15.

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-Le dije que lo nuestro se había acabado y ¡¿sabes que?!- exclamó mirándome puesto el semáforo estaba en rojo.- ¡Me pidió otra oportunidad!

-Eso si que es no tener vergüenza- respondí.

-¡Dímelo a mi!- bufó.- Seguía burlándose de mí en mi cara- maldijo.

-Bueno... Pero al menos has acabado con esto- me encogí de hombros.- Tú hiciste lo que tenías que hacer.

-Si...

Suspiramos.

Y al hacerlo al mismo tiempo, nos miramos divertidos.

-¿Te sientes mejor?

-De cierta forma, sí. Aún que aún me duele asimilar las cosas.

-Es normal, Matt. Con el tiempo dejará de doler.

-Eso espero- se quedó pensando unos segundos.- ¿De parte de quien fueron las flores que estaban en un vaso de la cocina?- preguntó curioso.

-Douglas.

Me miró.

-Hablas del mismo que conocemos, ¿cierto?- asentí.- Interesante.

-Si... Bueno... Yo...- me quedé pensando.- Solo me las dio y ya.

-Creo que alguien ha caído ante tus encantos, pequeña- me miró divertido.

-¿Mis encantos?- reí.- Por favor, ¡yo no tengo encantos!- frunció el ceño.- Además, solo son flores...- me encogí de hombros.- Al fin y al cabo puede ser solo una broma...

-No todos son iguales- me interrumpió.

-Lo sé, lo sé... Pero...- eché la cabeza para atrás.- No estoy segura de esto.

-No te frustres, ¿si? Deja que todo fluya.

Se estacionó frente al edifico y me miró.

-Gracias por volverme a traer, Matt- asintió.- Nos vemos más tarde.

-Claro que si, vendré por ti sin falta.

Nos abrazamos y salí del auto.

Al pasar el recibidor principal, me dirigí hasta el ascensor.
Una vez ahí, me hundí en mis pensamientos.

Me pareció bastante interesante el hecho de que el jefe de Matt, el Capitán James Wellcot, le diera un cambio de turno tras las circunstancias.

Al llegar a mi piso, salí con calma hacia mi oficina.

Estaba muy silencioso todo el lugar, así que traté de que mis tacones no resonaran demasiado.

Ni siquiera Barry estaba ahí.

Al sentarme en la silla, me topé de frente con un hermoso florero que contenía un pensamiento azul.

Suspiré embelesada... Era simplemente hermoso.

Tenía una nota amarrada con un listón.

"Ten un lindo día.
Atte. Douglas A. Raymond"

Aquel detalle tan hermoso, me había fascinado.

Por lo que no había cosa existente que pudiera quitarme aquel sabor dulce.

*****

Por alguna razón, Barry no había llegado a trabajar.

Y bueno, al parecer Douglas tampoco.

Por lo que el día transcurría de una forma lenta y algo tediosa.

Click, click, click, click.

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