Capítulo 5: La espesura de Korcari

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La espesura de Korcari resultó ser un lugar oscuro, húmedo y frío. A medida que iban adentrándose en el bosque, los árboles crecían más cercanos los unos de los otros. Aquello provocaba que la poca luz del sol que se colaba entre las hojas penetrara débilmente e iluminase con escasez el lugar. Hacía frío, tanto, que el aire en sus labios al respirar se convertía en vaho.

Elissa caminaba con dificultad tropezando entre raíces sueltas y suelo fangoso, encabezando aquel grupo tan peculiar que la acompañaba: Los dos reclutas que Duncan había reunido a excepción de ella misma. Daveth, el hombre que conoció en las tiendas de los guardias grises, y un antiguo caballero del Arl Eamon al que habían destinado a Pináculo, ser Jory ("¡My lady Cousland!" había exclamado al hablarle de su familia). Alistair, el más joven de los guardias grises que les acompañaría en su iniciación, cerraba la marcha.

"-Debéis realizar dos tareas para la iniciación - Había dicho Duncan - La primera será traer tres frascos de sangre de engendro tenebroso.

-Tienes unos gustos bastante extraños Duncan, ¿Lo sabias? - Aquel comentario de Elissa había hecho que Alistair casi se atragantara de la risa.

-La segunda orden consta en encontrar los antiguos tratados de los guardias grises y traerlos al campamento – Prosiguió Duncan haciendo caso omiso de las bromas de los jóvenes - Están protegidos con potentes barreras mágicas, pero si Alistair va con vosotros no tendréis problema en recuperarlos.

-¿Esto forma parte de la iniciación? – Preguntó ser Jory.

-Sí y no – Contestó el hombre – Pero ya que vais a la espesura podríais hacerme este pequeño favorcillo ¿No?"

"Pequeño favorcillo" Pensó Elissa con fastidio "Un pequeño favorcillo no es adentrarse a un bosque infestado de bichejos tenebrosos en busca de unos puñeteros tratados de millones de siglos de antigüedad".

Caminaban en silencio siguiendo el sinuoso sendero que se adentraba cada vez más en el bosque, intentando percibir cualquier sonido proveniente de los alrededores. Ser Jory y Daveth estaban muy pálidos y no cesaban de mirar a sus espaldas. El bosque estaba tranquilo y en silencio, exceptuando el crujir de hojas y ramas que se partían a medida que caminaban. Hasta que de repente, al entrar en un claro en que los árboles crecían muy separados los unos de los otros, vieron una escena horrible: Cientos de cadáveres de hombres y mujeres estaban esparcidos por el suelo. Una manada de lobos devoraba la carne putrefacta de los cuerpos, y al ver acercarse al grupo, se abalanzaron sobre ellos sin miramientos.

Elissa empuñó su espada y atacó de frente junto a Alistair y ser Jory mientras que Daveth inundaba el cielo con sus flechas. Elissa hundió su espada en el lomo de uno de los lobos mientras que con su escudo golpeaba a otro que intentó atacarle por la espalda. Alistair se movía deprisa y blandía su espada con destreza, matando a varios a la vez. Ser Jory, por el contrario, actuaba torpemente agitando la espada con movimientos toscos que los animales esquivaban con pasmosa facilidad. Daveth se percató de este hecho y desvió su ataque hacia los lobos que acechaban al hombre, clavándoles sus flechas y terminando así con sus vidas.

-¿Que se supone que les pasa a estos bichos? - Preguntó jadeante Elissa tras acabar con el último.

-Están corrompidos por los engendros tenebrosos - Explicó Alistair observando el cadáver de uno de ellos - Se alimentan de cualquier cosa que haya por aquí sea humano o engendro, les da igual.

-Esto es peligroso - Dijo Ser Jory titubeante - Si apenas hemos podido con una manada de lobos imaginaos si encontramos a la horda de engendros tenebrosos...

- Tranquilo - Le calmó Alistair - Los guardias grises sienten la presencia de los engendros cuando estos están a cierta distancia. Por ese motivo Duncan me envió con vosotros.

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