Capítulo 14: Bendito sea...

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Bendito sea el día, el mes y el año,

y la estación, la hora y el instante,

y el país, y el lugar donde fui preso

de los dos bellos ojos que me ataron;


Clavé mis ojos sobre aquellos que me devolvían la mirada, silenciosos, temerosos pero casi sonrientes.
Estaba suspendido en un lugar sin tiempo ni espacio, estábamos envueltos en un segundo que se había detenido para nosotros. Habían tantas cosas que decir, tantas que explicar y disculpar, y sin embargo, no había necesidad de hacerlo. Él me leyó el alma en la mirada y yo leí la suya. Nos amábamos, por sobre todas las cosas. Lo primero que veíamos, era cuánto nos amábamos.


y bendito el afán dulce primero

que al ser unido con Amor obtuve,

y el arco y las saetas que me hirieron,

y las llagas que van hasta mi pecho.


Dolía. Mi pecho dolía demasiado, en un momento que duró menos de un parpadeo estuve abrazando fuertemente al causante de ese dolor. Lo apreté tan fuerte contra mí que podría haberlo quebrado, pero lo que quería era fusionarlo a mi piel. Él también me abrazaba con fuerza, aferrándose desesperadamente a mí, con la intensión de no dejarme ir nunca más.

-Donghae...


Benditas cuantas voces esparciera

al pronunciar el nombre de mi dueño,

y el llanto, y los suspiros, y el deseo;

y sean benditos los escritos todos

con que fama le doy, y el pesar mío,

que pertenece a él, y no a otro alguno.


Y el mundo se nos vino encima, y lloramos y suspiramos y, más que nada, nos amamos.

Tenía entre mis brazos el premio más grande del mundo, mi felicidad.

¡Sí! Entre un millón de sentimientos que me embargaban, la felicidad era el mayor de todos. ¿Cómo he podido vivir sin esto?

No. Nunca más iba a alejarme de él, jamás.

-Hyukee –dijo Hae en un sollozo desesperado, y de tanta emoción me entró la risa histérica. Me separé un momento de él para verlo de nuevo y él se contagió de mi risa. Ambos caímos sobre la cama riendo como locos, suspirando y abrazándonos nuevamente.

-Viniste, Hyuk. Viniste por mí –me dijo cuando nos calmamos; tenía miedo de que nos oyeran, yo quería pasar un tiempo con él, solos, sin que todo el hospital irrumpiera en la habitación a ver el milagro.

-Sí, Hae. Estoy aquí, vine por ti y no hay forma de que puedas volver a echarme de tu lado –le advertí.

-Yo... Hyuk, quizás tomé la decisión equivocada, pero quería hacer lo mejor para ti –trató de excusarse.

-Shhh, calla. No quiero que me des excusas, voy a aceptarlas, aunque no las comprendo. Nada me hace más daño que no saber de ti.

-Perdona...

-Sí, mi amor. Te perdono, pero dejemos eso atrás. He leído tus cartas, sé que has sufrido también por no estar conmigo.

-Por eso no las quemé, al final fui un cobarde que quiso dejarte una excusa.

No me odies, yo te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora