Capítulo 19.

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El resto de la tarde transcurrió tranquila y normal. Seguía habiendo tensión como la había estado habiendo durante el fin de semana, pero por lo menos estuvo algo reposada. Todos se encontraban en el comedor, algunos recogiendo su cena, otros en las mesas que tenían resignadas. Y otros, como Ana, Amaya, Tessa y Celia, se encontraban sin comida y sin hambre, pero intentando mantener una conversación sin movidas. La pelirroja miraba directamente a Tessa, y esta a Amaya. Estaban pensando en contarle a Ana lo que habían descubierto, pero ahora era demasiado arriesgado. Decidieron esperar unos días más, y si el asunto iba a más grave, hablarían con McKlagen. Hablando de la mujer. Cruzó toda la sala con otra persona más. Olivia se encontraba tras ella, encadenada y sujetada por otros dos hombres altos y musculosos, los cuales llevaban una especie de máscara que hacía que impidiesen mostrar su rostro a los demás.

La psicópata miró al grupo de las cuatro chicas, fijando sobretodo su mirada en Amaya. Tuvo la cara todo el rato seria y llena de roña, pero para cuando parecía que iba a irse, McKlagen la obligó a sentarse en una mesa apartada de sus compañeros. La rubia dio las gracias para sí misma sin apartar la mirada de la chica del pelo lacio. Pero algo hizo que el rostro de esta cambiara. Olivia sonrió de una manera que acechaba temor y agresividad, perversa pero algo discreta. Amaya sabía que no la estaba mirando a ella, puesto que la otra llevaba su vista por encima de su hombro. Se dio la vuelta para averiguar a quién sonreía tanto y descubrió que Eider acababa de entrar por la puerta principal. ¿La estaba mirando a ella, tal vez? Supo que sí en cuanto la chica pálida de pelo negro miró en su dirección. Se quedó paralizada durante unos segundos y luego se dirigió a la mesa de estas.

Las saludó y se sentó en dirección contraria a Olivia. La estaba dando la espalda y eso pareció no gustarla, puesto que sujetó con fuerza el cuchillo de plata que tenía en la mano. ¿Qué hacía una chica como ella con tal utensilio? ¿Es que nadie entendía el peligro que corrían? En eso estaba pensando Amaya cuando cambió sus pensamientos. No podía echarle las culpas de todo lo sucedido en el fin de semana a la psicópata, puesto que no sabía su había sido ella. Tessa la contó que fue una chica, pero tenía aspecto de niña, con aspecto desfigurado y llena de sangre. No podía ser Olivia.

-Deja de pensar en eso. -Dijo la pequeña morena.

-¿Cómo sabes que lo estoy haciendo? -Preguntó la rubia extrañada. ¿Ahora Tessa podía leer los pensamientos, o qué?

-¿En qué estás pensando si no? -La contestó ella, bajando la mirada cuando notó que la de Olivia se posaba en ella. -Además, no es ella... No lo parecía, por lo menos.

-Ya, bueno. Entonces explícame por qué mira a Eider como si fuera a comérsela. -Celia se metió en la conversación. Vaya, ella también se había dado cuenta de ello.

-Eso no lo sé. Pero lo único que puedo decir es que deberíamos dejar de mirarla y de centrar nuestra atención en ella... He notado algo raro cuando ha entrado por la puerta, así que recomiendo que dejemos de pensar en eso. -Dijo Tessa, la cual parecía algo atemorizada aún.

-Está bien. -Respondieron las otras dos al unísono.

De algo estaban totalmente seguras. Tessa tenía alguna especie de don que hacía que pudiese notar las malas vibraciones en algo o alguien, en eso no había duda. Y también que la dejaba ver cosas que otros no veían, por ejemplo, la niña que intentaba matar a Ana psicológicamente. Aún estaban intentando concordar las cosas, unas entre otras. Puede que las muertes de Cam y de Mia estuviesen involucradas en la chica de la cual no sabían su identidad.

Celia, desde un principio, había notado también la presencia de ese... ¿fantasma, podían llamarlo? Pero no quería decir nada. Podía ocasionar alguna desgracia más, y no quería vivir con ello. En esto estaban de pensar qué es lo que podía estar pasando, cuando Denis entró por la puerta con Ry. Ana frunció el ceño. ¿Se conocían? ¿Se llevaban bien? ¿Sabría Ry sobre el tema de que Denis entró a los baños cuando ella estaba desnuda y la tapó con la toalla? Otra cosa más que añadir al asunto. ¿Cómo había oído el moreno el grito de la chica? Las habitaciones de los varones estaban bastante lejos de los baños de su distinto sexo. Seguía preguntándose cómo podía haber llegado tan deprisa, y por qué la ayudó, si ni si quiera la conocía.

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