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Flores, mariposas y un molesto ruido. ¿Qué?

Oh claro, es mi alarma.

Abrí los ojos lentamente mientras me estiraba tratando de callar esa cosa infernal.

Tenía que levantarme. Era mi primer día de trabajo y no podía llegar tarde. Así que corrí hasta mi armario para sacar el traje adecuado -el que mi madre me obligó a comprar- y me lo puse después de bañarme.

Pero tenía un pequeño problema. Mi cabello. Era algo rebelde y no era muy fácil de peinar. Así que después de pelar con el cepillo logre recogerlo en una coleta simple.

Después de arreglarme y desayunar salí corriendo hacia Matt.

-Tardaste mucho, Gianne- dijo mirando el reloj de su muñeca.

-Lo siento, se me hizo un poco tarde- me excusé.

-No importa. Sube al auto, que yo también tengo que irme a trabajar- asentí.

No estaba molesto. ¿Cómo lo sabía? Bueno, Matt es como mi hermano. Y nunca se enojaba conmigo.

-Te dejaré en la entrada y listo, ¿de acuerdo?

-Si, está bien- me sonrió.

En el transcurso del viaje lo único que se escuchaba era la música de la radio.
Al parecer cada uno estaba en su burbuja sin importar nada.

Visualicé el edificio que tenía con enormes letras "Hollest Enterprise".

-Bueno, te recogeré más tarde- asentí.- Cuídate, GiGi.

-Siempre- le di un beso en la mejilla.- Adiós, Matt- cerré la puerta del coche y me apresuré hasta donde los incómodos tacones me dejaron.

Era un lugar enorme y de estilo retro.

-Buenos días. ¿Le puedo ayudar en algo?- se me acercó una señora de unos cuarenta y pocos.

-Si. Me gustaría que me dijera cuál es la oficina K56, por favor- asintió.

-Tome el elevador de ahí- me lo señaló.- Hasta el cuarto piso, después va por el corredor central. Es la última oficina a la izquierda- guardé la información en mi cerebro y le di las gracias.

Seguí todas sus instrucciones y así fue. Llegué a mi nueva oficina.

Puse mi bolso debajo del escritorio y cuando me dispuse a sentarme una mujer llamó mi atención.

-¡Hola! Usted debe ser la nueva- asentí confundida- Bueno, soy Dannia Rodríguez, la encargada del mantenimiento del equipo computacional de este piso.

-Un placer, Sra. Rodríguez. Soy Gianne Scott- le tendí la mano y la estrechamos en un cordial saludo.

-Bueno, si necesita algo solo avíseme- asentí sonriendo-, en un momento llegará su compañero de oficina.

¿Compañero?

Bueno, es mejor que quedarme sola en un lugar tan grande como éste.

-Si... Si... Ajá... Comprendo, lo tendré listo mañana. Si, si, si... Hasta luego- un chico castaño y alto entró de la nada hablando por teléfono. Cuando colgó la llamada sus ojos se encontraron con los míos.- Buen día, disculpe la tardanza Srita. Scott, tenía que arreglar algo.

¿Cómo sabía mi nombre? Y... ¿Él era mi compañero?

-Si... Yo...- balbuceé sin saber qué decir. El chico solo me miraba con el ceño fruncido hasta que de repente, pareció entender que pasaba.

-Disculpa, que idiota soy. Mi nombre es Barry Damianne, tu compañero- asentí.- Y se tu nombre porque el Sr. Hollest me lo dijo- agregó como si me hubiera leído la mente.

Ámame sin temor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora