1. El miedo.

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En la vida, ocurren sucesos que aparecen tan rápidos como una estrella fugaz, pero te afectan tan fuerte como un enorme meteorito. Son cosas que no puedes evitar porque ni siquiera los ves venir, sólo aparecen, te hieren, y se van lentamente..., como si el destino lo hiciera a propósito para verte caer.

Artemis era una de ésas personas que no aprovechan el presente porque están más preocupados por el futuro. Pero ésas acciones son las que terminan por destrozarte por completo. Ella estaba tan concentrada aquella noche en tener la razón en la discusión que tenía con Luke, que no se dio cuenta que el tiempo con él se le estaba agotando demasiado rápido.

—No entiendo qué ves de malo que salga con Dalia—chistó él, encogiéndose de hombros sin apartar la vista del camino.

—¡Tiene todo de malo! ¿Cómo crees que tomaría la noticia de que mi mejor amigo saldrá con la chica que hace un año puso panfletos de mí con cuerpo de cerdo por toda la escuela?

Luke rió recordando el acontecimiento de hace algunos años y Artemis le tiró un puñetazo en el brazo para que se callara, pero lo único que logró fue que por un momento, las manos de Luke se resbalaran, dejando así el timón libre y el auto tomara otra rienda, el castaño tomó posición rígida al instante.

—No vuelvas a hacer eso, pudimos haber tenido un accidente—le reprocha con voz intranquila y con el corazón atorado en la garganta.

—Luke no cambies de tema, esto es verdaderamente importante... ¡Pensé que éramos mejores amigos! Pensé que me confiabas todo...

—Artemis, las personas cambian. Dalia se disculpó contigo.

—Y luego cuando volteaste me sacó la lengua y se fue riéndose de mí. Dios Santo, Luke eres demasiado inocente, ésa chica sólo te está usando—dijo, recordando haberla escuchado parlotear con sus amigas sobre cómo aprovecharía salir con Luke para subir sus notas y su popularidad.

—¿Crees que soy tan horrible como para que una chica sólo se acerque a mí por una apuesta o un juego? Vaya, porque si es así, qué linda mejor amiga tengo—respondió, con ironía.

—¡Oh, vamos! ¡No te vayas a resentir conmigo! Sabes que eso no es verdad—suspiró—. Eres un chico muy guapo que podría tener a cualquier chica con sólo chasquear los dedos.

Una lluvia se hizo presente en plena noche haciendo que los dos chicos se sorprendieran, Luke puso los limpiavidrios a funcionar mientras que Artemis se incorporó mejor en su asiento aún sin dejar de ver por la ventana cómo las gotas de lluvias chocaban contra esta y los edificios junto a las personas se comenzaban a ver distorsionados.

—¿Sabes? Ya no quiero pelear, eres como mi hermana y te amo pero saldré con Dalia y punto, no hay nada más qué discutir.

Artemis, sin voltear, cerró los ojos mientras una silenciosa lágrima se derramaba y caía hasta el asiento. Dalia no era el problema, era Luke. Artemis estaba profundamente enamorada de su mejor amigo desde hace mucho pero siempre pensó que era un amor imposible, y obligada a callar sus sentimientos, intentaba que Luke no saliera con nadie. Aunque era muy egoísta de su parte, ella no podía evitar hacerlo. El dolor que crecía en ella cada vez que su mejor amigo venía a hablarle sobre alguna chica linda, era insoportable, porque ella sabía que nunca lograría ser tan linda cómo las demás.

—Bien, si así va hacer, déjame salir del auto—pidió.

Luke rió sin gracia por el tonto pedido de su amiga, pero cuando escuchó que Artemis se desabrochó el cinturón, toda la gracia salió de su rostro.

—¡Ponte el cinturón, Artemis!—exclamó asustado por que algo le pasara, y con su mano libre trataba de abrochárselo nuevamente, pero su mejor amiga se oponía a su tacto y se alejaba de él.

EXILEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora