2. El olvido.

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Estoy en un puente desolado, sola y perdida. No sé qué hago aquí, lo único en lo que estoy segura es de un dolor que se está incrementando dentro de mí. Nada puede salir de mi boca y siento que no tengo voz. Escucho a lo lejos el sonido de un reloj contando los segundos y el pitillo molesto de una máquina cerca de mi cuerpo.

De pronto todo se vuelve borroso y nuevamente me siento perdida. Mi vista se torna oscura pero poco a poco empiezo a divisar el color blanco por todas partes. Mis pestañas revolotean para acostumbrarse y cuando termino por abrir los ojos me encuentro notablemente confundida.

Mi cuerpo se estremece y el mismo dolor que sentía hace algunos segundos vuelve a aparecer pero más real. Llevo mi mano hacia mi abdomen confundida y las yemas de mis dedos tocan una banda rodeándolo. Levanto mi otra mano y una aguja está incrustada en esta.

No tengo que ser muy inteligente para entender que me encuentro en un hospital, pero lo que me pregunto es el por qué. Lo único que hay en mi cabeza son las vagas memorias del accidente que tuvo Luke, las sirenas de los bombero, la sangre, los vidrios rotos, los paramédicos llevándoselo, las lágrimas de Liz y Andrew y los brazos de mi madre amortizando mi caída al recibir la noticia.

Cierro los ojos al recordar. Luke... Mi mejor amigo, prácticamente mi todo: muerto. Era algo imposible de creer. Más bien, era algo que no quería creer.

Me esfuerzo un poco para dejar de pensar en el accidente y llevo mi mano libre hacia un botón rojo que dice que lo apreté para que una enfermera ingrese a mi habitación. No pasan muchos minutos para que de pronto una señora con cuerpo robusto y con cabello rubio entre.

Al verla, recordé a Liz. Era muy parecida a ella, pero me quedé callada. La enfermera que no debía tener menos de cuarenta y cinco años me sonríe y se acerca a mí. Empieza a revisar el suero y mi ritmo cardiaco.

—Qué bueno que despertó, han estado muy preocupados por usted—dice y al escucharla frunzo el ceño.

—No creo que haya sido tanto tiempo—digo pensando que tal vez sólo me haya desmayado al recibir la noticia.

La enferma, me mira y deja el suero como estaba, se acerca hacia mí y pone mi camilla hacia arriba para poder sentarme cómodamente, pero en ningún momento deja de verme confundida.

—Señorita Artemis, ¿usted recuerda qué sucedió?—pregunta cautelosamente.

Rio un poco por la tonta pregunta de la enfermera pero de todas formas quiero responder. Mojo mis secos labios y olvido que mi garganta duele.

—Creo que sí, recuerdo que mi amigo tuvo un accidente y creo que yo..., bueno al parecer me desmayé cuando recibí la noticia—me encogo de hombros. La enfermera rápidamente abrió los ojos con sorpresa y si no fuese que abrieron la puerta de la habitación con fuerza, ella hubiera dicho algo.

Mi cabeza se giró hacia la puerta y mi madre entró de ella corriendo. Me encerró entre sus brazos y a pesar de mis quejas de dolor, ella siguió llorando en mi cuello y murmurando que había estado muy preocupada por mí.

Sinceramente no entendía el comportamiento de nadie. ¿Qué es lo que no me quieren decir?, porque vamos, tengo diecisiete años, no pueden esconderme algo y pensar que no me daré cuenta. Siempre vi a mi mamá como una persona completamente transparente, podía saber cuándo estaba triste o feliz, cuando tenía algo para decirme o me estaba ocultando algo. A lo largo de los años fui leyendo entre líneas y es por eso que muchas veces peleaba con mi mamá, y no es que me gustara hacerlo, sino es que detesto que me trate como una niña que no sabrá cómo tratar con alguna noticia.

Ella siempre me quiere proteger de todo, pero lo que ella debe entender es que en algún momento no podrá ser así.

—Gracias a Dios despertaste hija, ya estaba preocupándome pero sabía que en algún momento esos hermosos ojos se abrirían nuevamente—dijo mi papá a penas mi mamá dejó de abrazarme y le sonreí sonrojada. Dejó un beso en mi frente y él me mandó una mirada cariñosa.

