Al fin un nombre

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Tres días después todo continuaba igual. Clarke seguía negándose a decir quién era y de dónde venía. Lexa estaba empezando a perder la paciencia. No sólo por sentir cómo la joven rubia se reía de ella, también influía el hecho que su necesidad de saber hacía que permaneciese aún en TonDc. Sin olvidar que sus exploradores aun no habían dado con los atacantes de Arkadia.

-¡Heda! – Los gritos llegaron al mismo tiempo que los primeros rayos de sol. Lexa salió de su tienda y corrió al lugar del que provenían los gritos. Era la tienda dónde estaba retenida Clarke. Aun no había llegado y a su alrededor se formó un circulo protector.

-¿Qué sucede? – Indra se abrió paso entre los protectores de Heda. Indra dejó hueco para que la comandante viese lo que había sucedido- ¿Quién ha hecho esto? – Ante sus ojos estaban los cuerpos ensangrentados de los vigilantes de Clarke.

-Ha sido la prisionera- Lexa miró a Indra con cara de sorpresa, de inmediato se tensó. Su ira fue creciendo, desde que la joven apareció nunca creyó que fuese un peligro, el descubrir quién era se había convertido en su pasatiempo favorito. Pero ahora ese pasatiempo significaba que dos de sus soldados estaban mal heridos.

-¡Traedla de vuelta! – Al ver la mirada de sus hombres tuvo que añadir algo- ¡Con vida!- En el interior de la tienda Nyko se afanaba en curar las heridas que la joven había infringido a sus guardianes.

Unos minutos después era la propia Heda la que salía a caballo en busca de la fugitiva. Junto a su Heda iban Octavia, Lincoln e Indra. A los tres les preocupaba la seguridad de su comandante. La joven sin peligro, como Lexa la llamaba, había resultado ser casi letal. Había abatido a los dos guardias, sin hacer ningún tipo de ruido. Había logrado robar un caballo de los establos sin que el resto se pusiesen nerviosos. Y había podido salir del poblado burlando la vigilancia que existía. Ahora ya no era sólo Lexa la que se preguntaba quién era aquella joven.

Clarke soltaba su montura tan pronto se vio en la parte más densa del bosque. Lo azuzó en la dirección contraria a la que ella tomaría. Al comenzar a caminar sintió como el dolor le recorría toda la pierna y ascendía por la espalda. Pensó que tal vez había escapado demasiado pronto, pero había empezado a pensar que no sería capaz de negarle a Heda nada. La forma en la que la comandante la había cuidado, cómo le hablaba e incluso la forma que tenía de mirarla lograba que por momentos se sintiese débil.

Lexa detuvo su montura. Había escuchado un relincho no muy lejos. En segundos decidió dirigir su montura hacia la dirección de la que había provenido el sonido. Cuando Indra y el resto quisieron darse cuenta, su Heda no estaba con ellos.

La espesura iba creciendo. Lexa desmontó y ató su caballo a uno de los árboles caídos. Una de sus espadas estaba preparada ya en su mano. Caminaba despacio, tratando de que sus pisadas no emitieran sonidos. Su mirada buscaba algún signo de la presencia de la joven rubia.

De repente el suelo cedió bajo sus pies. Sólo tuvo tiempo de soltar la espada y aferrarse con las manos a algunas raíces, antes de caer al fondo del agujero. El fondo estaba repleto de palos en forma de lanzas. No tenía duda de que terminaba de caer en una trampa.

Se aferraba con todas sus fuerzas a aquellas raíces. Intentaba apoyar sus pies en algún saliente de la pared, pero sus éstos resbalaban en la humedad de tierra- ¡Indra! –Gritó con todas sus fuerzas.

Detuvo sus pasos. Había escuchado el grito de auxilio de alguien. Sonaba no muy lejano. Su cerebro le pedía que no se parase, que siguiese con su huida, pero algo dentro de ella le decía que abandonar a alguien que necesita ayuda no podía ser del todo correcto.

Desanduvo parte de sus pasos. Encontró un caballo, las riendas estaban atadas a un árbol -¡Octavia!-El grito lo escuchó esta vez más cerca, casi a su lado. Dio unos pocos pasos más y se detuvo bruscamente- ¿Indra?

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora