-Oye, ¿puedo acompañarte a casa? Me gustaría ver a los chicos.
-Ahm, ellos no están.
-Entonces… puedo pasar la tarde contigo nada más. –Sonreí.
-Lo siento, tengo algo qué hacer.
-Está bien, adiós. -Me despedí y me fui.
Aún no quería regresar a casa, así que decidí salir a caminar un rato. Mientras paseaba por las calles me consigo a James. ¡Dios! Este chico ya estaba empezándome a dar miedo.
-Dios, ¿James por qué estás en todos lados?
-No, linda. Estoy en los lados a los que vas tú. -Dijo riendo.
-Ya lo creo. -Dije sarcástica.
-Entonces, ¿Por qué no vamos a mi casa?
-¿Qué? -Pregunté desconcertada. -¿Y por qué tendría que ir a tu casa?
-Oye, cálmate. Sólo intento ser amable.
Creo que tal vez yo estaba exagerando. James sólo quería ser amable, así que... ¿Por qué no serlo yo con él?
-Está bien, James. Acepto ir a tu casa.
-Genial. –Sonrió.
Tomamos un taxi y al llegar me sorprendí al ver un enorme edificio.
-¡Wow! ¿Tú vives aquí? -Pregunté mirando de punta a punta el edificio.
-Sí, ¿por qué? ¿Crees que es feo?
-No. Es solo que… Nada. –Reí.
Entramos al edificio y al entrar en su casa me sorprendí mucho. Era realmente hermosa y ordenada. Nada parecida a la casa de las bestias aquellas. Siempre tenían desorden.
-Eres muy ordenado, ¿eh? -Dije riendo.
-Eh… Sí, odio el desorden, siempre estoy limpiando. –Rió.
-Maniático de la limpieza. –Reí.
-¿Quieres algo de beber o comer?
-Ahm... Me apetecen unas galletas de chocolate.
-Sus deseos son ordenes señorita. -Sonrió y fue a por las galletas.
Observando la sala me di cuenta que habían unos cuadros donde salía James y dos chicos más. Uno que otro premio y un cuadro enorme que decía Busted.
-Aquí tienes tus... –Interrumpo.
-¿Estás en una banda? -Pregunté sorprendida.
-Ahm... Estuve. Nos separamos.
-¿Por qué? ¡Wow! Estoy hablando con un famoso. -Decía emocionada. -¿Por qué no me lo dijiste?
-Pues... No lo creí importante. Si te decía que era famoso tal vez me tratarías diferente. -Se encoge de hombros.
-Buen punto. Igual no lo haría. –Sonreí.
-¿Qué quieres hacer? Tengo play station, wii, karaoke. Tú dime.
-Ahm… Me gusta el wii.
-Bien, ¿sabes bailar?
-¿Just dance? -Pregunté riendo.
-Exacto. –Rió.
Comenzamos a bailar y luego nos interrumpió un toque de puerta.
-Tú sigue. -Dijo James y fue a abrir la puerta.