Dragon Age: Nuestra historia

Capítulo 10: Placeres tras la victoria

¡Buenas!

Solo paso por aquí para informar de que en este capítulo hay una escena +18.
Como siempre, no tiene ninguna relevancia en la trama por lo que podéis saltarla si no os gusta.

¡Muchas gracias por el apoyo y espero que disfrutéis del capítulo!

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Ali disfrutaba en silencio el calor que emanaba de la hoguera. Aquel lugar en lo alto del saliente que diferenciaba la parte más alta de Refugio era perfecto para ella, no estaba alejada de la multitud, pero estar prácticamente oculta por la fogata también informaba a los demás de que necesitaba estar sola, sin necesidad de disculpas ni frases de cortesía.

Los refugiados de la Inquisición junto con sus compañeros y aliados bailaban, comían, cantaban y bebían, disfrutando de la joven noche. El sonido del banjo no cesaba, al igual que la dulce voz de la trovadora, que de vez en cuando se veía opacada por los berridos de Toro, al cual el ron parecía haber afectado más de lo aconsejable.

A pesar de las numerosas quejas y discusiones sobre la decisión de la Heraldo respecto la reciente alianza con los magos en Risco Rojo, les había faltado tiempo tras cerrar la Brecha para montar semejante celebración. Aunque como solía decir Varric: "Cualquier excusa es buena para beber".

Toro y Sera solían estar de acuerdo con él.

Pero sí, hacía apenas un día y medio que, con la ayuda de los magos, habían logrado cerrar la Brecha y aunque el cúmulo verdoso seguía ocultando el firmamento, el maldito agujero había dejado de escupir demonios a diestro y siniestro, lo que en opinión de Ali había sido un gran avance considerando que a lo largo de Thedas había miles de grietas que se dedicaban a hacerle la vida imposible.

Sus pensamientos se desvanecieron al oír la estruendosa voz de Toro de Hierro, que cantaba a pleno pulmón sujetando con una mano un cubo de cerveza (Literalmente un cubo) mientras con la otra tiraba de un muy borracho Blackwall, que parecía estar luchando arduamente para no perder el conocimiento. Varric, más risueño de lo debido, explicaba a un pequeño grupo de curiosos la muy embellecida historia que Dorian y Ali habían descrito sobre su viaje al futuro, aunque en este caso era el propio enano quien había ido con ellos y lo había visto todo de primera mano. Cassandra escuchaba atentamente la exagerada y dramática historia de amor imposible entre la Heraldo y el enfermo hijo del villano que rechaza la oportunidad de vivir por el bienestar de su amor.

Leliana y Josephine estaban sentadas cerca de la hoguera, acompañadas por el carismático Dorian que, junto a sus compañeras, llamaba la atención de un muy serio Cullen, instándole a sentarse junto a ellos. Pero el comandante rechazaba levemente azorado la invitación, insistiendo tozudamente en que debía estar preparado para un posible ataque, puesto que aun desconocían quien o que era el origen de todos los problemas que avecinaban.

Y Ali estaba de acuerdo.

Sus acciones no habían hecho más que agravar la relación con el supuesto inexistente omnipresente y malnacido Antiguo (Anti, como le gustaba llamarle Sera), por lo que la muchacha temía que este pudiera aparecer en cualquier momento para vengarse de ella y destruir la Inquisición. Además, aún estaba el tema de la emperatriz de Orlais...

Dorian se fijó entonces en que la muchacha se había quedado embobada mirándole, por lo que le devolvió la atención lanzándole un guiño y un beso. Ali desvió la mirada falsamente ofendida y riendo por lo bajo. Estaba asustada de lo que Dorian había conseguido en apenas unas semanas, pues estaba haciendo estragos en su falsa máscara y ya había conseguido hacer que la muchacha sintiese por el algo más que indiferencia. Dorian le importaba de verdad, pues, aunque sabía quién era, no le había interrogado en ningún momento, y cuando Ali le preguntó si no sentía curiosidad sobre su pasado él contestó: