Capítulo 13: Al caer la noche...

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-¿No me lo vas a contar?

Elissa y sus compañeros caminaban a paso ligero hacia la entrada de Risco Rojo. El sol se había puesto completamente y la oscuridad era total. La poca luz que les iluminaba el camino provenía de la capilla. Aún no se habían encendido las antorchas, todos estaban preparados para la batalla.

-¿No crees que este no es el momento más oportuno para hablar, Alistair? – Bufó Elissa.

-No puedes decir algo así y después hacer como si nada hubiera ocurrido – Dijo el muchacho acelerando el paso para ponerse a su altura – ¿Qué has querido decir con que has tenido la oportunidad de ser reina?

-Que pesado eres. Déjame en paz.

Alistair quedó cabizbajo y en silencio al lado de Sten, que lo miraba con reproche, quizás pensando que no había sido lo suficientemente hombre como para replicar a la chica. Elissa se arrepintió de haber sido tan fría con el muchacho, pero aquello ya le estaba poniendo nerviosa. Se había ido de la lengua y no tenía ningunas ganas de dar explicaciones. Por suerte, el resto de sus compañeros no hacía ningún comentario al respecto, dado el humor de la muchacha, ninguno se atrevía a preguntar nada.

El grupo finalmente llegó a la entrada del pueblo, en lo alto de la montaña. Desde allí podía contemplarse todo Risco Rojo, incluido el castillo.

De repente, en la lejanía, comenzaron a surgir unas pequeñas luces provenientes del castillo que se dirigían hacía el puente de piedra que cruzaba el lago. Los puntos de luz crecían en número y cada vez se volvían más grandes. Aquellos seres, sin duda, se dirigían al pueblo.

-Mirad – Exclamó Leliana señalando hacia el castillo – Parece que algunos atraviesan el lago en botes.

-Desde el embarcadero podrán acceder más fácilmente a la plaza principal – Dijo Elissa desenvainando su espada al ver que las luces se aproximaban hacia su posición – El grupo más numeroso parece ser el del puente. Acabemos con ellos y dirijámonos al pueblo.

Entonces, la batalla comenzó. Un numeroso grupo de lo que parecían ser cadáveres armados y uniformados se abalanzó hacia ellos.

-¡Leliana y Morrigan alejaos un poco! ¡Son demasiados, ataquemos de frente e intentemos derribarlos!

Dicho y hecho. Leliana y Morrigan se alejaron varios metros y comenzaron a atacar a distancia. Elissa, Alistair, Sten y Roary arremetieron contra los cadáveres y los destrozaron rápidamente, pero al parecer, aquellos seres no eran tan fáciles de matar. Las extremidades que ellos amputaban cobraban vida propia y volvían a unirse, de manera que el cadáver se recuperaba fácilmente de cualquier ataque.

-¡¿Cómo vamos a matar algo que no está vivo?! – Gritó Alistair asestando otro golpe a uno de ellos.

-¡La cabeza! – Chilló Leliana – ¡Apuntad a la cabeza!

En efecto, si el ataque se producía en la cabeza, el enemigo caía con un golpe sordo y dejaba de moverse. Sten comenzó a zarandear de un lado a otro su gran espadón de hierro, tumbando a todo cadáver que estuviera a su alcance. Sus movimientos eran limitados por la estrechez de su armadura pero, a pesar de ello, no fallaba ni un golpe. Roary destrozaba las cabezas de los cadáveres que caían al suelo, víctimas de la espada de Sten, con su robusta mandíbula.

Alistair combatía con Elissa, protegiendo sus espaldas. Sin embargo, la muchacha lejos de querer cooperar, evitaba al joven y actuaba de forma temeraria, poniendo en riesgo su propia vida y la de los demás.

-¡Elissa! – Gritó Morrigan tras quemar un cadáver que estaba dispuesto a atacar a la chica - ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Es la última vez que te salvo el culo!

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