Capitulo 6

2.6K 239 40
                                    


Perspectiva de Anastasia Steele

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Perspectiva de Anastasia Steele.

El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra.

Esa es una frase que me ha gustado mucho desde que empecé a leer libros, es extraño que no me acuerde exactamente de qué autor fue siendo una de las frases que más me han marcado en el tiempo de vida que llevo –si es que se puede llamar así a lo que tengo- pero nada es precisamente normal ahora. Erróneamente estuve de acuerdo con esa frase a lo largo de este tiempo, una siempre anda caminando de un hilo delgado sin saber a ciencia cierta si aún se encuentra sostenida en el hilo de la cordura o ya ha caído en el abismo de la máxima locura, pero ahora le debo dar la contra. Estoy segura que actualmente la perdida de mi hijo me ha llevado a la máxima locura, me he sumergido en el oscuro abismo en lo que mi vida se ha convertido. No es normal verlo en sueños, no es normal escucharlo reír en las profundidades del cuarto oscuro en el que duermo, no es sano nada de eso al igual que no es bueno que siga viendo a aquel hombre en mis sueños, o mejor dicho en pesadillas dolorosas siga sintiendo como entra en mí con suma violencia hasta hacerme despertar con mis mejillas mojadas de lágrimas y con mi hermano durmiendo al lado mío, no se ha querido despegar de mí y es por él exactamente que vengo a este sitio. A este consultorio de paredes temerosamente blancos y a cuyo hombre que es dueño le cuento todo, porque si quiero lograr curarme debo ser sincera. Aunque dudo que exista una curda que me pueda sacar este peso.

—El dolor por la pérdida pasará, eso tenlo por seguro. —lo dudo por completo, él sabe que lo dudo mientras agacho mis apagados ojos para jugar con mis dedos sobre mi regazo. Nunca me he considerado una persona tímida, pero supongo que las personas cambian, los golpes de la vida hacen cambiar y eso es lo que me ha pasado. Más bien es algo grande que aún siga respirando y no me haya ido por el camino fácil quitándome la vida, acabando con este dolor. —¿Intentarás no llorar más? —

Que pregunta más tonta para un psicólogo, he venido acá por varios días y nunca me había hecho una pregunta tan poco inteligente, no tuve unas vacaciones con mi familia por el simple hecho de que no me apetece, me he estado quedando en el departamento de mi hermano por el simple hecho de que la rubia mujer que vive en casa no me inspira para nada confianza, no puedo simplemente soportarla. Y sigo viniendo acá por el simple hecho de que necesito unos minutos de paz, acá lo tengo aunque sea en poco grado.

—Supongo que ya he quedado seca. —me encojo de hombros sin ser capaz de verlo. Es la verdad, no pienso seguir llorando. No pienso seguir lamentándome, las lágrimas han cesado y ahora un odio irracional nace en mí. Un odio dirigido netamente a mi persona por ser tan estúpida de haber dejado que mi pequeño vaya solo. Soy la única responsable de todo esto. Siempre ha sido mi culpa.

—Eso supongo que es bueno escucharlo. —el hombre que ha permanecido escuchándome durante estos días parece un poco confundido. Créeme que no es el único confundido, ni yo misma me entiendo ahora, ni yo misma comprendo porque mis dedos tiemblan tanto como si tuviera un ataque de pánico. No entiendo porque tengo que seguir soportando ver a ese hombre que me marcó la vida cada vez que cierro los ojos, no entiendo porque me tienen que torturar de tan mala manera. No entiendo porque mi mente me tortura a mí misma. Que tenga buena memoria está resultando ser una maldición. —¿Entiendes que lo de tu madre no es tu culpa? —

Una Segunda Oportunidad (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora