-¡James! -Grito desde mi habitación para que James me escuchase.
-¿Qué pasa? -Pregunta sobresaltado.
-No puedo dormir, James. ¿Podrías darme algunos calmantes?
-Claro que sí. Los buscaré. -Sale a buscarlos. Regresa. –Toma.
-Gracias, James. Lamento tanto ser una molestia.
-No lo eres. -Me dedicó una sonrisa y le sonreí también.
Tomé los calmantes y pude dormir.
-Despierta bella durmiente. -Dijo James abriendo las ventanas de la habitación y de inmediato el sol chocó con mis ojos.
-James, no quiero. -Dije cubriendo mi cara.
-Es un hermoso día, Annabella. Levántate, que hoy daremos un paseo por la ciudad, ¿te parece? -Preguntó sonriente.
-No, no me parece. Sólo quiero morir, James ¿es mucho pedir?
-¿Por qué eres así? -Preguntó mirándome muy mal.
-¡Porque a nadie le importo! Se burlaron de mí. Unos se hicieron pasar por padres, otros por amigos y... uno por príncipe azul. -Dije con la mirada baja.
-En primer lugar, me importas a mí. Segundo, hagan lo que hagan siempre serán tus padres. Tercero, los chicos son tus amigos porque ellos no tenían idea de nada y con respecto a lo del príncipe... no te merece.
-Me mintió tanto. Jamás me dijo que tenía una novia. -Dije llorando.
-No llores, por favor. Me parte el alma verte así. -Dijo tomando mis manos.
-James…
-¿Si?
-Puedes... ¿puedes dejarme un rato a solas? Necesito pensar.
-Claro que sí. Lo que pidas. -Me sonrió, se levantó y salió de casa.
Me puse a caminar por todo el departamento y me senté junto a la ventana. Mi mente comenzó a atormentarme con los recuerdos.
De repente sonó el teléfono. Contesto.
-Hija, por favor. Estamos preocupados. Dinos dond... –Interrumpo.
-¡No me llamen! No quiero saber nada de ti ni de papá. ¡Los odio a todos! Arruinaron mi vida. -Dije llorando y corté.
Cada minuto que pasaba deseaba no haber nacido en esa familia. Deseaba no haber conocido nunca a Danny. Jamás me imaginé que esto sucedería, que mi familia le pague a un chico para que se haga pasar por "un joven normal" y que se haga mi amigo. Éste me enamoró y como en todos los libros, la dama sale herida, pero luego se reconcilia con todos. No creo que ese sea mi caso. Tenía tanto odio en mi corazón que ni quería ver a Tom, él era inocente. Tomo mis calmantes como si fueran caramelos. No me importaba nada ni nadie excepto James que es el único que se preocupa por mí.
Me tumbo en medio de la sala sosteniendo mis rodillas con los brazos. Me veía fatal, llena de lágrimas y las mejillas rojas. Sentía que ya no tenia corazón, sentía como millones y millones de caras imaginarias aparecían en mi mente riendo. Recordándome lo estúpida e inútil que soy.
-¡Annabella! De nuevo llorando. Ven, ven aquí. -Dijo sentándose a mi lado y acariciando mi cabello.
-Ay, James. Ya no soporto más, ya no puedo.
-Sí, Annabella. Sí puedes. Tú eres más que esto. Eres más de lo que la gente cree.
-¡La gente cree que soy estúpida, por eso le pagan a otros para que sean mis amigos! -Dije irritable.
-Seguro hay una explicación detrás de todo eso.
-No la hay, James. Eso no se justifica. Lastimar a alguien hasta matarlo no se justifica.
-Ven, vamos a dar un paseo. Necesitas tomar aire fresco.
-No quiero, James. No quiero salir.
-No hables así, odio que hables así. No puedes dejarte derrumbar.
-¡Entiéndelo! Nadie me quiere. A nadie le importo. -Grité llorando.
James se limitó a hablar y me abrazó con fuerzas. Mis lágrimas no paraban, y pronto comenzaron a asomarse las suyas. Aquello era increíble. James estaba llorando junto a mí.
-Tal vez sí necesite salir. -Dije con la mirada baja.
-Está bien, voy a por un abrigo. -Buscó el abrigo y me lo colocó.
Juntos salimos a caminar. Me hizo bastante bien, pero aún no podía parar de llorar.
-Mira, tal vez pienses que estas sola, pero no es así. Aquí estoy yo y no te dejaré, ¿entiendes? No te dejaré.
-Gracias, James. Pero creo que jamás superaré esto.
-¡Sí! Sí lo harás, Annabella. Juntos lo haremos.
-No sé cómo agradecerte, James. Has hecho mucho.
-Y haré todo lo necesario para que estés feliz nuevamente.
Sonrío y le abrazo. Fuimos a ver una película y luego tomamos unos helados. Me gustó salir. Pude distraerme un rato, pero el dolor seguía allí.
-Bien, ¿lista para dormir? -Preguntó cubriéndome hasta las caderas con las sabanas.
-Sí, ya tomé mis calmantes. -Dije sonriente.
-Muy bien, que tengas feliz noche. Y cualquier cosa me llamas, ¿vale?
-Vale, James.-Le sonreí y se dio vuelta para irse. –Oye, James.
-¿Si?
-Gracias.
-No es nada. -Sonrió y se fue.