Tres.

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Eran las 2:18 am y yo aún no me dormía, me encontraba en mi escritorio leyendo el informe de Dylan, con todos los detalle posibles. Este chico era increíble, aparte del asesinato de sus padres, lo culparon de la muerte de tres psicólogos que lo trataban. Duraron exactamente 10 sesiones cada uno, el primero: lo encontraron muerto en su habitación, tenía marcas en su cuello de una soga, las orejas y los dedos de sus manos cortados. El segundo, sus muñecas con cortes muy profundos y con un cuchillo incrustado en su estomago. El tercero y último, un golpe profundo en la cabeza, que terminó muriendo desangrado. Los especialistas dijeron que el causante de sus muertes fue Dylan, pero nunca tuvieron pruebas para culparlo; comentaron que durante las ultimas sesiones que tuvieron con él, discutían mucho, elevaban demasiado la voz y Dylan se alteraba al borde de tener que inyectarlo y amarrarlo en su habitación.

Ya no podía seguir así por hoy, necesitaba descansar ya que había tenido un largo y agotador día, lo mejor es que me fuera a dormir y así lo hice.

—Esperó con ansias verte mañana, Dylan O'Brien —sonreí y cerré mis ojos cayendo en un profundo sueño.

*

—Dylan, escapémonos de este maldito lugar. Tómame y no me sueltes —me aferre a su pecho, abrazándolo fuertemente quitando cada centímetro que nos separaba— No te alejes de mi.

Sonrió de lado y me envolvió entre sus brazos acercándome mas hacía él, como si eso fuera posible.

—No te dejaré sola —tomó mis mejillas— Aquí en este asqueroso sitió. Iras conmigo, acompañándome siempre. Serás mi nueva cómplice, mi única amiga, mi única amante, mi único amor.

Esas palabras se clavaron en mi corazón y sonreí como una jodida enamorada.

—Ahora —me acerqué a sus labios y susurré— Por favor, bésame Dylan.

Sentí el tacto de la mano de Dylan sobre la mía, pero esperen.. Esto era un sueño, abrí de golpe los ojos y frente a mi había una silueta de alguien, me asuste tanto que prendí de inmediato la luz de la lampara que se encontraba al lado de la cama. Y ahí se encontraban esos ojos tan intensos, mirándome y su mano sobre la mía.

—D-Dylan, pero ¿qué haces aquí? —él solo sonrió— ¿Cómo lograste entrar a mi habitación?

—Por la ventana —miro hacia atrás y yo le seguí la mirada, y efectivamente, la ventana estaba abierta.

—Pero ¿por qué? —estaba muy confundida.

Se alejó de mi lado y comenzó a caminar de un lado a otro, me comenzaba a marear.

—Puedes, por favor, sentarte y decirme por qué entraste a mi habitación a las —mire mi pequeño reloj que se encontraba a un lado de mi cama— ¡Jesus! Son las 4:47 de la madrugada. Dylan, ¿que rayos te pasa?

Él me miro a los ojos, esa profunda mirada que poco a poco me encantaba, luego se sentó al borde de mi cama, a centímetros de mi.

—Esta bien, te contaré —suspiró— Hace años no puedo dormir bien por las noches. Por eso tengo estas ojeras tan rojas —señaló sus ojos y ríe sin gracia— Cada vez que logró dormir se me vienen estos eh ¿sueños? De una mujer, gritando y suplicando por su vida —frunce el ceño— Y ahora que te conozco, puedo decir con seguridad que esa mujer eras tú.

¿Qué? ¿Como que era yo? No puede ser.

—Y dime ¿por qué "yo" suplico por mi vida? —tomo su mano para calmarlo y para que me contara ya que estaba temblando como si tuviese mucho frío.

—Intentaba matarte —mira hacia la ventana, quizás las estrellas ya que brillaban de una manera increíble.

—¿Qué? No puede ser.

Sonríe de lado y me mira nuevamente.

—Lo que escuchas, y si, puede ser. Ese sueño si puede hacerse realidad —se para nuevamente dándome la espalda y toma un cojín acariciandolo—Puedo asfixiarte ahora mismo —deja el cojín en su sitió y me mira por el rabillo del ojo— O matarte con mis propias manos.

¿Había dicho que no me asustaba? Pues ahora si, estaba muerta de miedo y no sabia como ocultarlo.

D-Dylan por favor, para con esto —estaba aterrada y mi voz se rompió.

—¿Me tienes miedo? —se acerco lentamente hacía mi.

—No —dije rápidamente, ni yo me lo creí.

—Mientes. Tu voz y tu cuerpo demuestran todo lo contrario, señorita Thompson.

Me levante rápido de la cama y me dirigí a la puerta abriéndola.

—Vete, por favor.

—"Por favor, por favor, por favor" ¿no te cansas? —se acercó y cerró la puerta, me acorralo a la pared y apoyo su mano  en la pared, a un lado de mi cabeza—  Por que yo si me canso de tanto escucharlo.

—So-solo estoy siendo educada —mire a otro lado.

Puso su mano libre en mi barbilla y levanto suavemente mi rostro para que lo pudiera mirar a los ojos, esos ojos tan intensos que me encantaban cada día mas.

—No deberías —se acerco demasiado a mis labios— Por si quieres saberlo, me gustan las chicas duras, y para nada educadas —mordió mi labio y lo tiro, haciéndome soltar un leve gemido.

—Aléjate de mi —susurré, dudaba si habría logrado escucharme. Pero realmente no quería que se alejara.

—No, tú no quieres que me aleje —ahora se acerco a mi oído y rozo sus labios, haciendo que mi piel se erizara.

Ya no aguantaba más, quería lanzarlo a la cama y hacer que cosas, pero no. Lo aleje antes que perdiera totalmente el control.

—No, vete y olvida lo que pasó aquí —me puse a un lado de la puerta y la abrí nuevamente.

—Ninguno de los dos olvidara lo que pasó aquí —paso por mi lado hacía afuera de la habitación.

—Esto ha sido demasiado rápido, solo nos veremos para nuestras sesiones ¿entendido? —traté de mantenerme lo más firme posible.

—¿Quieres que te diga lo que pienso? —rasco su nuca.

—Habla —me cruce de brazos y esto hizo que se me notarán aun más mis pechos sobre el pijama que llevaba puesto.

Noté que bajó su mirada a mi pequeño escote y mojó sus labios, carraspeé suavemente la garganta para que notará que me había dado cuenta de su mirada tan curiosa, al momento que levanto su cabeza y me miró a los ojos, negué con la cabeza y reí sin gracia.

—Pienso que te gusto, quizá no con certeza ni es lo más seguro, pero si sientes una atracción hacía mí. Desde el primer momento en que nos miramos —sonrío de lado— Y terminaras loca por mi.

—Piensa lo que quieras, Dylan. Ahora déjame dormir —antes de cerrar la puerta susurré— Nos vemos en un rato.

Cerré con seguro la puerta, apague la luz y me acosté, por mas vueltas que me daba en la cama no lograba conciliar el sueño.

—Oh Dylan.. maldito Dylan.

Disaster • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora