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Lo demás había sido historia, aceptando tener una "relación" tras bambalinas—obviamente—con el asesino favorito de América, Superior Iron Man gozaba de ventajas como era librarse de la competencia sin ensuciarse las manos, los tratos con ciertos inversionistas se cerraban sin problemas, el dinero, las propiedades y los privilegios le llovían, todo gracias a su perro fiel, siempre a su lado. Dispuesto a cumplir toda petición de su parte.

Porque claro, salir con Stark conllevaba ciertas condiciones, entre ellas cerrar la boca y complacerle.

"Ah, el amor es tan divertido, siempre y cuando sea a ti a quien te adoren, claro."

De ser follamigos a ser una pareja, era una línea que Tony nunca estaría dispuesto a cruzar, Steve vivía feliz con su mentira, encerrado en su burbuja, recibiendo malos tratos disfrazados con palabras melosas.

Y ésta, tarde o temprano iba a explotar.

Dime... ¿Por qué me siento indeseado?

El rubio no sólo se había convertido en un adicto a él, sino que al mismo tiempo dependía del extremis para mantener la compostura, aquellos crímenes que por capricho a los que le forzaba a cometer. No hacían más que ametrallar la poca razón que le quedaba, dejándolo perdido las horas siguientes en aquel panorama sombrío que poco a poco se teñía de escarlata.

"Una nueva masacre ocurrió en el centro de Nueva York, el tercer homicidio consecutivo de la semana..."

Una risita escapó de los rosados labios del millonario al conocer perfectamente al responsable, no era de los que les gustara mirar las noticias, pero el simple hecho de que todo hablara de él, de manera indirecta. Lograba hacerlo pavonearse, orgulloso de lo bien entrenada que estaba su mascota.

Terminó de sacarse las prendas y se encaminó con parsimonia a la ducha, dejándose empapar por el agua caliente que se deslizaba plácidamente a través de su piel acanelada.

Su tarareo se detuvo en cuanto una corriente de aire le avisó que alguien había abierto la puerta, sabiendo de antemano que no podía ser otro más que el Capitán, le sedujo para que entrase a bañarse con él, pues había hecho un buen trabajo.

Más, sin embargo, su sorpresa fue grande cuando el cristal opaco de la ducha se movió para darle una mejor vista de Steve, cubierto de sangre con nada menos que la cabeza del coronel Rhodes colgando de su mano. El aura sádica oscurecía sus facciones, volviendo sus gestos totalmente insanos.

Fue en dirección a su amante que le observaba con horror en una esquina del baño, ese no se parecía en nada al lobo que acababa con sus rivales.

El hombre frente a él estaba poseído por la demencia—la sed de sangre inculcada tanto por él como por H.Y.D.R.A.—emergiendo desde lo más profundo de su ser.

Tony...—Con su mano libre lo tomó del cuello, alzándole sin dificultad alguna, privándole del oxígeno con su acción. Los zafiros mostraban motitas carmesíes, ajenos del brillo que su sola presencia irradiaba en ellos, reflejando su imagen ansiosa en sus pupilas contraídas casi en un punto negro, recordándole que muy en el fondo seguía siendo humano.

—S-Ste-ve...—La falta de aire en sus pulmones comenzó a pesarle, nublándole la vista a cada parpadeo, la hambrienta boca del mercenario se abalanzó sobre la suya, en un beso salvaje, extrayendo cada partícula del bendito gas vital. Aflojó levemente el agarre en su garganta, asegurándose de que estuviera consciente de lo que iba a decirle.

—Esto...—Dijo colocando la cabeza de su amigo muerto frente a él, demasiado cerca de su rostro, permitiéndole apreciar la expresión de miedo puro al momento de su muerte. —Lo hice por nosotros.

La fuerza aumentó, cortándole la respiración, sus ojos se entrecerraron enfocando la sonrisa enfermiza en el rostro de Steve mientras se carcajeaba.

Y luego, todo se volvió negro.

Me tienes tropezando, en un amor súper psicótico.

BrainwashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora