Dejó que se vistiera mientras él mismo lo hacía también para acompañarla a ver a su ex marido.
Camila terminó antes de arreglarse y sonrió, prepararía el desayuno. No quería irse sin desayunar.
Además tenía que tomarse sus vitaminas. Las cogió del armario de la cocina donde las había guardado y se las tomó con un vaso de leche.
Después hizo café y tostadas, Marc se apoyó en el arco de la pared para verla cocinar, le gustaba verla así con él. En su casa. No lo pudo resistir y se acercó para abrazarla por detrás.
Camila se apoyó en él, le gustaba su cercanía, su calor le daba seguridad. Puso las tostadas en un plato y apagó la vitroceramica, el café terminaría de salir en unos momentos.
Se dio la vuelta para besarle, con ternura, con amor. Con deseo contenido. Las manos de él resbalaron hacía su trasero, amasándolo, acariciándole.
Los dos sintiendo como se alimentaba la llama del deseo, sin despegar su boca de la suya Marc buscó a ciegas la cremallera de la falda negra que ella llevaba. Camila dejó que la prenda resbalara hasta el suelo. Marc la levantó y la sentó sobre la encimera de la cocina. Ella le desabrochó la camisa azul que llevaba para repartir besos por su musculoso pecho.
El pantalón de él resbaló también al suelo, la blusa de ella se unió al montón de ropa en el suelo. Se tentaron, se probaron. Se acariciaron pero el primero en perder el control fue Marc.
-Te necesito Caperucita. No puedo más.-
Ella por toda respuesta le rodeó con sus piernas facilitándole la labor de penetrarla, él no se hizo de rogar, de una estocada se perdió dentro de su cuerpo. Con ferocidad se apoderó de su boca, la había extrañado demasiado. No podía ser delicado. La necesitaba con urgencia y desesperación.
Camila lo necesitaba de la misma manera, le mordió el hombro y se aferró para poder seguirle el ritmo. Echó la cabeza para atrás y gritó dejando salir su necesidad por él.
Gritaron cuanto se amaban mientras se acercaban al abismo. Se miraron a los ojos mientras saltaban. Quedando conectados en esa mirada, grabando ese momento en sus memorias. Estuvieron un rato así, no tenían prisa por separarse.
-Me quedaría toda la mañana así, enterrado en tu cuerpo. Pero creo que tienes algo pendiente.- Murmuró él en su oído.
-Lo sé.- Contestó ella bajándose de su regazo para vestirse con pereza. Hubiese deseado lo mismo que Marc. Quedarse toda la mañana en la cama con él se le antojaba un regalo irresistible.
Pero tenía algo que hacer y no podía posponerlo, cuanto se arreglara su problema con Lucas mejor.
Desayunaron y recogieron. Justo a las once en punto salían rumbo a casa de Camila.
El camino lo hicieron en silencio, Camila estaba demasiado nerviosa. Y Marc respetó su espacio.
Aparcaron lo más cerca posible del edificio y con el mismo silencio se dirigieron a él. Una vez en el ascensor ella le hizo una petición a su ahora novio.
-Te quedarás en la entrada del apartamento. Si te necesito te llamo.-
-Está bien, pero estaré atento por si me necesitas. No dejaré que te vuelva a tocar un solo pelo. Te amo.- Accedió Marc advirtiéndole que estaría para cuidarla y protegerla.
-Te amo Marc. Quizá ni yo misma me estoy dando cuenta de la magnitud de mis sentimientos por ti.- Confesó rozando su nariz con la suya, en un gesto cariñoso.
ESTÁS LEYENDO
Alborada
RomanceCamila se casó enamorada e ilusionada. Pero los años y la rutina han enfriado la relación. Entonces buscando la adrenalina que no tiene en su matrimonio decide empezar a trabajar en un club de estreptease. Mientras su marido trabaja en su taxi ella...