Tener un papá

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Emery:

Eric me ayudó a subir mis cosas al auto, que al fin y al cabo no eran muchas; lo más preciado que tenía era una cajita llena de fotos de mi padre y yo, la cual siempre cuidé como si fuese oro.

Estuve en silencio durante el camino a casa de los Gianevich, miles de cosas pasaban por mi mente. Lo que más me atormentaba era que si mi padre estuviese vivo, nada de esto hubiera pasado; es más, me hubiese ahorrado tantos malos momentos. Pero quiso la vida que me abandonara cuando aún era pequeña, privandome de muchas cosas.

Otra de mis preocupaciones era que no iba a ser fácil valerme por mi misma, pero después de todo nada lo es. Si era necesario, buscaría otro trabajo, pero a mi casa no iba a volver nunca.

Llegamos a la mansión, todos dormían. Los padres de Eric ya habían vuelto de su viaje.

-¿Te molesta quedarte en mi cuarto hoy? Yo dormiré con Milán. -Insinuó Eric.

-Eric, yo no tengo problema en quedarme aquí en el sillón. -Refuté.

-No. Duermes en mi cuarto hoy y mañana mando a que arreglen uno para ti. Ve a mi habitación, Ethan duerme ahí, espero que no te moleste. -Expresó. Sonreí. Eric estaba siendo muy bueno conmigo.

-¡Claro que no me molesta! -Aludí.
Subimos las maletas a su cuarto; Ethan dormía, así que procuramos no hacer tanto ruido.

-Estamos llenos de arena, así que si deseas asearte allí está el baño. -Indicó una puerta azul. -Yo usaré el baño principal. -Prosiguió.

-Ok. Gracias. -Respondí sonriendo. Él también me sonrió y se marchó para que me bañara. Entonces tomé un par de cosas y entré a bañarme. Por fin estaba más tranquila.

Minutos después cuando salí de asearme, Eric tocó la puerta, sabía que era él porque nadie más estaba despierto a esa hora. Fui a abrir.

-Te traje leche y galletas para que no te duermas con el estómago vacío. -Murmuró sonriendo.

-Muchas gracias, Eric. No debiste molestarte. -Contesté tomando la bandeja para dejarla sobre una cómoda. -Gracias por todo lo que estás haciendo por mi, es... impagable. -Proseguí abrazándolo fuertemente. De nuevo me sentía protegida. Él correspondió a mi abrazo con la misma intensidad.

-No agradezcas nada. Hago todo esto por ti porque realmente me importas... y mucho. De algún modo me afecta todo lo que te pasa. -Musitó dándome un beso en la cabeza. -Hablo por todos cuando digo que tu estancia aquí no nos molesta, al contrario, nos agrada mucho. Así que siéntete como en tu casa, si necesitas algo, solo háblame. ¿Si? -Agregó clavando sus ojazos azules en mis ojos.

-Si... y gracias de nuevo. -Murmuré con una sonrisa.

-Descansa. -Me susurró en el oído, me dio un beso en la mejilla, fue a darle un beso a Ethan y después se fue.

Me acomodé a la par de Ethan, quien dormía como un ángel. Abracé su pequeño cuerpo y pronto me quedé dormida.

Eran las 7:19 a.m. Emery despertó, y observando a su alrededor volvió a recordar todo lo sucedido. Se sintió triste por un momento y hasta hubiese vuelto a llorar si no fuese porque Ethan se sentó en la cama.

-¡Ethan! ¿Sucede algo? -Inquirió Em, le parecía extraño que un niño se levante tan temprano.

-¿Papá? -Preguntó el pequeño mirando alrededor. "Papá"... esa palabra, el todo y el nada de Emery, la herida que jamás se curaría.

-Tranquilo... tu papá está en la habitación de tu tío Milán. -Respondió Em con una sonrisa. -Yo soy Emery ¿Me recuerdas? -Prosiguió. El niño la observó detenidamente por unos instantes. Sonrió y se lanzó sobre ella a carcajadas. Esa fue respuesta suficiente.

Después de una media lucha de cosquillas, Emery llevó al pequeño a bañarse, lo cambió y en cuanto ambos estuvieron listos, bajaron a la sala. La casa aún estaba en silencio; Ethan apuntó hacia el pasillo que conducía a la cocina.

-¿Quieres ir allá? -Le preguntó Emery al niño. Este asintió con la cabeza. A medida que se iban acercando se podía percibir aromas como... café... frutillas y hotcakes. Definitivamente alguien estaba cocinando, Em pensó en Rosita, la cocinera. Pero se equivocó, era Eric quien preparaba el desayuno.

-¡Buenos días! -Farfulló Emery con una sonrisa. Eric volteó y se encontró con ellos. Dejó lo que hacía y se acercó.

-Buenos días... -Saludó sonriente mientras tomaba a su hijo en brazos. -¿Cómo amaneció mi pedacito de cielo? -Le preguntó a Ethan mientras lo colmaba de besos.

-Bien; tengo hambre. -Respondió Ethan.

-En un momento termino tu desayuno. Mientras tanto ve a despertar a los vagos de tus tíos y abuelos. -Ordenó Eric bajando al niño.

-¡Ok! -Exclamó éste saliendo rápidamente de la cocina.

-¡Con cuidado! -Advirtió Eric. Posó su mirada en la de Emery y ésta agachó la cabeza. Él se acercó y la levantó del mentón. -¿Cómo te sientes? ¿Dormiste bien? -Inquirió con una pequeña y tierna sonrisa.

-Estoy bien; no te negaré que me duele la actitud de mi madre, pero he salido de cosas peores, estaré mejor ahora. -Musitó Emery. Eric la abrazó fuerte y le dio un beso en la mejilla, sinceramente le afectaba todo lo que tuviese que ver con ella. Sabía perfectamente a dónde conducían estos sentimientos, y aunque en su adolescencia fue un mujeriego como todos; ahora quería conseguir el amor de una sola.

-¡Emery! ¿Sucede algo? Digo, porque viniste temprano. -Insinuó Mila que acababa de llegar, haciendo que su hermano y su amiga se separaran. Entonces Eric hizo que ésta se sentara y junto con Em le contaron todo lo sucedido. Mila abrazó a su amiga y le dio un besote en la mejilla. -Sabes que estoy en todas contigo. Y... aunque siento mucho lo sucedido, estoy feliz de tenerte en mi casa. -Murmuró volviendo a abrazarla.

-Gracias, Milita. -Agradeció Emery. Justo llegaron Cibele y Mauro, quienes después de saber todo lo sucedido, recibieron a Emery felices y con un gran abrazo.

-Em... te pido por favor que hagas de cuenta que ésta es tu casa. No te prives de nada. Y si necesitas algo, basta con que nos avises. -Expresó Cibele.

-Muchísimas gracias por todo lo que están haciendo por mi. No cualquiera acepta a una desconocida en su casa. -Alegó Em.

-Para nosotros no eres una desconocida, Em. Nuestros hijos siempre han tenido pocos pero buenos amigos; y si ellos confían en ti, nosotros también. -Aludió Mauro con una sonrisa.

Sinceramente, Emery no se esperaba tal reacción de los señores Gianevich; pero estaba contenta de que Eric no se halla equivocado al decir que todos estaban felices de tenerla allí, la trataban como si fuese de la familia, aún sin serlo... lo cual le hacía ver que a veces las personas de afuera te tratan mejor que la propia familia. Le hubiese gustado tanto tener una mamá tan amable como Cibele, tal vez saber qué se siente tener hermanos... sobre todo saber qué es un papá... saber lo que se siente esperar a que llegue de trabajar para correr a sus brazos y jugar, fundirte en sus brazos cuando no sabes dónde más recurrir... Por desgracia nunca lo supo o por lo menos ya no lo recordaba ni lo recordaría... mucho menos iba a volver a saberlo. Solo pensaba en lo afortunados que eran Eric, Milán y Mila de tener un papá. Tener un padre lo es todo para alguien que nunca lo ha tenido.

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Hola! Últimamente me está costando escribir porque estoy estudiando mucho, de ahí la falta de inspiración; sepan entender...

Arriba a la izq.: Mauro, papá de Eric y los Mellizos (Kevin Costner) Derecha: Emmanuel, padre de Emery (Hugh Jackmann)

Gracias por leer!

Bye!😘

Celoso CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora