Heridas abiertas.

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~Zoro

Finalmente se había marchado, regresé bastante cansado al gran salón principal, escuchaba mi estómago rugir, había sido un día bastante agitado, por suerte las bajas que teníamos eran prácticamente nulas, siempre era triste perder compañeros, tratábamos de no relacionarnos mucho con los de más bajo rango pues siempre eran los primeros en caer, aunque todos éramos compañeros era la mejor manera para evitar que los pilares principales de toda la familia se derrumbaran.

Hice ceder las puertas con mi peso, escuchaba los quejidos del capitán, maldición aún no llegaba la comida, eso me perjudicaba a mí también, caminé pesadamente dirigiéndome a Luffy, escuche la risa de Robin, cuando la miré observe que se cubría la boca con una mano mientras se reía.

-¿Ambos están hambrientos?- Robin, seguía burlándose por lo bajo mientras decía eso.

-Oye, fue un día pesado, estoy hambriento y Luffy siempre tiene hambre, eso no sorprende a nadie.- me acercaba a una pared de la habitación para recargarme mientras le respondía a Robin, en realidad Luffy SIEMPRE tenía hambre.

-Oi! Zoro, ¿encontraste algo interesante? Comida por ejemplo.- Luffy se retorcía en la silla en donde estaba sentado, esa silla le agradaba demasiado, nadie podía sentarse ahí pues inmediatamente tendríamos una rabieta del jefe.

-Encontré algo interesante ciertamente, pero no fue comida, lo siento.- sonreí al recordar al rubio, había sido ciertamente interesante encontrármelo.

-Zoro.- La voz de Luffy se había vuelto más seria, era un tono extraño cuando él lo usaba, regularmente nunca hablaba de esa manera.- ¿estás bien?

-¿De qué hablas?- para mi pesar, realmente sabía a qué se refería sin embargo siempre era más fácil fingir demencia.

-Sólo lo decía por la fecha de hoy.- el ambiente se había tornado pesado, 2/10, esa fecha siempre era pesada para todos, en especial para mí, pero estaba aprendiendo a sobrellevarlo, era más complicado si me lo recordaban a cada instante.

-Sí, estoy bien.- me levante del lugar en donde estaba y me dispuse a salir de nuevo.

-¿Te vas?- dijo Robin ante mi acción.

-Tomaré un poco de aire, llámenme cuando esté lista la cena.- salí del lugar.

Caminé un rato sin rumbo fijo, simplemente dejándome llevar por el instinto, quizás por el azar, quizás por el destino, simplemente dejando que la corriente me dictara hacia dónde ir, en qué dirección, donde girar, donde detenerme.

El azar decidió jugarme una mala pasada al hacerme detener justamente en esa habitación.

La habitación de ella.

Sentí un fuerte golpe a mi pecho, por unos segundo me había quedado sin aire dentro de los pulmones, su muerte no solo había sido injusta, no solo fue simplemente un "error" era simplemente que estaba en el lugar incorrecto en el momento menos indicado.

Tashigi se había criado conmigo, habíamos aprendido juntos a blandir una espada, no había una sola cosa que no conociéramos del otro, colores favoritos, comidas preferidas, la canción que más escuchamos, entender nuestros estados de ánimo, era como una hermana para mí, simple y sencillamente estaba acostumbrado a ella, habíamos llegado bajo el cuidado de Luffy bajo circunstancias extrañas, así habíamos llegado todos.

Seguí caminando, tenía que alejarme de ese lugar si quería mentenerme cuerdo, decidí subir a la azotea, realmente necesitaba un poco de aire.

La luna se mostraba brillante pero el cielo se veía gris, apagado, a diferencia de otros días todo se veía nublado, las estrellas no brillaban, había demasiado silencio y lo que parecía ya ser un mal escenario empeoró cuando comenzó a llover. 

Caían gotas.

Las sentía rodar por mis mejillas.

Me recargue contra la pared deslizándome hasta tocar el piso.

La lluvia continuaba, a decir verdad, creo que empeoraba a cada segundo.

El cielo parecía quejarse al verme, pero nada parecía detenerla.

Que extraño se siente la lluvia en mi cara.

Se me nubla la vista pero la lluvia es más evidente...

Lo más curioso es que el suelo no está mojado.

La familia de Luffy nos había acogido a Tashigi y a mí, ambos éramos huérfanos que habían sido adoptados por el dueño de un dojo, habíamos aprendido muchas cosas, nuestra maestra principal era la hija del dueño, Kuina, ella siempre nos llevaba al límite, se entrenaba más que ambos, nuestro sueño siempre fue derrotarla en una batalla. Pero esa triste noche llegó.

Alguien tocó la puerta.

El silencio era demasiado fuerte.

El aire se sentía viciado.

Después todo inicio.

Fuego.

Gritos.

Confusión.

Todo en el mismo segundo, Kuina nos sacó del dojo y nos llevó a un río cercano, nos pidió que nos escondiéramos, que ahí estaríamos a salvo, no entendíamos nada, el mundo giraba demasiado rápido, Tashigi lloraba insistentemente, temblaba de frío y yo no podía hacer nada más que esperar y rodearla entre mis brazos.

Las horas pasaron lentas, seguían transcurriendo mientras ambos niños se escondían en medio de la espesa maleza, hasta que llegó el amanecer, un niño torpe se acercó a nosotros, nos sonrió ampliamente, inmediatamente cubrí a Tashigi con mi cuerpo, no dejaría que nadie le hiciera daño, ella se aferraba a mi ropa con ferocidad, estaba completamente aterrada y yo aunque me temblaban las manos trataba de parecer valiente.

-Me mandaron a buscarlos, shishishishi.- seguí manteniendo a Tashigi detrás de mí, pero ese niño no parecía alguien que quisiera hacernos daño.

-¿Quién te mandó?- Mi voz temblaba, estaba helando aquel día y nosotros no teníamos ni siquiera un suéter, aunque aquel niño tampoco.

-El abuelo, claro.- Me miró con confusión como si fuera algo que yo debiera saber.

Se escuchó una voz detrás de él, era una niña unos años mayor, de cabellos oscuros y largos.

-Luffy, no debes salir sin suéter de esa manera, está helando.- La niña parecía burlarse del descuido del pequeño niño.

-¿Eh?- de pronto el niño comenzó a temblar de frío.- Ro...bi...n... hace...hace... hace... frío.

La niña soltó una carcajada y le dio el suéter que llevaba en mano, después nos miró y dijo:

-Monkey D. Garp ha mandado por ustedes, les explicaran todo lo que ha pasado.- el rostro de la niña se ensombreció.- El día de ayer fue una verdadera masacre, ustedes son los únicos sobrevivientes, pero el señor Koshiro ha dejado instrucciones para ustedes, síganme.- nos extendió un par de abrigos, ambos tratábamos de entender que era todo lo que nos había dicho pero... ¿habían matado a todos?

Nuestra vida danzaba en un hilo, conocíamos un mundo hasta ese segundo, teníamos un hogar, una familia, amigos, sueños, metas... Y de pronto resulta que no nos queda nada. 

No éramos adultos, solo éramos dos niños intentando entender que su mundo había sido destruido, nos pedían que accedieramos a esa locura, claro que no fue sencillo. Tashigi se desmayó segundos después, todos corrimos a rodearla e inmediatamente la cargué en mis hombros para ir a donde nos indicaba la chica de pelo negro, si ya había perdido a todos... no la podía perder a ella también.


Encuentros desafortunados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora