¿Quién eres?

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Habían pasado casi dos días. En todo ese tiempo Lexa había permanecido cerca de la tienda de Nyko interesándose por el estado de la joven. Había algo en ella que hacía que Heda quisiese conocer quién era.

Aquella tarde, fuera todo estaba en calma. Se aseguró de comunicar a su guardia de que salvo Nyko nadie podía entrar en la tienda. Lexa permanecía sentada en un pequeño taburete, en sus manos tenía un libro. La lectura era uno de los pocos placeres que se permitía. Aun así había gente a su alrededor que les parecía una extravagancia, para toda esa gente su Heda debería pasar el tiempo entrenando o montando guerras y no leyendo y dejando volar su imaginación.

Levantó la vista del libro cuando escuchó un pequeño lamento proveniente de la muchacha. Comprobó como ésta comenzó a moverse nerviosa en la cama. Tras dejar el libro se acercó hasta la cama de la joven.

-¿Qué sucede? – Le tocó la frente dándose cuenta de inmediato de que tenía fiebre. Avisó a los guardias de que trajesen a Nykon- Tranquila, todo irá bien- Su voz sonaba calmada y tremendamente dulce. De repente los ojos de la joven se abrieron y Lexa se quedó hipnotizada por un color azul más intenso que el del cielo- ¿Cómo te llamas?- Silencio es lo que recibió por respuesta- Nyko está ardiendo- Se hizo a un lado cuando el sanador llegó.

Una hora después y pese a todos los intentos del sanador la fiebre no sólo no había descendido sino que había aumentado- No sé que mas hacer Heda. He usado todas mis pociones y la joven no mejora.

-¡Octavia! – Lexa llamó a su soldado saliendo de la tienda- Necesito que vaya hasta Arkadia y traigas a la doctora- Octavia la miró sin comprender el encargo. Rara vez habían recurrido a la sanadora de los Skaikru- La joven empeora y nuestro sanador no sabe qué más hacer.

Lexa caminaba por TonDc mientras esperaba la llegada de la doctora. La intriga de la procedencia de la joven la estaba consumiendo. Había visto su cuerpo cuando Nyko y Octavia la habían desnudado. No había rastro de tatuajes ni cicatrices. Su piel era clara, poco tostada por el sol. Su pelo rubio como el trigo y sus ojos más azules que el cielo que tenía sobre su cabeza.

-Heda, la doctora Griffin ha llegado, viene acompañada de Raven que quiere hablarte – Lexa asintió y acompañó a Octavia hasta la tienda dónde estaba la herida.

-Gracias por venir doctora Griffin – Abby la miró y asintió. No le caía del todo mal, debía de reconocer que Lexa siempre había intentado hacer lo mejor para su pueblo y ahora ellos eran parte de su pueblo.

-La herida no tiene muy buena pinta. Voy a tener que operar, intentaré no tener que amputársela. Trataré que tu soldado pueda seguir sirviéndote- Lexa puso cara de horror cuando escuchó que tal vez habría que amputar la pierna. De inmediato pensó en cómo sería su vida si le faltase una extremidad.

-No es un soldado trikru. Pero aún así, salva su pierna- Todos salvo Nyko salieron siguiendo las indicaciones de Abby- Me ha dicho Octavia que querías hablar conmigo – Raven asintió y buscó con la mirada el lugar adecuado- Vayamos a mi tienda- Caminaron durante unos minutos hasta llegar al lugar que había referido Heda- Tú dirás – Lexa como siempre iba directa al asunto.

-Heda, nos han atacado- Lexa miró a la líder skaikru con sorpresa- Hasta la fecha hemos podido defendernos nosotros mismos. Pero entre mi pueblo hay voces que se preguntan de qué sirve formar parte de tu Kongeda si aún así somos atacados.

-¿Por qué nadie me ha avisado de esos ataques? – Raven agachó la cabeza.

-Tomé la decisión de callar- Lexa la miró con dureza- pensé que los ataques cesarían pero no solo no lo han hecho sino que han ido en aumento.

Princess Of AzgedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora