12.

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Desde el día en que me encontré a Douglas en el restaurante, lo he cachado viéndome. Y no sé si eso es bueno o malo.

Por otro lado, Matt ha estado investigando más sobre todo el asunto con Janeth.

Al salir del baño escucho el teléfono sonar.

Y mientras buscaba mi ropa, atendí la llamada del rubio.

-No te preocupes, Matt, no hay problema con eso- dije tratando de que se relajara.

-Lo que menos quería era un cambio de turno, ¿como se supone que voy a recogerte?- su voz denotaba frustración.

-Hey, puedo irme sola o tomar un taxi- gruñó.- Puedo pedirle a Jack...

-Estará conmigo en el turno- dijo interrumpiéndome.- Necesita ser alguien en quien yo confié, GiGi. No puedo permitir que te vayas con cualquiera.

-Matty, calma, ¿si? Voy a buscar a alguien que me lleve al trabajo y luego a casa- dije calmada.- No te preocupes por eso, estaré bien.

-De acuerdo. Si algo llega a pasar que te haga sentir mal o incómoda, por favor no dudes en decírmelo.

-Te quiero, no lo olvides. Es mejor que te vayas a dormir, tendrás un largo día.

-Yo también. Cuídate, pequeña.

Colgué.

Los cambios de turnos eran muy comunes para oficiales del rango de Matthew. Pero esta vez era horrible... Tenía que estar en la estación a las 6:00 pm y trabajar hasta que amaneciera, un horario, que para mí, era bastante feo.

Solté un suspiro.

Comencé a desayunar con calma, ya que aún era temprano.

Solo había cereal, así que no tuve una gran gama de opciones.

Me serví un poco más de jugo y fui a mi cuarto para terminar de arreglarme.

Tomé mi bolso y abrí la puerta.

-¡Santo cielo!- grité. Había alguien parado frente a la puerta y no me había dado cuenta.

-¿Tan feo estoy?- rió.- No era mi intención asustarte.

-Douglas, yo...- tenía una mano cerca de mi corazón que latía como caballo desbocado.- No te había visto.

-¿Estás bien?- esta vez lo miré a los ojos.

-Sí, sí- suspiré.- Estoy bien, lo siento. Nunca imaginé verte por aquí.

-Bueno, vine a darte esto.

No me había percatado que tenía una mano escondida tras su espalda.
Y al dejar de ocultarla, me tendió una rosa roja.

Miré hacia todos lados asegurándome de que no hubiera nadie más a quien pudiese dársela. Para evitar quedar como una tonta.

-Gracias- dije tomándola. Me sonrió y le devolví la sonrisa.- Es muy hermosa- acaricie sus pétalos con cuidado.- Dame un momento, la pondré en agua.

En un vaso largo, serví agua y deposité la rosa en el.

Cerré la puerta con llave y al voltear vi que aún seguía ahí.

-Ven, te llevo.

Solo pude asentir. Me había tomado por sorpresa.

No tenía idea de cómo sabía en donde vivía y el número de departamento.

Al llegar a la salida del edificio, un Mercedes Benz del año en color negro estaba estacionado.

-¿Es tuyo?- pregunté antes de que me abriera la puerta.

Ámame sin temor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora