8. El único.

347 43 35
                                    





Estoy sin habla y me quedo en mi lugar sin emitir algún sonido. La chica, de nombre Florencia, no se inmutó por mi confusión y empezó a acorralarme dando vueltas en el pequeño lugar en donde nos encontrábamos, con miles de árboles a nuestro alrededor y con la oscuridad que provenía de ellos. Doy pasos hacia atrás y suena un crujido bajo mío. Tanto la mirada de Florencia como la mía recae hacia dónde provino el sonido y las dos miramos hojas secas de árboles debajo mis pies.

—¿En dónde me encuentro?—pregunté. Haciendo una cortina con mi cabello, mientras miraba al lado contrario de donde se encontraba ella.

—No creo que quieras oír la respuesta a eso. Más deberías preocuparte en cómo salir de aquí—respondió, con voz tranquila, casi dulce. Dejó de caminar y apoyó su espalda contra un tronco grueso. Aún no le veía el rostro y la curiosidad comenzaba a aparecer. Fruncí mis cejas y separé mis labios.

—Bien. Entonces, ¿cómo es que salgo de..., aquí?—me volví hacia ella. Cuando lo hice, la sangre se me heló por completo al verla detalladamente; una chica alta, mucho más alta que yo, de cabello negro como el azabache y piel tan blanca como la nieve. Vestía con una camiseta blanca y chaqueta de cuero, más unos vaqueros pitillos. Su mirada era atemorizante y tuve que retroceder al ver su cercanía. No conseguía soltar palabra y quise adentrarme a la oscuridad del bosque para ocultarme. Con sus grandes ojos marrones, Florencia me observó de pies a cabeza, haciendo que me sintiera desprotegida. Quería a Luke a mi lado, y eso me molestó.

—¿No crees que si supiera cómo salir de aquí, no me habría ido ya?—casi gritó, y el tono dulce que había utilizado hace un rato se evaporó en el aire—. Llevo aquí más de trece años, niña. Estoy estancada en este lugar sombrío.

Su pregunta como respuesta hizo que el pánico me empezara a consumir como el fuego a la madera. ¿Yo también estaría aquí por tanto tiempo, o más?

No podía, yo tenía que irme, tenía que ir por Luke.

Había una opresión dentro de mí que me hacía pensar que él no estaba a salvo y que algo malo pasaría si no me iba de aquí. Él me salvó una vez..., ahora seré yo quien lo salve a él. ¿Cómo?, no tenía ni la más remota idea.

Sin aguantar estar en este lugar por más tiempo, comencé a caminar hacia directo la oscuridad. Mis pasos eran decididos y no iba a mirar atrás.

—¿Qué crees que estás haciendo, niña?

Florencia apareció en mi camino con una velocidad inexplicable y de segundo quise huir, pero lo que pasó fue que mi nariz chocó contra el suelo al darme una vuelta completa. Grité de dolor y me llevé con rapidez mi mano hacia mi nariz que palpitaba.

—Pero qué predecible son los humanos. Siempre corriendo hacia el peligro—soltó una carcajada, e hice un gesto de disgusto por oír su risa burlona. Me erguí del suelo rechazando la mano estirada que daba hacia mi dirección—. Eh, niña, no te enojes.

—Me llamo Artemis. No niña—declaré, mientras sacudía la tierra de mi cuerpo y de mi cara, odio la tierra.

—Bueno, esa es información innecesaria—la miré confundida—, quiero decir que me importa un carajo tu nombre.

—Me caes fatal.

—Gracias—respondió, ensanchando una sonrisa irónica en su rostro.

—Dijiste que sabías dónde está Luke. Así que sólo dímelo, para que pueda ir por él.

Su expresión facial cambió. Y de pronto toda la tierra empezó a temblar de poco a poco, como si un gigante estuviera aproximándose hacia a nosotras.

EXILEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora