Dos.

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Por más que mirara el informe de Dylan, no podía creer que me lo hayan asignado a mi. Eso quiere decir que estaré cerca de él casi todo el tiempo y eso es genial.

Desde el momento en que lo vi en el pasillo, algo me dio en el estómago ¿mariposas? Esas son cursilerías, yo jamas me he enamorado. Y jamas lo haré.. ¿o si?

Golpearon la puerta y me dirigí a abrir, me encontré con el señor Blair.

—Señorita Thompson, aquí tiene el horario con las sesiones que le toca con O'Brien —me entrega un papel— No alcancé a entregárselo antes, así que vine personalmente.

—Oh, muchas gracias —observé el horario y en 10 minutos tendría mi primera sesión.

—Por si las dudas, las sesiones se tomaran siempre en la misma sala, bajando las escaleras, a la derecha y sigue por el pasillo hasta encontrar la habitación 504 —me sonríe— Le deseo suerte con O'Brien, es un paciente algo difícil. Pero tengo fe de que lo sabrá llevar bien.

¿Difícil? ¿Que tan loco estará? Estamos por averiguarlo.

—Bueno, muchas gracias otra vez, adiós —me despedí con una sonrisa y cerré la puerta.

Me dirigí al escritorio y abrí el expediente de Dylan, en una pagina cualquiera, y comencé a leer.

Con solo 13 años asesinó de una manera brutal a su familia. A su padre le enterró varias veces un cuchillo en el torso, mientras que agonizaba, con el mismo cuchillo le corto las mejillas. Luego su madre, descuartizo todas sus extremidades, llena de cortes profundos en cada extremidad y en su rostro, finalizando con cortes en sus mejillas. Y por último su hermana, ella dormía y él la asfixió con un cojín, y por último el mismo corte en las mejillas que le hizo a sus padres, simulando una sonrisa...

—Oh por Dios —abrí mis ojos como platos— Este chico esta realmente mal.

Decidí irme a la sesión que tendría con Dylan, iba un poco atrasada, así que me fui casi corriendo en busca de la habitación 504, cuando por fin la encontré, entre y cerré la puerta detrás de mi. Ahí se encontraba, frente a mi con esa mirada que no transmitía ninguna emoción.

—Lo-lo siento por la tardanza —tartamudeé mientras me sentaba frente a él.

Esperé que dijera algo y nada.

—Bueno Dylan, de ahora en adelante yo te haré las sesiones. Me llamo ____ Thompson, y como sabrás soy la nueva psiquiatra —le sonreí y no recibí respuesta de parte de él.

Lo observé un momento y él solo me miraba directo a los ojos sin decir palabra alguna. Esto me estaba poniendo algo nerviosa. Abrí mi agenda y comencé con preguntas simples.

—¿Sabes cuantos años tienes, Dylan? —lo sé, una pregunta estupida pero necesitó que conversemos como si nos estuviéramos recién conociendo, y prácticamente nos estamos recién conociendo.

Dylan no respondía, pasaban los segundos, minutos y nada.

—¿Quieres conversar de algo? —susurré irritándome.

Esté solo sonrió, y una vez mas un escalofrío paso por mi cuerpo.

—¿Por qué solo sonríes? —trate de sonar lo mas firme que pude, que no me delatará que su sonrisa me causaba algo de miedo, pero no era solo miedo, era tristeza— ¿Qué cosa estas pensando?

—¿En que cosa pienso? —rió sin gracia— No sé, creo que en como acabar contigo.

Trataba de procesar las palabras que había dicho.

"Acabar contigo..."

—Pero que mierd.. —dije algo confusa juntando mis cejas— No puedes.

—Lo que has oído, acabaré contigo. Igual como lo hice con todos los hijos de puta que pasaron antes de ti —sonrío de lado.

Maldición, esa sonrisa me encanta.

—No te tengo miedo, Dylan —le rete— Y jamas lo harás. No soy como los otros que han tratado contigo.

—Y dime, ¿qué tienes de diferente tú que los otros no? —se levantó de su asiento y apoyó sus manos en la mesa, me miraba con sus ojos entrecerrados tratando de intimidarme.

—Yo te ayudaré a salir de aquí, claro si tú también me ayudas —esto jamás podría decírselo a un paciente, y la verdad es que no se porque lo dije— Por lo que vi, has estado mucho tiempo aquí ¿no?

—Vaya vaya, entonces tú, ____ Thompson me ayudarás a mi, Dylan O'Brien, a salir de este asqueroso lugar —sonrío— Eso suena bastante bien, me gusta. Tú comienzas a agradarme —me apuntó con su dedo índice.

—Ahora ¿puedes sentarte y ayudarme con las preguntas? —eleve mi ceja izquierda— Por favor.

—Comienza —puso los ojos en blanco y se acomodó en la silla.

Y así comenzó nuestra sesión, él colaboró aunque en ocaciones no respondía. Este chico me hará enfermar de los nervios.

—Hemos terminado por hoy, gracias por poner de tu parte —cerré el informe y mi agenda— Te veo mañana Dylan, cuídate.

—Como sea —susurró.

Se levanto de su asiento y yo también, ordene mis cosas y él paso por mi lado, se marcho. Suspiré y sonreí como una estupida adolescente, al darme vuelta se encontraba a centímetros de mi rostro, esto me puso muy nerviosa.

—¿Qu-qué haces? —susurré.

—No hago nada —sonrío de lado, maldito deja de hacer esoSolo te observo.

Lo mire directo a sus ojos, luego baje a su perfecta nariz, terminando en sus labios, me dieron ganas de besarlos y morderlos. Oh Dylan...

—¿Acaso quieres que te bese? —dijo a centímetros de mis labios como si hubiera leído mis pensamientos.

—Si.. —mordí mi labio inferior, procese lo que dije y me arrepentí— Digo no, claro que no —me aleje de él caminando por su lado— Nos vemos, Dylan.

Caminé hacia la puerta y voltee a mirarlo una vez mas, él estaba mirándome con las cejas levantadas y rascando su nuca con su mano derecha. Baje la mirada avergonzada y me marche a mi habitación.

Oh Dylan, me volverás loca.

Disaster • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora