Celia no dejaba de mirar a todos lados intentando encontrar algo sobrenatural, o que no tuviese explicación. Pero Ana fue a regañadientes, por no quedarse tan cerca y tan lejos de Ry.
-¿Qué venimos a buscar exactamente? -Preguntaba la morena con intriga.
-No lo sé. -La pelirroja andaba al mismo tiempo que su amiga, si no que con más ilusión que ella.
<<Perfecto.>>Pensó Ana.
Seguían andando sin saber a donde iban, sin saber dónde se encontraban o cómo volverían al punto de encuentro. Pero no paraban, no querían hacerlo. Por lo menos Celia.
La pelirroja sintió una extraña sensación en el cuerpo, algo que la hacía sentirse obligada a dar la vuelta. Pero no lo hizo. Y menos cuando pareció ver una pequeña sombra pasando de un árbol a otro, un pequeño cuerpo. Como si fuese una niña.
Intrigada, se intentó acercar al sitio donde dicha escena acababa de ocurrir, dejando atrás a la morena.
-Espera, ¡Celia! -Ana no pudo seguir los rápidos pasos de la pelirroja. Nunca se le habían dado bien las ramas y los árboles, como para correr entre ellos.
Celia dejó atrás a la morena cuando estaba cerca de donde pareció ver a la niña. Otra sombra a su costado pareció llamarla la atención, si no que esta era más grande. No se rindió, fue a por ella. Justamente cuando creía haberla encontrado, unos arbustos a su espalda se movieron con agresividad. Y ella no lo dudó; se acercó a ellos. Cuando creía haber podido desmantelar algo... Otra morena apareció de entre la vegetación, provocándola un pequeño susto. Era Cam.
Una chica no muy alta, a la que habían internado por ser huérfana y tener un problema con el alcohol. Y en ese mismo momento, estaba bebida.
-Te has asustado, eh. -Cam rió apoyándose en un tronco que había a sus espaldas.
-¿Tú eres gilipollas o qué? -Celia estaba muy mosqueada. Y eso no eran un buen síntoma si no te llevabas bien con ella.
La chica apretó los puños con fuerza e ira, en ese mismo momento no dudaba en darla un buen puñetazo, ya que la morena hizo que se sintiese una inútil.
Hablando de morenas.
<<¿Dónde está Ana?>> Se preguntó la pelirroja. Hacía por lo menos cinco minutos que la había perdido de vista y no sabía donde estaba.
-¿En qué piensas tanto? -Preguntó Cam, riéndose todavía a saber de qué.
-Cállate. -La ordenó sin más.
Empezó a gritar el nombre de Ana y a retroceder por el camino que creía ser el correcto, buscándola. Pero nada, no la encontraba. Se asustó, llegó a pensar que tal vez la habría pasado algo malo.
Y algo más malo le pasaría a ella si no la llevaba de vuelta al botellón para que estuviese con Amaya. Mira que las avisó.
Siguió con su búsqueda mientras Cam reía y reía a sus espaldas. Al final se iba a dar la vuelta, y juraba darle de hostias. Pero prefirió pasar de ese problema sin solución y arreglar el que tenía ahora.
Minutos más tarde seguía llamándola y buscándola. No la sonaba de nada los sitios por donde pasaba y eso no la hacía ninguna gracia. Y justamente cuando creyó haberse perdido, una voz que reconoció al instante la llamó por su nombre. Era Ana.
-¿Dónde estás? -Preguntó con fuerza, ahora poniéndose más nerviosa.
De repente salió de entre los árboles y por inercia, se acercó corriendo a ella.
-¿Estás bien? La hostia, lo siento Ana.
-Sí, joder, sí. Estoy bien. -La morena intentó tranquilizar a Celia cuando la vio agotada y cansada.
La pelirroja se compuso de nuevo y miró hacia todos lados. ¿Y ahora dónde coño se había metido Cam?
-¿A quién buscas ahora? -Preguntó Ana irritada. Quería volver ya con Amaya y seguir bebiendo. Quería marcharse de ese bosque de mierda.
-A Cam, hace nada estaba aquí conmigo.
-¿Cam? ¿Pero qué hacía aquí?
-Y yo que sé, pero me ha dado un susto de cojones. -Celia cogió de la muñeca a la morena y la guió de nuevo al bosque, para ir a buscarla.
No la importaba en absoluto, pero no iba a dejarla ahí, encima bebida. Ambas empezaron a gritar su nombre, y cuando iban a darse por vencidas, oyeron provenir un grito no muy lejos de ellas. Era Cam.
Corrieron a través de los hierbajos para poder encontrarla y volver, pero no fue eso lo que hicieron cuando la vieron.
Se quedaron más pálidas de lo que ya eran, no pudieron evitar la cara de terror que se las aproximó cuando vieron el cuerpo de la chica tirado en el suelo, con arañazos y graves heridas en todo el torso, brazos y piernas. Tenía los ojos ensangrentados, demasiado abiertos y una cara de temor. Estaba muerta.