Reina de Azgeda

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Leksa sintió frío. Al abrir los ojos descubrió la razón, a su lado no había nadie. Salió de la cama, sobre su cuerpo puso una de las capas de piel. Sus pasos la llevaron hasta la terraza del dormitorio. Allí, abrazándose a sí misma y con su cuerpo cubierto con una piel se encontraba Klark.

-Es precioso – No le había hecho falta girarse para saber que allí se encontraba Leksa- es una de las imágenes más hermosas que he visto nunca. En Azgeda es difícil ver el sol entre el verde de los bosques, sus campos se pasan la mayor parte del tiempo cubiertos por una espesa capa de nieve- Mientras ella hablaba Leksa había llegado hasta ella.

-Te vas – Klark se giró quedando atrapada en los brazos de la comandante. El silencio se instauró entre ellas. Los ojos de ambas brillantes por la emoción.

-Leksa – Klark intentó separarse un poco. Llenó sus pulmones con una gran bocanada de aire- No fue real- Leksa se tensó- No es real.

- ¿Perdona? – Leksa sintió que algo se rompía en su interior al escuchar eso.

-Te quiero, eso no está en duda. Pero míranos, tú eres heda y yo soy la futura reina de Azgeda, ¿qué futuro tenemos? – Leksa dejó caer una lágrima- Dime que estoy equivocada, dime que no pasa nada, que todo entre nosotras saldrá bien. No puedes – Dijo tras el silencio de Heda.

-Klark ...

-Tal vez algún día podamos, tal vez algún día encontremos la forma de estar juntas, tal vez llegará el día en el que ambas podamos al fin ser felices y que nuestros pueblos no sufran por ello- Leksa acarició con suma ternura el rostro de la princesa, llevándose con sus dedos las lágrimas que bañaban tan bello rostro.

- ¿Cuándo partes? - Klark se dejó abrazar un poco más.

-Mía dice que debería ser mañana mismo.

-Mía – Leksa odió a la embajadora, sabía que no era la culpable, pero en su cerebro era más fácil odiar a la embajadora antes que odiar todo aquello que ella misma había creado.

El ejército de Azgeda partió de Polis esa misma tarde, con su futura reina a la cabeza. Leksa fue incapaz de despedirse de la princesa, se quedó en la terraza del salón del trono, viendo como poco a poco aquel ejército salía de su ciudad.

Hacía meses que ambas se habían separado, hasta los oídos de Heda habían llegado los logros de la ahora, reina de Azgeda. La grandeza de la Reina Klark era por todos conocida. El terror había desaparecido del reino del norte, volviendo éste a ser lo que fue en el pasado, uno de los más florecientes clanes de la tierra.

Al mismo tiempo que la leyenda de Klark se agrandaba, Heda se iba volviendo a ser aquella mujer en cuyo rostro nunca se dibujaba una sonrisa. La soledad se había instaurado nuevamente en la vida de ambas. Las dos, sin saber que la otra también lo hacía, cuando los últimos rayos de sol se perdían por el horizonte lanzaban un suspiro y un beso esperando que el viento lo llevase hasta los labios de la destinataria.

-Heda- Leksa se giró al escuchar como la llamaba su general.

-Dime Indra – La mujer se acercaba hasta el trono en el que se sentaba la comandante.

-Llevamos meses esperando -Leksa la miró sin terminar de entender a qué se refería- El consejo de los clanes continúa esperando el juicio de Azgeda- La comandante se puso en pie al escuchar el nombre de ese clan y caminó hacia el balcón.

- ¿Qué quiere el Consejo? – Preguntó con la mirada perdida en el horizonte.

-Quiere que en la nueva luna Azgeda sea juzgada por su traición a la Coalición cuando atacó al pueblo celeste – Indra ni siquiera salió al balcón, era sabedora de la tristeza que llenaba a Leksa.

-Que sea así – Indra asintió y abandonó el salón del trono.

Como bien habían quedado con la nueva luna el consejo se reunió. Ante Heda estaban los embajadores de los trece clanes. Uno tras otro fueron exponiendo lo que creían justo respecto al castigo a Azgeda.

-No voy a defender lo que mi pueblo hizo – Era el turno de Mía. Leksa se sentía totalmente abatida por alguna extraña razón había creído que Klark acudiría a esa reunión- No tiene ninguna justificación, mereceríamos cualquier castigo que nos fuese impuesto- El resto de embajadores se miraban sonrientes, todo con Azgeda era mucho más fácil desde la subida al trono de Klark. Mía se puso frente al trono en el que Leksa estaba sentada- Yo, Mía embajadora de Azgeda en el Consejo de los trece clanes, juro lealtad a la Coalición – Tras decir eso, se arrodilló ante Leksa al tiempo que las puertas del salón se abrían de par en par.

-Yo, Kaleb Principe y General de los ejércitos de Azgeda juro lealtad a la Coalición de los trece clanes – Leksa y el resto no entendían lo que estaba pasando.

-Que alguien me explique qué significa todo esto – Las puertas volvieron a abrirse y esta vez Leksa no pudo apartar sus ojos de la persona que hacía acto de presencia en el salón, una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro.

-Yo, Klark Reina de Azgeda – Klark caminaba acercándose hasta el trono- juro lealtad a la Coalición. Con mi juramento Azgeda se compromete a ser siempre leal a dicha coalición. Mi hermano y heredero – Leksa miraba a Klark sin entender- Kaleb también ha jurado y cada heredero al trono de Azgeda jurará lealtad en cuanto alcance la edad adecuada – Klark guardó silencio unos segundos. Sus ojos buscaron los de Leksa y cuando se encontraron ambas sonrieron- Yo Klark Reina de Azgeda juro lealtad y fidelidad a Leksa Kom Trikru, ahora y siempre tu pueblo será mi pueblo, tus intereses los míos, tus sueños serán los míos- Leksa tendió su mano tomando la de Klark y haciendo que ésta se pusiese en pie.

-Klark – Leksa dejó de sonreír, la seriedad propia de Heda volvió a instalarse en su rostro- Creo que con esto es suficiente. Condeno a Azgeda a pagar el tributo de un año al pueblo celeste, para de esa forma compensar las pérdidas que provocó- Los embajadores asintieron conformes con lo dicho por su comandante – Reina de Azgeda – Klark la miró con seriedad- quiero una reunión para hablar de los cambios que Azgeda está sufriendo.

Leksa estaba peinando su larga melena, cuando las puertas de su dormitorio se abrieron y la reina de Azgeda entró en el cuarto.

-Leksa – Caminó hasta dónde estaba la comandante lanzándose a sus brazos – no te imaginas lo que te he extrañado.

-Klark – La comandante se perdía en los ojos de la, ahora, reina de Azgeda.

- Yo Klark Reina de Azgeda juro lealtad y fidelidad a Leksa Kom Trikru, ahora y siempre tu pueblo será mi pueblo, tus intereses los míos, tus sueños serán los míos- Repetía el juramento que hizo en público- Juro amor eterno – Leksa no pudo evitar que las lágrimas comenzasen a escapar de sus ojos- Encontraremos la forma.

-Juro lealtad ante ti Klark Kom Azgeda. Juro tratar tus necesidades como las mías y a tu gente como mi gente. Tus sueños serán nuestros sueños- Con la primera palabra Leksa estaba arrodillada ante Klark- Tengo la forma.

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora