Como había prometido a Danny, iría a jugar videojuegos en su casa. Me visto y salgo.
-¡Hola! -Digo alegre al entrar en la casa de los chicos.
-¡Anna, sálvame! -Gritó Dougie que estaba siendo cargado por Danny, pero cuando éste me vio lo soltó y Dougie gritó de dolor.
-Hola. -Dice Danny sonriente y me abraza.
-¡Annabella! ¿Quieres tu regalo ahora? -Preguntó Tom.
-Pues…
Me vendaron los ojos y me llevaron hacia algún lugar, y cuando pude ver, observé un hermoso piano de cola negro. Era realmente hermoso.
-Chicos... -Dije sonriente mirando el piano.
-¿Te gusta? -Preguntó Harry apoyándose en mi hombro.
-Claro que me gusta. ¡Es perfecto! -Dije emocionada.
-Yo te enseñaré a tocarlo. -Dijo Harry.
-Eso lo haré yo. -Dijo Danny y fulminó a Harry con la mirada.
-¡Yo le enseñaré! -Gritó Dougie.
-¡Tú no tocas piano! -Gritaron Danny y Tom al unísono.
-Lo sé. –Rió.
-Ninguno de los tres. Yo le enseñaré a tocar piano, ¿verdad, Annabella? –Dijo Tom.
-Sí, Tom. -Dije riendo.
-¡No es justo! Tom siempre hace todo. –Refunfuñó Danny y reí.
-¿Crees que la dejaré sola contigo? Sueñas muy bien, ¿eh, Danny? -Rió Tom.
-Nunca me dejan pasar tiempo con Annabella. -Dijo molesto.
-Danny vine a verte a ti. Jugaríamos videojuegos, ¿no?
-Sí, pero Tom nunca me deja hacer nada.
-Porque eres un irresponsable, Danny.
-Vamos, Tom. Yo lo cuidaré. –Dije.
-Es que... -Le interrumpo.
-No hará nada tonto, lo prometo. -Dije sonriente.
-Ya, ya. Está bien. Pero queda bajo tu responsabilidad. -Dijo y subió a su cuarto.
-¿Jugamos? -Preguntó Danny
-¡No! Aquí no jugarán nada. Dougie y yo estamos mirando una película. -Dijo Harry.
-Bien, iremos a mi cuarto. -Dijo Danny y subimos a su cuarto.
-Alguien aquí necesita ordenar esto, ¿eh? –Reí.
-¿Quieres hacerlo tú?
-No. –Reí.
-Bien, ¿qué quieres jugar? -Me muestra las carátulas de los juegos.
-Me gusta el juego que jugué con James. Just dance.
-Pero es que... no sé bailar.
-No importa, yo tampoco. -Dije tomando su mano.
Danny tenía razón. No bailaba ¡NADA! Pero admito que fue divertido verlo hacer el tonto.
-Qué malo eres, ¿eh? –Reí.
-Mira quién lo dice. –Rió.
Me empujó hasta su cama y comenzó a hacerme cosquillas. Luego de tanto revolverme, chocamos mirada y la distancia se hacía cada vez más corta.
-¿Ya te dije que tienes unos preciosos ojos?
-Ahm... -Dije avergonzada.
-¿No te gusto? -Dijo separándose un poco.
-¿Por qué preguntas?
-Es que... actúas muy raro cada vez que te tengo cerca.
-Danny, yo... Es solo que... -Me interrumpe.
-Si no te gusto, sólo dilo -Sonrió de medio lado.
-Es que... tú me pones nerviosa. –Me cubro con mis dos manos el rostro y Danny suelta una carcajada.
-Oye, no te rías. -Dije molesta.
-Perdón, es que... -Me besa.
Duró mucho tiempo ese beso, y decido separarme.
-¿Por qué ha sido? -Pregunté tímida.
-No sabía qué decirte y... quería mucho besarte. -Dijo sonrojado.
-Tú y tus raras formas de callar a las personas. –Reí.
-Sólo la uso contigo. –Sonrió. -¿Y si salimos a caminar? -Preguntó tomando mi mano.
-Pero antes... cántame algo, ¿si?
Danny asintió con la cabeza y buscó su guitarra. Comenzó a tocar unos atractivos acordes. Su voz era perfecta, roncamente perfecta y deseaba algún día cantar junto a él.
-¿Te gustó?
-Me encantó.
-Bien, ¿vamos de paseo?
Salimos a caminar por las frías calles de Londres. Eras las 7pm y había mucha gente caminando por allí. Reíamos de todo a nuestro paso. Llegamos a un parque y nos tumbamos en el césped.
-Oye, jamás te lo he preguntado pero, ¿qué te gusta de mí?
-Ahm... Amo tu sinceridad, Danny. Amo que seas tan honesto conmigo y muy atento. -Dije sonriente.
-Es bueno saberlo. -Dijo con la mirada baja.
-Oye, ¿dije algo malo? -Pregunté preocupada ante su reacción.
-No. Nada. No es nada. -Fingió una sonrisa.
-Oye, tengo que volver a casa. Mañana tengo que ir a la universidad. -Dije incorporándome.
-Te llevo. -Se levantó y tomó mi mano.