Las llamas carbonizaban los últimos restos del campamento y los cadáveres ennegrecidos de los cientos de arañas que momentos atrás habían estado a punto de devorarles.
Leliana estaba tirada en el suelo mientras Wynne curaba con su magia una gran picadura que se volvía de color verdoso con rapidez. Alistair y Oghren hacían recuento de las pocas pertenencias que habían logrado rescatar y las repartían entre las distintas mochilas que llevaban. Elissa miraba impasible el fuego, observando como sus últimas esperanzas ardían bajo las llamas carmesí.
Se había despertado en completa oscuridad, desorientada y asustada. Lo que le había hecho recuperar la compostura había sido oír el corazón palpitante de Alistair y su respiración pausada. Por lo visto se había quedado dormida apoyada en su pecho y no se había movido desde entonces.
Ya vestidos y recogida la mayor parte del campamento, los sonoros chasquidos que les acompañaban desde la encrucijada de Caridin hicieron presencia ante ellos. Cientos de gigantescas y peludas arañas se les echaron encima con tal facilidad, que los muchachos apenas tuvieron tiempo de reaccionar. El haz de luz que Wynne había creado, sobrevoló sobre sus cabezas e iluminó un gran techo rocoso cubierto por infinitas telarañas de las cuales descendían la mayor parte de aquellos bichos. Elissa dió la apresurada orden de huir hasta la otra orilla del río que cruzaba el thaig de Ortan, pero ni siquiera aquello las detuvo.
Viéndose obligados a dejar atrás gran parte de sus enseres personales y suministros, y a sabiendas de que no sobrevivirían a aquel ataque tan imprevisto, Wynne terminó incendiando las telarañas y carbonizando así, no solo a sus atacantes, sino a todo aquello que las llamas encontraban a su paso, incluidas sus provisiones.
Elissa dio media vuelta con los puños cerrados y comenzó a caminar seguida por sus compañeros, que observaban su espalda en completo silencio. Todos sabían que, si no lograban encontrar a Branka en poco tiempo, los alimentos se acabarían y terminarían pereciendo de hambre o asesinados por algún engendro tenebroso bajo los caminos de las profundidades.
Cruzaron el túnel que encontraron al otro lado de thaig y caminaron en silencio y completa oscuridad durante bastante tiempo hasta que al fin llegaron a una zona mucho más amplia. No lograban ver más allá de lo que la luz de Wynne iluminaba, pero una profunda respiración y un sonido similar al de carne cruda siendo desgarrada les hizo mantener la guardia alta.
Elissa desenvainó su espada y sujetó con fuerza su escudo mientras caminaba lentamente hacia aquel extraño y escalofriante ruido. El haz de luz mágico comenzó a iluminar el origen del sonido, y lo que la joven vio entonces provocó que se le helara la sangre.
Cuatro engendros tenebrosos se arrastraban por la abrupta superficie de roca devorando algunos cadáveres desmembrados de arañas y otras criaturas que Elissa no logró identificar. Los engendros se giraron al sentir el fulgor que les alumbraba, miraron a Elissa con aquellos vacíos ojos y mostraron unos larguísimos incisivos cubiertos por sangre púrpura, provenientes de los cadáveres de los que se estaban alimentando.
Elissa retrocedió algo intimidada, pero sujetó con fuerza la espada, mostrándola con decisión a sus enemigos, preparada para cualquier movimiento brusco que éstos pudieran hacer. Pero los engendros tenebrosos no parecían interesados en iniciar una pelea, simplemente se quedaron mirando a la muchacha muy quietos y con aquellos lechosos ojos.
Oghren saltó repentinamente sobre los engendros y con un fuerte golpe de hacha atravesó el cuerpo de uno de los Genlocks por la mitad, matándolo al instante y provocando así que sus vísceras quedaran esparcidas por toda la caverna, al igual que su sangre.
El resto de engendros reaccionó deprisa al ataque del enano. Los tres se levantaron rápidamente y desenvainaron sus armas, propinando un desgarrador grito agudo que desorientó momentáneamente al grupo, instantes que las bestias aprovecharon para tomar ventaja de la situación. Tan solo quedaban en pie dos Hurlocks y un pequeño Genlock que se alejó corriendo y, tras desaparecer entre la oscuridad, comenzó a lanzar flechas hacia donde ellos se encontraban. Wynne y Leliana no pudieron imitar su comportamiento, puesto que, si se alejaban demasiado, perderían visión y correrían el riesgo de dañar a sus propios compañeros. De manera que ambas mujeres hubieron de quedarse a una corta distancia de la batalla cuerpo a cuerpo, vulnerables a cualquier ataque directo de los enemigos.
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Dragon Age: Nuestra historia
أدب الهواةFanfiction sobre este maravilloso juego que a muchos de nosotros nos encanta. La historia comeinza en Dragon Age Origins, pero continúa en Dragon Age Inquisition, dónde nada es igual al juego. Una versión distinta y adaptada a mi imagen y semejanza...