Capítulo 5

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☆☆ ¡A trabajar, Lovegood! ☆☆

El Sol se asomaba tras las cortinas de la cama de la joven Lovegood, que se encontraba bien arropada y a gusto navegando en su propio mundo de sueños. Despertó al notar leves ruidos de la actividad matutina en el dormitorio por sus compañeras y voces fuera en el pasillo de chicas que iban de acá para allá preparándose y dando los buenos días a sus amigas y compañeras. Se desperezó con mucha parsimonia y se dispuso a prepararse para lo que sería un lunes cargado de estudios y pesadas tareas impuestas por el portador de su diario y al que, se supone, le debía gratitud por haberlo encontrado. Cogió su uniforme y se metió en el baño aprovechando que una compañera suya acababa de salir. Se dio una ducha rápida y se atusó un poco su enmarañado cabello. Bajando al Gran Comedor se encontró con Neville.

-Bu-buenos días, Luna –balbuceó el Gryffindor.

-Hola, Neville -tan tímido cómo siempre- pensaba la chica -es raro, siempre veo que le pasa esto cuando me pongo a hablar con él... ¿Le daré miedo?

-¿Qué, qué tal estás? –preguntó el chico intentando entablar conversación.

-Bien, he dormido de un tirón –mintió, en realidad le costó coger el sueño pensando en lo ocurrido con su diario-. ¿Lo pasasteis bien ayer?

-Sí, no estuvo mal la salida, lo malo es que Umbridge vuelve esta tarde.

-¡Oh! Es verdad... No podré salir a ver hoy a los Thestrals -exclamó apenada pensando que con la extraña sorpresa del día anterior al final no fue al bosque.

-¿A quiénes?

Luna le iba empezar a explicar a su nuevo simpatizante qué eran los Thestrals, de dónde provenían y todo un sin fin de información a cerca de ellos ya que le gustaba que otras personas se interesaran por las criaturas mágicas menos conocidas, pero en eso llegaron Hermione, Ron, Ginny y Harry.

-Hola, chicos -saludó la pelirroja.

-Escuchad -susurró Harry-, esta tarde será la última reunión que tengamos hasta después de los exámenes, a la misma hora.

-Entendido -respondió Ron-, pero entremos ya por favor, tengo mucha hambre.

-¡Oh! Ronald, siempre igual -le regañó esta vez la castaña- ¿No ves que estamos tratando un asunto importante?

-¿Y es que tú no crees que se piensa y se organiza uno mucho mejor con el estómago lleno?

-¡Tragón!

-¡Mandona!

-Oye, Harry, ¿siempre están así? –le peguntó Luna entre risas observando la escena mientras el grupo entraba al comedor.

-A veces incluso peor –le dijo con cara de resignación-. Y, dime, ¿ha habido suerte con tu diario?

-Esto... Sí... Ya sé dónde está.

-Me alegro. Es un alivio, ¿eh? –Luna asintió- Nos vemos esta tarde.

-Hasta luego –se despidió dirigiéndose a su mesa.

Allí pudo ver a lo lejos al rubio Slytherin, riéndose con sus amigos, o mejor dicho, con su séquito, y se preguntaba qué clase de tareas le encomendaría. Porque, aunque ella fuera muy lista, el chico debía tener en cuenta que estaba un curso por debajo y que no le podría ayudar en todo, pero el pacto era hacer lo él le pidiera no solo refiriéndose a los estudios y eso era lo que la fatigaba. Se podía esperar cualquier cosa de Draco Malfoy, la trataría como a los pobres elfos domésticos, pero todo era poco para recuperar su preciado tesoro.

Secretos en la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora