – Klark levantó la cabeza y clavó sus ojos en los de Leksa- Puede que me odies, tal vez quieras terminar con mi vida pero tienes honor y no lo harías usando ventajas, si algo he logrado descubrir de ti es que buscas justicia en tus actos. Podrías haberme dejado morir en aquel bosque, pero allí no había honor. ¿Me equivoco? – Liberaba las manos de la joven princesa de los grilletes- Me arriesgaré – Le daba la espalda y caminaba hacia la puerta- Si me sigues, te enseñaré tu habitación y eso sí, siento decirte que no me fio tanto, tu puerta tendrá vigilancia durante todo el día al igual que cuando salgas de tus aposentos los guardias te acompañarán.

-Tu confianza es pequeña – Clarke seguía a Heda mientras se frotaba las doloridas muñecas.

-Si hubieses querido matarme sin honor, jugando con ventaja podrías haberlo hecho incluso hace unas horas cuando le seccionaste la mano a Titus – Lexa se giró y miró directamente a los ojos de la joven- Has llorado – La joven rubia ignoró ese comentario y abandonó la mazmorra- Eres un líder, o al menos eso dice tu nacimiento, no debes ser débil, el llanto es debilidad no debes dejar que nadie descubra que eres una persona débil.

-No soy débil – Sus pasos le llevaron hasta posicionarse frente a Lexa. Heda podía sentir sobre su cara la respiración de la princesa- No soy débil. Cuando mi espada separe tu cabeza del resto de tu cuerpo todo el mundo comprobará mi inmenso poder- Leksa intentó que no se notase el escalofrío que le recorrió el cuerpo al escuchar lo dicho por la joven princesa de Azgeda.

Los guardias llevaron a Clarke hasta el que sería su cuarto. Siguiendo las órdenes de Heda, el dormitorio de la princesa estaba justo una planta por debajo del de la propia Heda. Indra esperaba la llegada de su comandante en la sala del trono.

-Heda – Leksa miró a su fiel soldado- El sanador no ha podido salvar la vida de Titus – Heda se dejó caer sobre su trono- ¿Cuándo castigaremos a la prisionera?

-Estoy cansada- Indra la miró sin comprender- No habrá castigo – La sorpresa se reflejó en el rostro de la jefa de TonDc- Ella sólo hizo justicia. Titus decidió torturarla, sin ninguna necesidad y sin seguir ninguna orden mía.

-Pero...

-¿Nunca has pensado que las cosas deberían hacerse de otra forma?

-No logro entender lo que quieres decir – Lexa se ponía en pie y salía a la terraza siendo seguida por Indra- Heda...

-Da lo mismo, será mejor que vayamos a descansar ha sido un día muy largo. Azgeda no tardará en volver a Polis. Deberías mandar algunos hombres hasta Arkadia, quiero saber si siguen recibiendo ataques- Indra asintió- Mañana quiero reunirme con los líderes de los pueblos cercanos a Polis.

Leksa supo que su cuerpo no se relajaría sino tomaba un baño. Ordenó a todos sus guardias que nadie entrase en su cuarto. Necesitaba relajarse, necesitaba poder sacar todo el dolor que Clarke le había traído. Por primera vez en tres años, se permitió que una lágrima se escapase de la cárcel que eran sus ojos, lo hizo en la intimidad de su bañera, nadie podía presenciar la debilidad de la Comandante.

Mientras se sumergía en el agua de su bañera, aceptaba que había algo en la joven princesa que hacía que sintiese la necesidad de mantenerse cerca. Sentía que la joven rubia tenía algo que la hacía diferente a todas las personas que a lo largo de los años la habían rodeado. Algo que hacía que necesitara conocer más cosas de ella. Algo que pese a las continuas amenazas que la joven le había hecho, hacía que sintiese que debía protegerla. Ese algo era el que había hecho que la princesa continuase en Polis en lugar de haber sido entregada a Azgeda. Además sentía que si la entregaba su vida correría un grave peligro y no sabía la razón pero imaginarse a la princesa en peligro hacía que su corazón latiese más rápido de lo normal.

Tras varios minutos sumergida en las aguas, sentía como sus músculos comenzaban a relajarse, los parpados comenzaron a pesarle haciendo que cada vez le costase más mantener los ojos abiertos. Supo que había llegado la hora de salir de la bañera, envolverse en su bata de seda negra y tras tumbarse en su cama entregarse a los brazos de Morfeo.

Una planta más abajo Clarke estaba tumbada en su cama, por más que intentaba que sus ojos se cerrasen éstos parecían cobrar vida propia e ignoraban la orden de cerrar párpados.

-Azgeda-Dijo en un susurro- Klark Princess of Azgeda. Hija de Rey Jak. Enemiga de Leksa Kom Trikru, Heda de los doce clanes - ¿Enemiga? Se preguntaba una y otra vez. Por lo que había entendido, Leksa siempre había buscado la paz. Fue idea de ella la creación de la Coalición. Si quisiese haber terminado con Azgeda ¿Por qué la invitó a formar parte de dicha alianza? Mientras pensaba en todo eso se fue quedando por fin dormida- Leksa- fue la última palabra que salió de su boca antes de que el sueño la venciese definitivamente.

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora