5. La psíquica.

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Salgo del baño sin importarme que estén gritando mi nombre a espaldas mías. Eran dos voces distorsionadas por la velocidad a la que iba, pero sé de antemano que son de Brisa y del... chico. No podía ser Luke, era imposible. Las alas, también era algo imposible. Seguro el no dormir bien me estaba haciendo alucinar y todo esto es una pesadilla. Luke está muerto. Aunque duela la verdad, debo concentrarme en ella.

Choco con alguien al frente de mí y hace que pierda el equilibrio, justo cuando pensaba que mi cabeza chocaría contra el duro empedrado del pasillo, unas manos me sostuvieron a tiempo. Tomándome el tiempo para reaccionar, revoloteo mis pestañas extrañada de lo que acababa de ocurrir, justo para encontrarme con un par de ojos azules que me miraban pensativos. Tenía la mandíbula tensa y sus labios estaban oprimidos hasta hacerlos una línea. Me di el tiempo de volver a ver sus facciones y nuevamente elimino la opción de que él pudiera ser Luke. Eran totalmente diferentes.

—Tú no eres Luke—sollozo, aún entre sus brazos. Me incorpora nuevamente y no quita sus brazos en ningún momento. Me remuevo incómoda.

—Estás muy abrumada, con miedo y no eres capaz de pensar con claridad. No pienso hacerte más daño, aunque quisiera contarte todo en este momento—dijo él, manteniendo firme su voz, aunque parecía que en cualquier momento se quebraría todo. Me ayuda a incorporarme mejor al frente suyo—. Ve a tus clases, haz como si esto no hubiera pasado, y cuando toque la campana en la última clase, estaré aquí, e iremos los dos juntos con Brisa para demostrarte que soy yo.

—Entiéndeme, ¿cómo es que esto pueda ser verdad, siquiera real?—pregunto, con la voz destrozada, siendo incapaz de seguir hablando.

—Todo a su tiempo, Artemis—propone, entonces la campana suena avisando el cambio de clases. Varias personas salieron de sus respectivas aulas, y cuando volteo nuevamente para ver a Luke, él ya no estaba.

Brisa llega a mi costado y me manda una mirada de consuelo. Rodea mi brazo con el suyo, y me hace caminar directo hacia mi casillero.

—Entonces, ¿todo es cierto?—pregunta ella, con pesadez. Aún sin poder hablar, asiento, sacando y guardando libros—. Intenso.

—Más bien... ficticio.

No volvimos a tocar el tema más. Tratamos que el día transcurriera lo más normal posible, y aunque por fuera pareciésemos como si nada hubiera pasado, como si fuese otro día común y corriente, por dentro estábamos con varias preguntas y dudas. Sobre todo yo, por tener estos sentimientos encontrados por él. Aún no los tenía claro, pero no me había sentido así desde que..., bueno, desde Luke. Me refiero a que no es algo de todos los días que de un momento para otro alguien apareciese así en tu vida, de nuevo, luego de haberlo perdido, como si de pronto hubieran decidido ponerlo en el hilo de mi destino.

Claro, pensar en que era Luke era totalmente desquiciado, pero nada lógico podía explicar que era el mismo chico que apareció en mi cocina con alas. Todo esto era demasiado inexplicable, y definitivamente mi cabeza estaba en otra parte menos en esta clase.

Con mi lápiz dibujaba cualquier cosa en mi cuaderno, estaba con mi otra mano sosteniendo mi barbilla y tenía la mirada perdida en la ventana. Puede que me encuentre sentada aquí, pero definitivamente estaba absorta de todo a mí alrededor.

—Señorita Braham—llama la profesora Reynolds. Pestañeo un par de veces antes de darme cuenta que estaba esperando a que le respondiera—, señorita Braham—insistió.

—¿Mhm?—bajo mi brazo y la miro con un poco de confusión—, ¿sí?

—Al parecer mi clase no le está pareciendo muy interesante y se nota que su cabeza está en otro lugar, así que le pido por favor que se retire de mi clase.

EXILEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora