Tormenta de sentimientos.

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Sanji

-Tenemos un herido de bala... tenemos un hombre caído.

La voz al otro lado de la línea estaba asustada hasta la medula.

-Tranquilo agente, encuentre un lugar en donde refugiarse, iremos por ustedes, téngalo por seguro.

No podía dejar a uno de mis hombre atrás, nunca había hecho eso y no iba a comenzar justo en este momento, mi nombre es Sanji soy uno de los altos mandos del FBI, me ha costado mucho trabajo llegar hasta en donde estoy, en estos momentos estamos tratando de apresar a uno de los grandes líderes de los "Mugiwara" una temible banda de yakuzas a la orden de Monkey D. Luffy, pero no estábamos obteniendo buenos resultados, la misión había comenzado mal, la infiltración fue descubierta por la mano derecha de Luffy, el temible Roronoa Zoro, este tipo tenía una intuición especial para los agentes, no habíamos logrado una sola infiltración exitosa si él andaba cerca, así que todo se había ido cayendo lentamente después de las primeras horas, después de eso mis hombres habían terminado siendo perseguidos por los hombres de Luffy, hasta ahora solo me habían reportado un hombre caído... y debía ir por él.

Comencé por colocarme el chaleco antibalas con las grandes letras FBI en la espalda, ajuste mis armas y quite mi cigarrillo de entre mis labios, siempre era una pena perder el cigarrillo cuando apenas lo había tomado, la voz de una dulzura pelinaranja sonó del otro lado del automóvil.

El lugar era muy lúgubre, una vieja fábrica abandonada, nosotros nos encontrábamos a los alrededores, parecía que iba a llover, el cielo estaba ya bastante oscuro, eran cerca de las 10 de la noche, mi hermosa pelinaranja se encargaba de monitorear a todos mis hombres, me notificaba cuando había bajas y su ubicación, siempre era reconfortante tener a Nami cerca.

-Los chicos se encuentran en una pequeña bodega al norte de la fábrica, tendrás que pasar el lugar en donde se encuentran los yakuzas reunidos ¿estás seguro de que iras?

-Nami-swan, ya habíamos hablado eso, no importa en donde estén no voy a dejarlos abandonados a su suerte.- mi tono era más pesado de lo que pretendía, nunca le hablaría mal a una mujer, pero también era un principio mío no dejar a nadie atrás.

...

No permitiría que alguien pasara eso como yo.

-Bueno, ve con cuidado... no hagas locuras Sanji, ¿Qué seriamos nosotros sin ti a cargo?

Solté una risita entre dientes, Nami podía conseguir lo que quería con un par de palabras y ella lo sabía por lo mismo lo usaba a su favor, me dirigí a la fábrica con la debida cautela.

Los grandes portones se veían aún más grandes desde dentro, había conseguido entrar por un pequeño hueco que había entre la puerta pequeña y la pared, el lugar por dentro era muy lujoso, grandes portones, madera de la mejor calidad, lucia unas alfombras invaluables ahora completamente rotas o llenas de sangre, parecía que al querido Jefe yakuza no le importaba mucho el precio de las cosas.

Seguí caminando siempre alerta de cualquier movimiento, me acercaba al salón principal, la situación comenzaría a ponerse peligrosa, tuve que contener el aliento cuando escuche unas voces, logre esconderme tras un muro en el momento correcto.

-El jefe no se encuentra nada feliz esta noche, esta como loco por haberse perdido la comida... los del FBI lo hacen enojar cuando hacen eso.-Afirmaba uno con gran pesadez en su voz.

-Lo peor que puedes hacer con nuestro jefe es hacer que pierda alguna comida, eso le fastidia como ninguna otra cosa en el mundo... bueno quitarle o hacerle daño a su sombrero puede desatar la peor furia.- Contestaba el otro mientras su voz se perdía en la distancia.

Vaya jefe con el que cargaban esos pobres... pesé a que no hablaban maravillas de él, tampoco se escuchaba desilusión o temor alguno a uno de los hombres más temidos de la mafia japonesa... era un poco incongruente pero no repare en ello, tenía cosas más importantes que hacer.

De pronto me encontraba delante de unas puertas finamente talladas en caoba, grandes decoraciones seguramente hechas a mano y detalles muy minuciosos, sin duda ese era el salón principal, estaba muy cerca de encontrar a mis hombre... solo un poco más.

Fue cuando lo vi.

Se acercaba a paso decidido con una sonrisa lobuna en la boca.

Pensé que había perdido todo en cuanto lo vi acercarse a mí.

Un musculoso peliverde, en otras circunstancias habría babeado por él, su tono levemente bronceado con grandes músculos, espalda finamente torneada y unos brazos altamente trabajados... sin duda habría caído a sus pies, si tan sólo no fuese un yakuza que me intenta matar.

Roronoa Zoro se acercaba a mí... y no era una buena señal.

Zoro.

Luffy seguía quejándose y completamente molesto por tener que perderse la comida debido a la intromisión del FBI, estaba aburrido de escucharlo así que decidí salir de casería.

-Oi, Luffy, ¿Puedo ir a buscar algo con que entretenerme?

-¿Eh?, ¿Iras a buscar a los tipos de traje?

-Sí, estoy aburrido y parece que la comida aún va a tardar.

-Está bien, puedes ir Zoro.

-Entendido Jefe.

Estaba saliendo del gran salón para dar una vuelta por el lugar, tenía una gran intuición para encontrar agentes del FBI... y para no saber cómo regresar a los lugares, todo debido a la complicada estructura de los edificios, entonces vi a un rubio con un chaleco del FBI, vaya, vaya, mira que a penas y tuve que salir del lugar en donde estaba.

Debo admitir que el sujeto era guapo, tenía un gran porte, era una persona elegante... y por alguna razón desataba en mi unas intensas ganas de molestarlo, que tonterías.

Camine hacia el con cierto aire triunfante en cuanto me vio acerco sus manos a las armas que llevaba a lado de cada pierna, era extraño ver agentes con dos armas, lo regular era una y les temblaban las manos al querer disparar... principiantes que apenas comenzaban a matar.

Tenía unos lindos ojos, pero con la mirada que estaba poniendo me daba demasiada risa su cara.

-¿Qué pasa rubio, te comió la lengua el ratón?- Quería molestarlo, ver sus reacciones, eso y evitar que me dispara con alguna de sus armas.

-Quien diría que el temible Roronoa tenía sentido del humor- Su voz era segura, el estupor de verme a primera vista había desaparecido, ahora se notaba más valiente y seguro de si mismo.

-Vaya, vaya, debes de ser de un alto mando para tener tanta seguridad en ti mismo.- él comenzó a sacar un cigarro y lo encendió sin el mínimo temor de que lo atacar en ese instante.

-Puede que sí, puede que no, nunca se sabe.- soltó una gran bocanada de humo, este chico era interesante.

-¿Qué buscas?- No debía olvidar nuestros roles, por mucho que me agradara su presencia.

-Nada en específico, ¿por qué te lo diría?- Él tenía un buen punto, sería tonto que simplemente lo soltara.

-Te dejare divertirte un rato más, cuídate las espaldas si te vuelvo a encontrar.- Camine pasando delante del rubio, no podía entender lo que acababa de hacer, lo había dejado ir... y no sentía remordimientos alguno por ello, si alguien más lo mataba quería decir que no era la persona que yo creía y eso le quitaría todo su valor, pero si lograba sobrevivir estaba completamente seguro de que me lo volvería a encontrar.

En algún momento, en algún lugar... nuestros destinos se cruzarían de nuevo una vez más. 

Encuentros desafortunados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora