Capítulo 32: La Gran Asamblea

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Nota:

¡Hola a todos/as!

Os informo de que en éste capítulo hay una escena de "amor" muy relevante en la historia. MUY, MUY relevante.

Ésta escena, a diferencia de las otras, repercute en la historia, por lo que seria de mi agrado que la leyérais. Sin embargo, no hay ningúna descrfipción explícita del acto, por lo que debería describirla como una escena +16, ¿No?

Estamos a un pequeño capítulo de terminar ésta primera parte. ¡Muchas gracias a todos/as por llegar hasta aquí!

¡Os espero la semana que viene!

[...]

Capítulo 32: La Gran Asamblea

Elissa corrió a trompicones por los inmensos e iluminados pasillos del Palacio Real de Denerim. Se había quedado rezagada en la hacienda del Arl Eamon, rechazando la oferta de acompañar a sus amigos hasta el lugar en dónde se celebraría la Gran Asamblea tan solo para evitar estar junto a Alistair. Hacía ya dos días que no cruzaba palabra con el joven guarda, a pesar de que el muchacho parecía arrepentido y presto a aclarar las cosas, no estaba dispuesta a perdonarle tan fácilmente, no después de aquellas palabras tan hirientes.

El rumor de las voces de la multitud se oía cada vez más próximo, pero no podía correr, aquél estrecho vestido le impedía el extender sus piernas con total comodidad, por lo que su único consuelo era el rezar al Hacedor para que no hubieran llegado muy lejos en la Gran Asamblea.

Las puertas del salón real se abrieron lentamente dejando ver al otro lado una gran habitación con hermosa y viva decoración. Los cortinajes de terciopelo abarcaban la totalidad de las vacías paredes de piedra, tapices de varios colores inundaban el frío suelo de mármol y en lo alto de un gran pedestal se vislumbraban dos hermosos sillones dorados pertenecientes al rey y la reina de Ferelden. Elissa caminó entre el gentío con timidez, observando los conocidos rostros de los participantes en el debate que se encontraban a ambos lados de la sala situados en elevados palcos los cuales les aportaban total visibilidad del lugar.

-¿... Quién tirará de los hilos?

Loghain se encontraba al otro extremo de la habitación, situado a escasos metros de las escaleras que llevaban al trono. Vestía una magnifica armadura plateada que contrastaba, no solo con la oscura tez de su rostro, si no con el azabache de sus largos cabellos. Loghain siempre había tenido aquel aire solitario y místico que tanto llamaba la atención de Elissa, sin embargo, al igual que el Loghain que había visitado días atrás la finca de Eamon, aquel hombre había perdido toda grandeza y esplendor de sus años de juventud, observando con ojos cansados a la multitud y adoptando una expresión forzada de triunfo que no hacía otra cosa que marcar aún más sus cansadas facciones.

-¡Ah! – Exclamó el comandante al ver la delgada figura de Elissa entre el gentío que oía con atención la discusión entre él y Eamon - ¡Aquí tenemos a la titiritera!

La muchacha dio un paso al frente y se acercó a Loghain con una mezcla de desconfianza y aflicción. Fue entonces cuando se percató de la presencia de todo su grupo, incluido Alstair, que observaba la escena desde un rincón e la sala. Anora, sin embargo, no daba señales de vida. Elissa sabía que, tras su conversación, no apoyaría su causa en la Gran Asamblea. La palabra de la reina era un peso importante en las decisiones del pueblo, sí, pero no permitiría que Anora le manipulara de aquella manera, no cuando el poder era más importante para ella que el bienestar de Ferelden.

-Muy bien, guarda – El comandante alzó la voz por encima de los murmullos que se expandían con rapidez entre el público – Por fin haces presencia ante nosotros. Dime, ¿Qué osas conseguir acusándome de traición cuando tú eres la única culpable de la muerte de Cailan?

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