—Pero sólo ha sido un desmayo—dije confundida y ellos se miraron entre ellos.

Fue cuando me di cuenta que la enfermera aún seguía allí gracias a que se acercó a mi madre y dijo lo siguiente que me dejó helada.

—Ella no recuerda qué pasó, al parecer el golpe hizo una contusión en su cerebro y en el tiempo que estuvo inconsciente hizo que creara una historia relacionada a lo que pasó, pero una en donde ella no sufre el accidente—dijo.

—¿Qué cosa dijo?—exclamo molesta.

Mi mamá dejó salir un jadeo sorprendido. Dirigió su mirada hacia mí y empezó a acariciar mi cabello.

—Hija, ¿qué es lo que recuerdas exactamente?—mi padre preguntó.

—Los dejaré solos, si necesitan algo sólo aprieten el botón—se excusó la enfermera. Mi mamá le asintió algo ida a sus palabras y desapareció de nuestras vistas.

Los dos pares de ojos de mi padre fueron a parar a mí, haciéndome sentir pequeña.

—Recuerdo que había peleado con Luke, él me dejó al frente de una cafetería y de pronto una camioneta chocó contra él. Los paramédicos lo llevaron al hospital y una patrulla de policías fueron los encargados de llevarme a mí. Los llamé junto a los padres de Luke y luego...—bajo la mirada insegura de poder decirlo. Tomo aire y entreabro los labios—, y supimos que Luke no pudo, él no pudo, salvarse.

Inconscientemente, lagrimas allanaron mis ojos y fui consolada por mi madre. El nudo en mi garganta no me dejó hablar y lo único que fui capaz de hacer era llorar, llorar recordando lo ocurrido y llorar diciéndome que era una total estúpida por haber peleado con Luke. Prefería mil veces a que él salga con medio millón de chicas a no tenerlo a mi lado nunca más. Quiero tenerlo aquí, quiero abrazarlo, quiero amarlo en silencio, quiero seguir jugando con él videojuegos y escucharlo quejarse cada vez que le ganaba, quiero seguir comiendo pizza con él a escondidas de Liz, quiero mandarme papelitos con chistes en clases, quiero estar sentada con él en nuestro lugar secreto... Lo quiero de vuelta, cueste lo que cueste.

—Artemis, eso no fue lo que pasó—mi padre habló interrumpiendo mi llanto.

Los brazos de mi madre dejaron mi cuerpo y sentí frío. Limpié todo rastro de lágrimas y me incorporé mejor en la camilla, pero un dolor en mi abdomen me inundó y gemí.

—Ten cuidado—reaccionó mi mamá preocupada de pronto y asentí.

Mi padre se sentó en la camilla y puse un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja.

—Tú estuviste en el auto con Luke en el accidente—empezó pero lo interrumpí completamente absorta a la realidad.

—No, yo me bajé del auto después de...

Mi madre tomó mi mano.

—Hija, eso es sólo obra de tu imaginación—se lamentó—, escucha a tu padre.

—Tal vez sí estaban discutiendo porque un testigo que estuvo ahí los escuchó gritar, y en una intersección, Luke se pasó la luz roja sin darse cuenta haciendo que una camioneta se estrellara contra ustedes, justo por tu lado del auto.

Río sin creerlo. Es mentira. Tiene que serlo.

—Entonces yo no estaría aquí con ustedes, sería imposible...

Aquí fue cuando mi mamá me miró con ojos tristes y apenados.

—Luke hizo un movimiento rápido y puso su cuerpo encima del tuyo, protegiéndote del golpe. Gracias a eso, te salvaste, pero él no pudo resistir el impacto y murió casi al instante. Los paramédicos dijeron que fue muy difícil liberarte de su agarre, por un momento pensaron que habías muerto también, pero te vieron mover el brazo y te trajeron aquí—contó y siento cómo mi corazón dejar de latir. Porque entonces todo pareció caerme como un balde de agua helada.

Luke y yo habíamos tenido el accidente, él dio su vida por mí y yo ni siquiera lo recordaba.

EXILEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora