Durante la noche

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Lexa recorría su dormitorio, caminaba de lado a lado, habían pasado horas desde queanocheció pero ella continuaba despierta. Finalmente se dio por vencida, seacercó hasta la puerta y la abrió, de inmediato los guardias se cuadraron y lamiraron con sorpresa.

-Podéis ir adormir, no quiero vigilancia esta noche- Los guardias ni se movieron. Hedanunca les mandaba a dormir- No me hagáis repetir la orden- Ambos asintieron.Cuando desaparecieron, Lexa salió de su cuarto y caminó hasta las escaleras,bajó hasta el piso inferior.

Lexa maldijo su indumentaria. Ante la puerta a la que terminaba de llegar estaban losguardias que ella misma había ordenado que vigilasen a la persona que estabadentro- Heda- Fue el saludo de ambos- La prisionera continua en el interior- Lexaasintió y abrió la puerta.

-Buenasnoches- Ni siquiera había dado dos pasos cuando Clarke la miró con sorpresa.

-¿Entras enlos dormitorios de todas tus prisioneras sin tan siquiera llamar a la puerta? –La pregunta hizo que Lexa se tensase. Es cierto que ni siquiera se había paradoa pensar en si debía bajar, lo único que sabía es que lo necesitaba y sinpensar en nada abrió.

-Tienesrazón, debía llamar antes de entrar. Pero ahora ya estoy dentro y sería absurdosalir, llamar y esperar a que me dejases entrar- Fue la respuesta que dio altiempo que alzaba una de las cejas y colocaba sus manos a la espalda.

-Pues aunqueresulte absurdo, creo que es lo que deberías hacer. Sobre todo porque nada teasegura que la puerta te fuese abierta- Clarke imitaba la postura de lacomandante.

-De verdad ¿serías capaz de prohibir la entrada a tu aposento a tu Heda? – Mientras le preguntaba caminaba hasta posicionarse a pocos centímetros de Clarke. La joven Azgeda casi podía sentir sobre ella el aliento de Lexa.

-Claro, como bien dices son mis aposentos – Pudo al fin contestar. Ambas dirigieron sus miradas hasta los labios de la otra. Caminando despacio Lexa comenzó a ir hasta la cama. Destapó uno de los lados y tendió la mano hacia Clarke, la joven rubia no podía evitar ir tras la comandante. Y esta vez no pudieron controlarse y comenzaron a besarse. Lexa iba recostando en la cama a Clarke mientras ambas eran incapaces de romper el beso.

Lexa quedaba sobre ella y ambas volvían al ritmo frenético de un beso, que en esas circunstancias no hacía otra cosa que excitarlas más. Clarke la miró unos segundos a los ojos, Lexa acarició con dulzura el rostro de la joven princesa y sonrió intentando con eso insuflar tranquilidad a ésta. Clarke alargó su mano y con sus dedos comenzó a investigar la piel de Lexa. La respiración de Clarke era contenida mientras se mordía el labio inferior haciendo que Lexa se lanzase a su pecho deseosa de probarla entera.

Sin pensarlo, Lexa llevó su mano hasta elinterior de la camiseta que cubría el cuerpo de la joven princesa, acariciandosu abdomen en dirección ascendente sin llegar a rozar su pecho. Acariciando consus uñas la piel bajo su mano, consiguiendo así pese a la inexperiencia Clarke mordiese su labio arrancándole un gemido que no hizo otra cosa que excitarlaaun mas.

Despacio,fue quitando la camiseta que aun cubría el cuerpo teniendo entonces lo quequería de ella con mayor facilidad. Mientras con una mano aprisionaba uno desus pechos, con sus labios se apoderaba del otro, jugando con su pezón quecomenzaba a endurecerse al máximo presa de sus caricias.

Tras saciarse de aquel lugar siguió con una línea de besos hacia su ombligo, susmanos cogían el borde del pantalón tirando de él hacia abajo junto a su ropainterior, prendas que tardaron escasos segundos en desaparecer por completo.Así, mirándola en su desnudez, comenzó a desvestirse sin apartar sus ojos deella mientras veía su mirada fija en su cuerpo.

Mientras bajaba por su cuerpo no cesaba en los movimientos de su mano que marcaban el camino hacia donde ella pretendía ir.

Con sus manos la hizo flexionar las piernas, y Clarke imaginándose lo que segundos más tarde ocurriría mandó su vista directamente sus ojos, viendo como lentamente se iba acomodando entre sus piernas sin dejar de mirarla. Con un simple roce de su lengua para un primer saludo la hizo encorvarse y cerrar sus puños en aquella cama.

Mientras se adentraba en aquel lugar la escuchaba repetir su nombre y hacia que no quisiera salir de allí. La sentía suya y eso le gustaba. De nuevo sobre ella volvía a besarla necesitando de ella después de eso tiempo sin sus labios. En un giro inesperado, Clarke se colocó encima esa vez. Pero con su cuerpo prácticamente despegado del suyo, acariciaba con su mano cada curva del cuerpo de la comandante, acariciando el interior de sus muslos logrando sacar un gemido a Lexa, haciendo con ello que Clarke se sintiese poderosa pese a su inexperiencia.

Leksa no estaba dispuesta a no ser ella la que llevase el control, giró sobre sí misma volviendo a quedar de esa forma ella sobre la rubia. Sin hacerse esperar más tiempo, llevó su mano hasta su centro, sentía su humedad, deslizando sus dedos por ella la estimulaba más de lo que aun estaba. Introdujo con facilidad sus dedos en ella, lanzándose a sus labios, ahogando aquella voz, sintiendo aquel grito en su cuerpo.

Se colocó nuevamente sobre ella y con su mano colocó cada una de sus piernas en su cintura, haciendo que sus sexos se unieran inevitablemente en suspiro mutuo.

Clarke apretaba las mandíbulas conteniendo un oxigeno necesario para respirar, pero Lexa se movía sobre ella y abriendo los ojos la veía disfrutar de aquel momento. Colocó ambas manos sobre sus glúteos, haciendo unir más sus cuerpos. Aquel movimiento cada vez era más centrado, más doloroso, y Clarke creía no poder aguantar mucho más, y menos cuando Lexa hundía el rostro en su cuello, se abrazó a ella y notando aquel último empujón, dejó su aire salir formando su nombre. Haciendo que el mundo, el aquel segundo, fuese solo de ellas.

Leksa se despertó de repente, alargando la mano hacia el otro lado de su cama, encontrándolo tan frio como el resto de las noches. No pudo evitar lanzar un grito de frustración, nada más salir éste de su boca la puerta de su cuarto se abrió y sus guardias entraron con las espadas en la mano. Estaban para proteger a su Heda y si esta gritaba ellos suponían que estaba en peligro.

-Estoy bien, no hay peligro- Los guardias revisaban con su mirada el dormitorio, estaba claro que no había nadie. Asintieron y salieron cerrando la puerta tras ellos.

Lexa salió de la cama se dirigió a su aseo necesitaba refrescarse, sobretodo porque el sueño que terminaba de tener había logrado llevarla casi hasta el orgasmo-¿Qué me está pasando? – Se preguntó mientras se refrescaba con el agua de la palangana. Sobre su negro camisón decidió ponerse una bata del mismo color. Necesitaba salir del cuarto, pero teniendo a los guardias en la puerta no era del todo correcto salir en ropa de cama- Necesito caminar un poco, no hace falta que vengáis con migo- Les dijo a sus vigilantes tan pronto traspasó la puerta, éstos tan solo asintieron.

Heda abrió las puertas del salón del trono, sintió nada más poner un pie en esa estancia su presencia. Leksa caminó hasta el balcón y allí la encontró. Ambas se miraron, las respiraciones de las dos jóvenes se volvieron demasiado aceleradas y ambas dieron algunos pasos hacia atrás alejándose de la otra.

-Deberías estar descansando – Clarke asintió al escuchar la frase de Lexa.

-Debería, pero estoy aquí. De todas formas, tú también deberías estar el tu cuarto durmiendo- Lexa asintió de la misma forma que lo había hecho Clarke- Creo que voy a regresar a mi cuarto- La joven rubia se alejó de la comandante y salió del salón del trono.

Lexa se quedó aun un rato en aquel balcón, preguntándose que le pasaba con aquella joven.

Había dormido un par de horas, pero Clarke volvía a despertarse, se giró y se imaginó a Lexa tendida bocabajo con todo sucuerpo relajado a su lado en aquella cama, tal y como lo terminaba de soñar. Se levantó enfada por lo que terminaba desoñar, no entendía que le pasaba con Leksa, siempre le habían enseñado que sudeber era odiar a Heda, sin embargo sentía que no podía hacerlo, no mientrasLexa fuese la Heda. Fue hasta la mesa y tomó un trozo de papel y un carboncillo, y comenzó a dibujar el rostro de Lexa bañado por la luz de la lunay apoyada en la almohada de su cama, la dibujaba tal como la recordaba de susueño.


Sin que la otra lo supiera, ambas aquella noche soñaron con lo que sus corazones realmente querían. Ambas soñaron con lo que sucedería si se dejasen llevar y dieran rienda suelta a sus deseos.

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora