Camila llegó al aeropuerto de Alemania agotada y con dolor de ovarios. Solo deseaba una ducha y dormir.
Pero Aria tenía otros planes. Quería llevarla a cenar a un conocido lugar y así poderla interrogar agusto.
Camila cogió su pesada maleta, bajó del avión siguió al resto de la gente hasta llegar a donde se recogían las maletas.
Pero como ella ya tenía la suya atravesó las puertas en busca de su hermana.
Cuando la encontró se apresuró donde estaba para refugiarse en sus brazos. Se sintió feliz y reconfortada, entonces se separó y se fijó bien en ella. Se dio cuenta que sus ojos brillaban con un toque distinto y especial.
Se ilusionó al pensar que por fin estuviera rehaciendo su vida. O por lo menos eso esperaba.
-Vamos que me vas a gastar de tanto mirarme. Te llevaré a cenar y después ya iremos a dormir.- Dijo Aria.
Camila iba a protestar pero de repente le pareció una idea estupenda comer. Arrastró de nuevo su pesada maleta para seguir a su hermana.
Entre las dos guardaron la maleta en el maletero del coche, una vez sentadas y con el cinturón de seguridad puesto Aria arrancó para ir a cenar a una hamburguesería muy conocida.
Pero antes pasaron a dejar la maleta a casa de Aria para no ir con cargas innecesarias. Además era mejor ir andando porque buscar aparcamiento sería una odisea.
Durante la cena hablaron de cosas poco importantes. Pero cuando ya tenían el postre en la mesa Camila empezó a contarle a su hermana que por culpa del accidente había perdido el bebe. También le contó todo lo que había pasado con Lucas.
De camino a casa de Aria quiso saber porque la sentía diferente y más feliz.
-Bueno yo ya te conté lo que pasó conmigo. Ahora Cuéntame ¿A qué se debe ese brillo especial en tus ojos?¿Has conocido a alguien?-
-No te hagas películas Camila. Trabajo mucho y no tengo tiempo de salir y de conocer gente.- Aria esperaba que con su respuesta Camila diera por zanjado el tema.
-¿Pero tendrás algo de tiempo para mí?- Preguntó pensando que más adelante seguiría insistiendo para saber.
-Preguntas tontas hermana. El cansancio te fundió el cerebro.- Protestó Aria.
Llegaron a la casa y después de una relajante ducha y ponerse el pijama el pijama Camila se quedó profundamente dormida. Ni siquiera pudo planear que hacer con tanto tiempo libre.
No quería tener solo unas vacaciones, quería que fueran especiales.
Por la mañana Aria la despertó tirándose encima de ella en la cama, la hizo cosquillas y la obligó a levantarse.-Vamos doña perezosa he quedado con unos amigos para comer y que los conozcas. Espero no tengas problemas con el alemán. Pero antes quiero hacerte un recorrido por los museos y los sitios de interés, así que mueve el culo.- Ordenó a Camila, que se levantó arrastrando los pies hasta el baño para darse una ducha a ver si así se despejaba.
Estuvo bajo el chorro de la ducha hasta que empezó a sentir que era ella de nuevo. Se puso una falda blanca de vuelo y una blusa amarilla. Se trenzó el cabello y se puso sus peep toe negros.
Se entretuvo mirando las fotos que tenía Aria en el pasillo, eran fotos de ellas cuando eran niñas en la granja de sus abuelos. Granja de la que ahora se encargaban sus padres.
Sonrió con nostalgia y decidió que estaría menos tiempo con su hermana, su siguiente viaje el pueblo para visitar a sus padres. Además tenía que contarles las últimas noticias.
-¡Camila!- Exclamó Aria llamándola.
-Ya voy señora sargento.- Protestó acercándose hacía donde oía el sonido de su voz.
Aria ya tenía preparado el desayuno, comieron charlando animadamente.
Después salieron juntas a la calle, Camila disfrutó del paseo, se enamoró de la ciudad. Era un sitio alegre con mucha vida. Y mucha actividad cultural. Eso le gustó.
Se fijo en el cartel anunciando clases de manualidades, ignorando los llamados de su hermana entró en el edificio para poder inscribirse y aprender. Eso podía ser bueno para su futuro laboral.
Se inscribió, el curso duraría un mes. Un mes en soledad que esperaba la ayudara a volver a ser como era siempre.
Su hermana la esperaba con el ceño fruncido cuando bajo. Apenas llegó a su lado la regañó.
-¿Te han dicho que estás loca? ¿Cómo se te ocurre salir corriendo?-
-Me he apuntado a un curso para entretenerme un poco y aprender algo nuevo.- Contestó Camila sintiéndose bien consigo misma.
-Lo dicho estás loca. Vamos sigamos con la ruta de los museos.-
Cuando Aria dio por terminado el paseo, Camila estaba agotada. Para la próxima vez no se pondría tacones.
En el restaurante pidieron comida típica y a pesar de la diferencia de idioma pudo integrarse perfectamente en las conversaciones.
Hasta que oyó a Frieda una de las compañeras de su hermana hablar de un tema que la interesó mucho.
-Mi hermana esta hasta el gorro, no encuentra una gogo para su discoteca. Ha decidido pagar más a la que consiga que se quede.- Explicaba Frieda.
Cuando Aria fue al baño aprovechó para hablar con la amiga de su hermana en un torpe alemán.
Le pidió la dirección de la discoteca y que le guardara el secreto sobre su interés en ese trabajo.
Necesitaba desesperadamente sentir que volvía a la normalidad. Y tal vez si bailaba todo volvería a ser igual.
Ya pensaría detenidamente si se acercaba por el lugar. Sabía que no estarían Nora ni los chicos pero tenía que intentarlo.
Aria estaba cenando la deliciosa comida que preparara Camila, algo la arrastraba a ver a Brendan antes de entrar a trabajar.
-Cami hoy me tengo que ir antes. No abras la puerta a nadie.- Dijo sintiéndose culpable.
-¿Te crees que soy una niña? Anda vete tranquila a trabajar.-
Aria condujo nerviosa hasta el hotel, antes le había mandado un mensaje a Brendan avisándole que iría.
Mientras el ascensor subía ella pensaba porque se sentía tan nerviosa y tan culpable. Pero una vez tubo los labios de Brendan sobre los suyos olvidó todo.
Se entregó como hacia tanto tiempo no se entregaba. Pero no quería enamorarse, no quería querer.
Sonrió cuando abandonó la habitación ahora se sentía traviesa, le había dejado agotado. Pensó que le haría una visita al salir de trabajar. Total su hermana aún dormiría.
El mes se le pasó a Camila en un suspiro, no se lo creía. Se había acostumbrado a una nueva vida, aunque echaba de menos su ciudad, sus amigos y sobre todo a Marc.
Pensó que no podía estar huyendo siempre por eso tomó una nueva decisión, tenía que volver para enfrentar todo.
Marc no sabía si debía llamar a Camila, pero quería que fuera ella la que lo llamara. Además él estaba fuera en otro viaje de negocios estresante y desquiciante.
Tardaría mucho en volver. Y esta vez no tenía prisa por hacerlo. No quería volver a un apartamento vacio y solitario.
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Alborada
RomanceCamila se casó enamorada e ilusionada. Pero los años y la rutina han enfriado la relación. Entonces buscando la adrenalina que no tiene en su matrimonio decide empezar a trabajar en un club de estreptease. Mientras su marido trabaja en su taxi ella...