14. El Limbo.

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Brisa me persiguió apenas crucé la puerta de mi casa. Caminaba decidida hacia ningún lugar específico. Creo que solamente quería alejarme, respirar, tomar valor y volver a entrar para enfrentarme al perro del infierno–que hace unas horas llamaba tía Eirene–.

Empecé a necesitar un orden, un plan. Ya no iba a caminar ciegamente sobre las grietas haciendo caso a lo que las personas desconocidas me decían que haga.

—¡Artemis! ¡Artemis!—no dejó de gritar mi nombre, pero yo tampoco dejé de caminar sobre el asfalto de mi calle—, Artemis por favor detente.

—No.

—¿Qué vas a lograr yéndote?—preguntó agitada y como si me hubieran postrado una pared invisible frente de mí, me detuve. Volteo hacia ella y exploto.

—¡No lo sé! ¡Eso es lo único que puedo responder en estos momento, Brisa! No sé qué ocurre—bramo, casi desesperada—. Hasta ya ni sé quién soy. O en qué me estoy convirtiendo, no sé qué es Luke, no sé qué quiere hacer Calum. No sé qué estoy haciendo. Sólo quería irme para poder respirar tranquila, todo esto me tiene abrumada hasta la coronilla.

—¿Crees que a mí no?, Artemis yo no tengo nada qué ver con esto, estoy aquí por ti, porque eres mi mejor amiga. Has estado para mí tanto como yo para ti, sé que la supuestamente muerte de Luke te marcó, y que tengas una oportunidad de recuperarlo es algo grande, así que pon de lado tu ignorancia hacia todo este nuevo mundo que estamos descubriendo y vuelve a ser la Artemis fuerte, determinada y valiente que has sido siempre—exige y no sé qué responderle—. Eso es lo que hubiera querido Luke. ¿Eres la única que puede salvarlo? ¡Entonces qué estás esperando!

—¿Qué voy a hacer con mis padres?—cuestiono, cuando recordé lo que había pasado en mi habitación antes que me vaya.

—Iremos a salvarlos.

—¿Iremos?

—Sí. Estaré contigo. No me iré de tu lado.

—¿Y si te pasa algo por mi culpa?, Brisa, jamás me lo perdonaría.

—Si te dejo sola en esto, yo jamás me lo perdonaría—responde, y me acerco a ella para fundirnos en un abrazo—. Vamos.

—Gracias—susurro a su costado antes de terminar el abrazo. Ella me sonríe y aunque me cuesta, le sonrío de vuelta. Nos encaminamos nuevamente hacia mi casa pero cuando cruzamos el pórtico escuchamos golpes y gritos. Tomé por precaución un jarrón de adorno y troté escalera arriba para llegar lo más pronto posible a mi habitación, donde mi tía Eirene se había soltado de la trampa de Calum y el círculo que Calum había formado con sal se rompió, pero se notaba que no tenía con ella la misma fuerza que desde un principio y como no se percató de mi presciencia atrás de ella, con precisión estrellé el jarrón justo en su nuca. Ella casi ni se inmutó pero fue suficiente para que Calum tomara la daga del suelo y la clavara en su estómago, de nuevo. Entonces todo pasó en cámara lenta y como yo recordaba, todo a nuestro alrededor se distorsionó.. Brisa llegó a tomarme la mano antes de caer al suelo conmigo.

Calum en cambio estaba bastante alejado de nosotras pero igual cayó al suelo como un costal de papas. Mis ojos apenas podían quedarse abiertos, me costaba demasiado divisar lo que ocurría a nuestro alrededor y comencé a aterrarme sabiendo que el perro del infierno estaba suelto. Quería proteger a Brisa más que todo, y simplemente la tomé con más fuerza.

—¡Artemis!—fue Calum, lo busqué en la distorsión pero fue cuando todo se volvió negro para mí.


(...)


EXILEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora