Capítulo 22: Un pico y un soldado

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Elissa suspiró con pesadumbre mientras acariciaba la prominente tripa de Roary, que dormía profundamente al lado de la hoguera. Era una fría y tranquila noche de invierno en dónde el campamento permanecía en completo silencio tras una ajetreada cena.

Elissa se acercó un poco más al creciente fuego para calentar su entumecido cuerpo. Estaba muy cansada, ya hacía varias semanas que habían dejado Denerim, y desde entonces su mayor preocupación había sido esquivar las continuas preguntas de Zevran, Wynne y Leliana. Desde la marcha de ser Gilmore no había vuelto a hablar con Alistair, puesto que no habían tenido ni un minuto a solas. Zevran era experto en vigilarle las veinticuatro horas del día, bajo las ordenes de la maestra Leliana, por supuesto.

La muchacha volvió a suspirar y observó el nublado cielo que amenazaba a nevada. Ya no quedaría mucho tiempo hasta el cambio de guardia...

-Elissa...

Alistair estaba de pie justo detrás de ella, arropado con una de sus sábanas y con expresión de sueño. Su cabello desarreglado caía sobre su rostro despreocupadamente y en su mejilla se advertía una reciente marca de la tela de la almohada.

-¿Ya es tu hora de guardia? – Preguntó la joven.

-Creo que no. Primero debía hacerla Leliana, pero con todo el vino que ha bebido va a ser difícil despertarla – Dijo el muchacho sentándose al lado de la chica.

Elissa rió. Leliana era aterradora cuando bebía.

-¿Cómo llevas el dormir con Sten?

-¡Horrible! – Suspiró el chico – No sé lo que es peor, si su tamaño o sus ronquidos.

A causa del creciente número de compañeros, algunos de ellos se vieron obligados a compartir tienda. Morrigan se negó rotundamente a ello, y Roary insistía en estar con Elissa todas las noches, por lo que Leliana tuvo que dormir con Wynne y Alistair junto a Sten.

-Agradece que no te haya tocado con Zevran – Rió la chica – Tu virginidad podría haber peligrado.

Alistair puso una expresión de horror que provocó varias carcajadas de la muchacha. Hacía mucho tiempo que no conversaban tranquilamente, sin miedo a recibir algún comentario de sus compañeros. Entre ellos había una conexión especial que experimentaron desde el principio. Elissa veía en Alistair un verdadero amigo, alguien en quien confiar su propia vida. Pero esos ingenuos sentimientos comenzaban a cambiar poco a poco. El beso que compartieron en el bosque Brecilla y las palabras de ser Gilmore habían provocado un gran caos en el corazón de la muchacha. ¿Era Alistair realmente tan solo un compañero?

-¡Cierto! – Exclamó la chica de pronto - ¡El collar!

La joven se levantó de un salto y corrió hacia su tienda, seguida por la curiosa mirada del guarda.

-¿Tu mochila? – Preguntó el muchacho observando como su amiga volvía a sentarse a su lado.

-La llevo repleta de cosas – Dijo con fastidio sacando un grimorio negro de la riñonera – Recuérdame que le dé esto a Morrigan.

El muchacho observó el libro con asco y lo dejó a un lado mientras Elissa continuaba su búsqueda.

-¡Aquí esta! – Dijo extrayendo un viejo collar plateado cubierto de grietas – Me lo llevé del castillo sin darme cuenta, quiero que se lo devuelvas al Arl Eamon cuando...

-Es-esto es... - Alistair asió el colgante con manos temblorosas – El collar de mi madre...

-De... ¿De verdad?

-¡Sí! – Exclamó emocionado – Creía que estaba roto...

-El Arl lo tenía guardado en un cajón de su escritorio. Por el aspecto que presenta diría que lo restauró pieza por pieza para poder dártelo – Elissa agarró la mano del joven, sintiendo por primera vez en mucho tiempo su piel desnuda – A pesar de haberte enviado a la capilla, nunca te olvidó.

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