No pasó mucho tiempo hasta que volvió a ver a Anthony, éste se encontraba sentado tranquilamente en la oficina de Alexander Pierce, el rubio había acudido al llamado de su superior, tiempo después de aquél percance en donde perdió el control de sus acciones y con ello eliminó a varios agentes, compañeros suyos.
El castigo que siempre le adjudicaban por tal masacre no era otro que encerrarlo en un confinamiento privado de cualquier cosa que le recordara que estaba vivo, cautivo en algo mucho más poderoso y paralizante que el hielo, un material cuyo fin era desterrarle de todo aquello que fuera real.
El siempre impenetrable, hierro.
Milagrosamente para Rogers tal repercusión nunca llegó, sin embargo se le envió misión tras misión sin oportunidad de un breve descanso, precisamente en ese oportuno momento caminaba a paso sigiloso hacia su destino, con el traje en tonos negros y rojizos, algunos de estos tirándole al marrón por la sangre ajena seca que se entremezclaba con las tinturas de los tejidos, con las pesadas botas escarlata manchadas de lodo y su dorados mechones desobedeciéndole, apuntando en todas direcciones reacios a permanecer en su lugar. Definitivamente eran las peores fachas para su presentación con su... ¿supervisor? No estaba seguro de cómo calificar la acción que desempeñaría Stark con él a partir de ahora.
Lo único que tenía perfectamente claro y grabado con cincel en su memoria era la sensación que le dejó el estrechar la mano del moreno, el cómo se regocijó cuando la cabeza de H.Y.D.R.A. le presentó cómo Superior Iron Man, el cómo se formaban los hoyuelos en sus mejillas cada que reía ante las bromas que en conjunto hacían, humillando a Los Vengadores, la manera en la que sus espesas pestañas se blandían cada que parpadeaba, ocultando brevemente el espectro celeste que proyectaban sus ojos, Steve se encontró comparando los suyos con los impropios, notando como el azul en su mirar era más cómo un cielo despejado, vacío de emociones; en cuanto a los de Tony despedían un brillo completamente artificial, como si fuesen producto de algo antinatural. Algo que por extraño que parezca relacionó inmediatamente con la especie de bombilla plana a la altura de su pecho, que destacaba por la luz del mismo tono cromático de sus irises.
El ruido de la pluma cayendo pesadamente sobre el papel, le avisó de que ya había pasado demasiado tiempo apreciando la belleza inalcanzable que le invitaba a firmar ciertos documentos.
—¿Qué? —Preguntó así sin más, escuchó como la mano de Pierce se estampaba fuertemente con su frente mientras bufaba por lo bajo, estaba seguro que le había murmurado un insulto.
—Firma el contrato, Steve. Ya sabes, ¡papeleo! Molesto pero necesario. —Sólo eso le faltaba, que el sujeto de su trance le llamara por su nombre con esa voz cantarina que hizo a su pecho vibrar.
—¿Para qué? ¿Tú también vas a experimentar conmigo? —Algo no cuadraba aquí y era claramente que su cerebro y su cuerpo estaban desconectados.
A ninguno de los presentes les tomó por sorpresa esa respuesta, por un lado, Alexander bajaba la mirada más por molestia que por culpa y Stark se encogía de hombros mientras le sonreía, cuanto odiaba esa maldita expresión, en cada una de sus facetas, de burla, desprecio y arrogancia. Tan única e impredecible.
Sin previo aviso sintió como se le erizaban cada uno de los vellos del cuerpo, al sentir el frío aliento del hombre de hierro chocar contra su cuello y posteriormente subir hasta su oído izquierdo.
—No experimentaremos, a menos que tú lo quieras...Yo más bien, voy a utilizarte. —El doble sentido abofeteaba la poca cordura que le quedaba, ¿cómo se atrevía a proponerle semejante cosa sin esperar represalias por su parte?
Probablemente el capitán estaba en un canal completamente diferente al de ellos.
Y nada más, absolutamente nada hizo falta para que el rubio firmara gustoso y por voluntad propia el contrato, rompiendo el bolígrafo cuando una amigable mano, acariciaba gentilmente su muslo por debajo del escritorio. Su superior al notar el obsceno comportamiento de ambos hombres le ordenó que se comportase, para luego dirigirse en plural y despedirlos formalmente de su despacho.
Merodeas como un colibrí, me persigues mientras duermo.
ESTÁS LEYENDO
Brainwash
FanfictionSteve Rogers, el Capitán HYDRA, víctima de los múltiples abusos de la nueva organización para la que trabaja, ha desarrollado un trastorno de personalidad que en ocasiones le hace perder el control, entrando en un estado psicótico en donde asesina a...