Tony llegó elegantemente tarde, sonriendo cínicamente cuando el rubio le reclamó su impuntualidad, antes de empezar a hablar de negocios, el millonario le ofreció un trago, cosa que fue aceptada inmediatamente. Adentrándose en el bar como personas normales, camuflándose al igual que los gatos pardos en la oscuridad de la noche.
—Así que, ¿a quién tengo que sacar del mapa? —El tono de Steve sonaba firme e imponente, no se permitiría revelar el plan que traía en mente.
—Es un imbécil, un grano en el culo, Justin Hammer, un inútil que no hace nada más interesante de su vida que no sea copiarme, aunque no lo culpo. —Ni yo, eres la persona más cautivadora que he conocido en mi vida.
—Hammer... ¿Es dueño de una industria importante al igual que tú no? —Sus pensamientos continuaban resguardados, hablando en su interior cada que le respondía.
—Sí, pero es basura, irónicamente su mierda está en la lista de espera de H.Y.D.R.A., no lo soporto, buenos para nada cómo él, deben ser eliminados, se llevan nuestro valioso oxígeno para procesarlo sin hacer un bien útil con su cerebro. —Son cómo parásitos. Aquella idea no era de su autoría, una de las tantas memorias que los miembros de la organización para la que trabajaba habían implantado en su cabeza.
—Hablemos de la paga. —Sin titubeos, el mercenario apuntó al único inciso que le concernía realmente.
—¿Cuánto? —Una negativa fue lo que recibió como respuesta, bebió más de su whisky antes de soltar una carcajada que gracias a los altos niveles de alcohol en los parroquianos del lugar, ni se inmutaron. —¿No quieres dinero eh, bonito?
Los perlados dientes de Steve surgieron como respuesta mientras dibujaba una sonrisa sugerente. Stark captó el mensaje y tras dejar un par de billetes por las bebidas, salieron de ahí hasta encontrar una bodega abandonada en un lugar de mala muerte en Hell's Kitchen.
Una vez aquí entraron de manera ruidosa, explorando el lugar que prontamente se convertiría en el centro de desahogo de sus deseos carnales, Tony haló de la bastilla de la chaqueta negra de cuero de Steve y lo condujo hasta lo que parecía ser una vieja oficina, al parecer era frecuentada para todo tipo de actividades, menos para el uso que ellos iban a darle.
Le ordenó con una seña que tomara asiento sobre el escritorio de madera, el rubio al hacerlo hizo retumbar el crujir del material, invitó después al moreno para que se sentara sobre su regazo, pero el otro renuente se acercó para susurrarle al oído.
—Aquí las órdenes las doy yo, bonito.—El soldado alzó las cejas y luchando contra sus impulsos dominantes se dejó hacer, cuando las tersas manos del excéntrico ingeniero se entrelazaban con las suyas en ¿un gesto dulce?, vio con horror como la misma sustancia desconocida—recuerdo de su primer encuentro—se deslizaba desde las muñecas del castaño hasta sus dedos, formando después una especie de cuerdas metálicas que le inmovilizaron, llevando bruscamente sus brazos por detrás de su espalda, era incapaz de moverse a voluntad propia, aquél mercurio extravagante lo controlaba en su totalidad, forcejeó un poco antes de sentir como el frío hierro cercenaba sus antebrazos por el movimiento.
—¿Qué mierda es ésta cosa? —Una nueva risotada, seguida de una mirada felina, que reflejaba la luz de la luna en sus pupilas dilatas por la excitación del momento, le provocaron sensaciones que nunca se imaginó ni en sus más húmedas fantasías con el genio.
—Se llama extremis y hará de esto algo divertido. —A paso lento cómo si fuera un depredador frente a su presa, rodeó el cuerpo del militar que lo seguía con la vista hasta que se perdió detrás suya. El tamborileo de sus dedos que acariciaban curiosos su nuca, mientras subían parsimoniosos hasta enredarse con sus mechones dorados, dándole un suave masaje, fue cortado de golpe al ser halado de sus cabellos con rudeza, arqueándose hacia atrás y gruñendo por la repentina agresión, aún con los parpados cerrados avisándole de su dolor. Su cuello le secundó en la cadena de sensualidad a manos del playboy, ya que de manera tosca sus labios y lengua probaban un poco de su piel rosada, uniéndose después a la fiesta sus hambrientos dientes, mordisqueando cuanta piel se le figurara apetitosa.
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Brainwash
FanfictionSteve Rogers, el Capitán HYDRA, víctima de los múltiples abusos de la nueva organización para la que trabaja, ha desarrollado un trastorno de personalidad que en ocasiones le hace perder el control, entrando en un estado psicótico en donde asesina a...