Titubeos.

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-Sanji.

Vaya encuentro más raro, de temerle hasta la médula pase a babear por él, demonios ¿Quién demonios se creía ese marimo? Desde que lo vi había despertó algo en mí, no tengo idea de qué, quizás esas ansias de molestarlo, por eso mi brillante idea de llamarlo "marimo", se me ocurrían mil insultos más a su fastidiante y llamativo cabello verde, pero ese apodo era el que más me agradaba de momento.

No debía bajar la guardia aún, él lo había dicho, debía cuidarme las espaldas si me lo volvía encontrar, que esperaba no fuera el mismo día, sería un completo dolor en el trasero verle la cara de nuevo... o al menos eso quiero pensar.

Aún seguía demasiado cerca del salón principal, cada vez estaba más cerca de mis hombres, las cosas deberían salir bien, al menos en teoría, comencé a avanzar a paso lento, no me sentía muy confiado aún y la visita de Roronoa solo había aumentado mis miedos, mis hombres debían estar bien.

Caminé un par de minutos más gire un par de veces y me encontraba en el sitio indicado, la pequeña bodega donde se estaban escondiendo, al parecer la cacería estaba llegando a su fin, pues el bullicio inicial hacia bajado considerablemente, moví ligeramente la puerta, con la esperanza de no alertarlo y comenzaran a apuntarme o en el peor escenario que me hubiera equivocado de lugar.

Con un poco más de fuerza la estructura cedio a mi peso y lentamente me introduje en la pequeña bodega, estaba completamente oscura, no lograba ver ni siquiera la punta de mis dedos, debía hacer algo si los quería encontrar, habíamos desarrollado una serie de sonidos para ese tipos de cosas, solo teníamos dos palabras en realidad, "agentes" que eran tres pequeños golpes en cualquier superficie y "aquí" que eran dos golpes más lentos, no había mucha ciencia en ello, pero nos había sacado varias veces de problemas y esperaba que esta fuera una de ellas.

Di tres golpes en la superficie de algo que no tengo idea, según mi tacto algo como un cubo de metal, pero no era muy de fiar ya que apenas y me había movido dentro de aquella sala, los segundos pasaron y comencé a tener miedo, "Maldición ellos no están aquí", esos pensamientos surcaban mi cabeza a toda velocidad, cuando dos golpes más lentos sonaron del otro lado de la bodega, comencé a calmarme y a caminar lentamente temiendo hacer un ruido que nos delatara y mandara todo a la mierda.

Al llegar al otro lado de la pequeña bodega encendí una pequeña linterna y ahí estaban ambos, uno demasiado pálido y el otro acercándose mucho a su color, uno de ellos trataba de tapar a toda costa la herida del otro, para mis adentros solo espere no llegar demasiado tarde.

-Bien, es hora de irnos- traté de que mi voz sonara lo más segura posible, debía darles un poco de confianza.

-Pensábamos que no llegaría...- Usopp trataba de detener la hemorragia de su colega, debíamos salir lo más rápido del lugar.

-Jamás dejo a mis hombres atrás, lo sabes- Suavizar mi tono no era mi fuerte, pero en ese momento era todavía peor, estaba completamente bloqueado, no tenía ni puta idea de como mierda íbamos a sali de ahí.

-Sí, lo siento.- Usopp estaba pálido, ver caer a un compañero nunca es fácil, en especial cuando el colega detiene una bala por ti.

La voz de Usopp comenzó a temblar.

-Jefe... fue mi culpa, yo... yo.- Temía que comenzara a llorar, así que simplemente le di una calada al cigarrillo que acaba de prender y dije con tranquilidad.

"No es tu culpa, lo hablaremos después, ahora debemos salir de este jodido lugar."

Parecía que mis palabras funcionaron, pues Usopp parecía más tranquilo,  era un buen agente cuando se le necesitaba y era una situación de emergencia, casi en todo lo demás era un cobarde, regularmente él suele ayudar a detectar a los enemigos desde la zona de vigilancia en la oficina, podríamos llamarle "agente de oficina", pero esta vez no había quien más acompañara en campo a su compañero, así que tuvimos que solicitarlo fuera de su zona de confort. Estaba haciendo un buen trabajo hasta que los acorralaron, Usopp era bueno escondiéndose, en gran parte eso les había salvado.

Encuentros desafortunados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora