Capítulo 9: Ángel.

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Un hambre voraz me consumió de repente. Fui hasta la cocina -con el cuaderno en la mano- y busqué algo de comer. No había nada. Abrí la alacena en busca de los frascos de galleta que siempre había ahí. Pero estaban vacíos.

¿Cuándo fue la última vez que lo llené?

No lo recordaba y me pregunté si alguna vez en todo este tiempo me había tomado la molestia de hacerlo. Tenía la impresión de que no. Mierda, más de ocho meses sin preocuparme de esas cosas. Últimamente iba a alguna tienda y compraba exactamente lo que necesitaba (cerveza, sándwiches, etc) si había cosas como detergente, ropa limpia y planchada, jabón, papel higiénico, servilletas descartables y una pila reducida de vajilla sucia, era gracias a que mi madre se pasaba religiosamente una vez a la semana a controlar que aún estuviese vivo.

Ahora me daba cuenta de qué tan muerto había estado. Ni siquiera bebía más agua que la del café.

Me puse un abrigo y salí. Al menos debía ir a la panadería para comprar unos bollos, pero no pasaría de esta semana en que iría al súper y compraría todo lo que faltaba. Guardé el cuaderno dentro del abrigo y lo apreté con un brazo para que no cayera. Por algún motivo necesitaba tenerlo cerca todo el tiempo.

El aire frío me dio de lleno en la cara y la nariz se me puso roja ¿cómo era que hasta ahora prácticamente no había reparado en las bajas temperaturas del invierno?

Al entrar en la panadería el aroma del pan recién horneado inundó mis fosas nasales y, en lugar de comprar un par de bollos, me llevé la mitad de la tienda. La joven que me atendió era simpática y me tiraba onda, iba bien proporcionada de delantera pero no me movía un pelo. No, yo ya estaba interesado en otra persona. Ese pensamiento me hizo sonreír como babo.

Cuando estuve de regreso en mi casa me acomodé sobre la mecedora que Hae me había regalado para mi cumpleaños y que no habíamos usado más que para follar; era divertido hacerlo allí. Todavía no sé qué fue lo que se le pasó por la mente para regalarme aquello pero, si lo meditaba, quizás había tenido desde un principio el fin que le habíamos asignado.

Con un bollo en la boca y el cuaderno entre mis manos volví a hundirme en mi lectura.

17 de Agosto de 2014.A pasos de ti.

Mi persona favorita:

Ha pasado un tiempo desde que te escribí ¿cierto? Bueno, es que han sucedido tantas cosas que no me daba tiempo y cuando tenía tiempo no tenía ánimos. Pero hoy estoy muy feliz ¿por qué? Ya te contaré.

Para comenzar te doy la noticia de que Haru ya fue dado de alta. Lo sé, eso es bueno y estoy feliz por él. Sigue sin gustarme la idea de que tome esas drogas pero, ciertamente, han logrado suprimir sus 'visiones'.
Tendrías que haberle visto la carita cuando Leeteuk se lo llevó, no quería soltar mi mano por nada del mundo. Fue un momento muy duro para mí también, pero yo le di ánimos diciéndole que en el orfanato iba a tener amigos con los que jugar todo el día. Le hablé también de Henry y le dije que lo buscara para hacerse amigos, sé que van a llevarse muy bien.
Con todo el pesar de mi corazón le pedí a Teuk que no lo trajera a visitarme aunque él se lo pidiera. Ya me tomó cariño pero es mejor que no siga haciéndolo, así no sufre.

La partida del niño me dejó sin fuerzas, él era un gran apoyo para mí. Es lo que tiene de malo vivir en este infierno blanco y aséptico, no puedes hacer amigos ni encariñarte con nadie porque todos tenemos estadía transitoria. Algunos más duradera, otros menos pero ninguna es eterna.

Y esa es la parte triste del día; ahora viene la feliz.

Quizás la fecha te suene de algo. Sí, es el día que pasaste ingresado en el hospital.

No me odies, yo te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora