VIII

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Advertencia: El siguiente capítulo contiene escenas sexuales explícitas, así como prácticas que de no realizarse con el debido cuidado, resultan altamente peligrosas. No lo intente en casa, coma frutas y verduras.

Se recomienda discreción.














"Quiero ser juzgado y condenado por tus sentimientos e intercambiar dulces pecados, una y otra vez."

No cabía duda, Steve estaba perdidamente enamorado, ¿cómo no hacerlo si Anthony era la definición en carne y hueso de la perfección?

El mercenario podía escucharle desde donde estaba, el sonido tan característico de sus pisadas aproximándose por el pasillo, lo imaginaba todo tan claro, a cada paso que el otro daba su corazón parecía latir cada vez más desbocado. El andar de Tony era emblemático, con un ritmo lleno de gracia, abriéndose paso cuál rey entre la multitud de soldados que intentaban capturarle, no había obstáculo que se interpusiera en su camino, él era el amo, de todos, el más grande mandatario, capaz de establecer su hegemonía donde quisiera.

Ladeó levemente el rostro hacia el ventanal que yacía a su izquierda, observando aquel espectáculo en primera fila, Tony vestía un traje en tonalidades grises, hecho a la medida, las gafas con cristales rojos dejaban pasar el color centelleante de sus ojos. En un parpadeo el simbionte revistió sus manos, desplazándose desde sus muñecas, cubriendo las palmas y enredándose en la punta de sus dedos. Los repulsores hicieron eco a cada disparo limpio, preciso, perfecto. Volándole la cabeza a cada uno de los individuos que custodiaban la entrada, un hombre se arrodilló ante él rogando misericordia, Superior Iron Man vaciló, acomodando ligeramente su corbata se agachó para colocar su diestra sobre los cabellos del sujeto, pronto su piel se tornó pálida a la par que un pitido intenso plagaba la estancia. "Boom". Y el tipo ya no existía más.

La carcajada llena de arrogancia retumbaba en cada rincón de la base, Steve sintió un escalofrío recorrerle por tan placentera sensación, era la primera vez que le veía en esa faceta, una nueva perspectiva que no hacía más que evocar sensaciones embriagadoras.

Se sorprendió cuando le vio entrar por la puerta de su celda, no había ni una gota de sangre en sus manos, inclusive la tela estaba intacta, sin dejar evidencia, es así como se hacen las cosas. Stark esbozó una sonrisa bastante sombría en cuanto encontró su mirada, no iba mentir, puesto que no había venido a rescatarle, sino a reclamarle, era su creación, de nadie más.

— ¿Cuantas veces tengo que decirle a Fury que no juegue con mis cosas? — Acercándose un par de metros quedó próximo a su rostro, golpeándolo con sus palabras gélidas, impregnadas de ese aroma a menta que desde hace mucho lo perseguía. — Tan sólo mírate, Rogers. — El aludido gruñó en respuesta. — Ridiculizando mi trabajo al tener tu glorioso trasero atado a una estúpida silla. — Podía sentir sus labios contra los suyos, cada que articulaban una ola de poder se cernía sobre él, haciéndolo sucumbir. — No eres más que un perro insolente, no sabes seguir órdenes. — Bajó la mirada, arrepentido por su impulsividad, escuchando atentamente la reprimenda.

El silencio que invadió la apacibilidad del ambiente lo dejó estático, pocas eran las veces en las que el genio se quedaba callado, no entendía realmente que es lo que esperaba de su parte, ¿una disculpa? Sabía de antemano que Tony no aceptaría un simple perdón. Necesitaba humillarlo, tenerlo a su merced, recalcando que era él quien tenía el control. Fue entonces que recordó esa vez en la que, frente a la vista de los conferencistas rusos se armó de valor y comenzó a hacerle una mamada, el mensaje transmitido de manera visual fue inolvidable.

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