Capítulo XVI

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Una vez que llegamos al límite de la ciudad me di cuenta de que había varias estatuas de mármol. Al final del camino estaba una estatua idéntica a las demás: un hombre musculoso de gran tamaño, sin brazos, con cabello rizado y una expresión enfadada, pero en la parte de abajo solo era un bloque de mármol.
Todos íbamos en fila india, y cuando llegó nuestro turno Erick empezó a buscar algo en el bolsillo de sus jeans.
-Erick, tercera cohorte, si, si. Adelante. ¿Pero quién es ella?- preguntó la estatua.
Erick rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta dar con una cosa de color plateado, la cual extendió para que la estatua pudiese verla.
-Termino, ella es Antha Mercer. Antha, él es Termino, dios de los límites- dice Erick.

Mirando bien, me di cuenta de que era una pequeña placa con unas letras grabadas.

-Nueva ¿eh- miró la placa que Erick le tendía. -Si, si. Placa de probatio, muy bien. Pero eso en tu mano, no hay manera de que pase. Tendrás que dejarla aquí.-

Sentí que mi cuerpo se tensaba. ¿Cómo demonios lo sabía?

-¡Vamos niña, quítatelo!- Insistió Término.

Miré a Erick por el rabillo del ojo y vi como asentía hacia la estatua. Empece a quitarme el anillo.

-Eh... ¿Y donde se supone que debo ponerlo?- No veía ninguna repisa o algo parecido como para asegurarme de que no le pasara nada malo.

-Déjala en la bandeja. ¡Julia!- Gritó Término.

Una niña de unos doce años llego corriendo y se puso a lado de Término. Llevaba un vestido corto en color morado y una larga trenza le caía suavemente a un costado. En sus manos llevaba una bandeja con diferentes objetos, alcance a distinguir un sacacorchos y un cepillo para el cabello antes de que Término me insistiera que pusiera mi anillo en la bandeja.

Con mucho cuidado lo deposité en la bandeja, en primer lugar porque era mi objeto mas preciado.. y en segundo lugar porque la niña, Julia, miraba atentamente cada uno de mis movimientos.
Me sentí incomoda pero tuve que dejarlo pasar una porque había más gente detrás de nosotros y otra porque Erick me tomó del codo y me arrastro con él. Mientras nos acercábamos al foro noté que había bastante gente, bastantes negocios como pastelerías, joyerías, una pequeña tienda de objetos de cerámica y otros tantos que no pudo apreciar con detenimiento debió a que Erick parecía tener bastante prisa por seguir a las personas, o bueno, senadores con togas.
El recorrido express terminaba en un gran edificio con una cúpula blanca.
Entraron a toda prisa detrás de los senadores y se sentaron del lado izquierdo del semicírculo. Reyna, Frank, la oráculo y el otro chico cuyo nombre momentáneamente se me había borrado, ocuparon el podio, mientras que los senadores ocuparon la primera fila de asientos.
Mientras realizaban las "formalidades" me puse a observar todo mi al rededor. El interior del Senado era como una sala de conferencias de alguna biblioteca, en las filas superiores había varias personas mayores vestidos con togas pero lucían menos formales que las de los senadores.
Estaba a punto de preguntarle a Erick si esas figuras que parpadeaban de manera extraña eran fantasmas o algo así cuando noté que todo mundo miraba en nuestra dirección.
-¿Por qué te ven así?- le susurré.
-Antha Mercer.- Reyna me llamaba.
Dirigí mi mirada hacia ella. Me sentía bastante incómoda.
-Antha Mercer, acércate.- pareciera como si fuera la enésima vez que lo decía.
Me levante y antes de dar un paso, Erick depositó en mi mano la placa de metal que le había mostrado a Término. Mientras llegaba al podio alisé mi cabello con nerviosismo.
Le dirigí una mirada a Erick, que no apartaba la mirada de mi rostro y él asintió de modo tranquilizador.
-Nunca se había visto a una persona que obtuviese su línea de valor, y empiece su primer año de servicio en el mismo día en que llega al campamento.- Empezó a decir Frank.- Antha Mercer, tu identificación por favor.-
Lo miré con la pregunta en mi rostro.
-La placa en tu mano.- me susurró. Oohhh, eso era mi identificación de un día...
La deposité en su mano vacía mientras La oráculo, Rachel, llegaba a mi lado y tomaba mi brazo derecho.
-Aceptamos a Antha Mercer, hija de Neptuno, en la duodécima legión fulminata en su primer año de servicio. ¿Juras entregar tu vida al Senado y al pueblo de Roma?
Sentía un nudo enorme en mi garganta. Pero me las arreglé para decir en voz alta "Lo juro".
Los senadores gritaron "Senatus Populusque Romanus" a coro y entonces sentí un ardor espantoso en mi brazo.
La vista se me nubló y las rodillas amenazaban con fallarme, pero me mantuve en pie aunque ni idea de cómo.
Tan pronto como el dolor llegó, se esfumó dejando mi brazo humeando. Inevitablemente un cosquilleo gélido me acarició la herida y supe que es lo que habían grabado en mi brazo.
Las letras SPQR junto con un tridente rodeado con unas espirales y unos pequeños puntos que parecían estrellas, estaban acompañados con una sola línea debajo.
Era una marca como la que llevaban todos ahí.

Era una marca como la que llevaban todos ahí

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Hija de NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora